Cuando el conductor del programa Fox News Sunday, Chris Wallace le preguntó al ex Presidente Bill Clinton, “¿Por qué no hizo más para sacar de circulación a bin Laden y al Qaeda cuando era presidente?” Clinton defendió vigorosamente sus antecedentes y admitió que si bien no atrapó a bin Laden, “al menos lo intenté”. Y luego Clinton atacó a los conservadores y la administración Bush: “Me ridiculizaron por intentarlo. Ellos tuvieron ocho meses para intentarlo. No lo hicieron. Yo lo hice”. Al día siguiente, la Secretaria de Estado Condoleezza Rice contraatacó, “Lo que hicimos en esos ocho meses fue al menos tan agresivo como lo que la administración Clinton hizo en los años precedentes”. Menos de una semana más tarde, fue publicado el libro de Bob Woodward State of Denial, el cual sostiene que el 10 de Julio de 2001, el entonces director de la CIA George Tenet y su jefe de contraterrorismo, Cofer Black, se reunieron con Condoleezza Rice (entonces Consejera de Seguridad Nacional) para advertirle acerca de un inminente ataque, pero que tanto Tenet como Black sintieron que Rice les restó importancia. Rice respondió a la acusación, “De lo que estoy muy segura es que recordaría si me hubiesen dicho lo que este relato al parecer sostiene, que estaba por ocurrir un ataque en los Estados Unidos, y la idea de que de un modo u otro hubiese ignorado eso me resulta incomprensible”.
La dura verdad de todo este “él dijo, ella dijo” es que con anterioridad al 11/09, ni Clinton ni la administración Bush habían hecho de al Qaeda la mayor amenaza a la seguridad nacional. Según el ex jefe de la Unidad Bin Laden de la CIA, Michael Scheuer, la administración Clinton tuvo 10 oportunidades de atrapar a bin Laden y no actuó, pero también “la administración Bush fue absolutamente negligente por no prestarle atención en los primeros ocho meses en el cargo”. Pero si ninguna administración le estaba prestando atención suficiente a la amenaza de al Qaeda antes (lo que no significa que alguna de las administraciones podría haber evitado el 11/09), ¿qué pasó después (especialmente desde que el Presidente Bush ha sostenido que la amenaza de al Qaeda era “obvia” incluso antes del 11 de septiembre)?
Excepto por la acción militar de los Estados Unidos contra al Qaeda y el Talibán en Afganistán, las acciones y la atención estadounidense han estado casi singularmente concentradas sobre Irak, que representa el paradigma de la amenaza y la seguridad nacional anterior al 11 de septiembre de la administración—estados pícaros, armas de destrucción masiva, y defensa misilística. En verdad, una revisión de los discursos y declaraciones sobre la seguridad nacional del Presidente Bush antes del 11/09 revela que estaba preocupado con la defensa misilística; reconoció la amenaza del terrorismo solamente una vez y no mencionó jamás a al Qaeda. La única vez que se refirió al terrorismo—hablando a los miembros de la prensa extranjera el 7 de Julio de 2001—argumentó en favor de “la capacidad de librar al mundo del chantaje, del chantaje terrorista. Y así es que debemos tener la capacidad de derribar el misil de quien sea si nos amenazan”
En otras palabras, tras el 11/09 la administración Bush regresó al futuro. El resultado de combinar a la amenaza terrorista con los estados pícaros y las armas de destrucción masiva condujo a la invasión de Irak, la cual fue una acción voluntaria innecesaria y una distracción peligrosa. Mientras debiésemos esperar que una superpotencia sea capaz de caminar y mascar chicle al mismo tiempo, por definición no es posible destinar el 100 por ciento de la atención a más de una cosa a la vez. Si la amenaza de al Qaeda exige nuestra atención unánime, los Estados Unidos no pueden afrontar coqueteos que no contribuyan al objetivo de destruir a al Qaeda. Fundamentalmente, los Estados Unidos no pueden darse el lujo de emprender acciones que en verdad contribuyen a empeorar la amenaza al incrementar el sentimiento anti–estadounidense en el mundo musulmán, que es la base para que los musulmanes se conviertan en terroristas—no obstante ese es exactamente el resultado de la decisión de invadir Irak según una de las conclusiones claves de la más reciente Evaluación Nacional de Inteligencia: “El conflicto de Irak se ha vuelto la ‘causa célebre’ para los yihadistas, engendrando un profundo resentimiento por el entrometimiento estadounidense en el mundo musulmán y cultivando simpatizantes para el movimiento yihadista global”.
En vez de volver al futuro, precisamos regresar a las fuentes. Parecería ser algo ciegamente obvio, pero debemos recordarnos y rememorar quién atacó a los Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001: al Qaeda, conducida por Osama bin Laden. Así, en lugar de Irak, el foco de lo que hemos dado en llamar la guerra contra el terrorismo debe ser contra al Qaeda, la cual es una organización terrorista que se ha convertido en una red de redes y es representativa de una ideología islámica radical que se está escurriendo a través del mundo musulmán.
Traducido por Gabriel Gasave
Él dijo, ella dijo
Cuando el conductor del programa Fox News Sunday, Chris Wallace le preguntó al ex Presidente Bill Clinton, “¿Por qué no hizo más para sacar de circulación a bin Laden y al Qaeda cuando era presidente?” Clinton defendió vigorosamente sus antecedentes y admitió que si bien no atrapó a bin Laden, “al menos lo intenté”. Y luego Clinton atacó a los conservadores y la administración Bush: “Me ridiculizaron por intentarlo. Ellos tuvieron ocho meses para intentarlo. No lo hicieron. Yo lo hice”. Al día siguiente, la Secretaria de Estado Condoleezza Rice contraatacó, “Lo que hicimos en esos ocho meses fue al menos tan agresivo como lo que la administración Clinton hizo en los años precedentes”. Menos de una semana más tarde, fue publicado el libro de Bob Woodward State of Denial, el cual sostiene que el 10 de Julio de 2001, el entonces director de la CIA George Tenet y su jefe de contraterrorismo, Cofer Black, se reunieron con Condoleezza Rice (entonces Consejera de Seguridad Nacional) para advertirle acerca de un inminente ataque, pero que tanto Tenet como Black sintieron que Rice les restó importancia. Rice respondió a la acusación, “De lo que estoy muy segura es que recordaría si me hubiesen dicho lo que este relato al parecer sostiene, que estaba por ocurrir un ataque en los Estados Unidos, y la idea de que de un modo u otro hubiese ignorado eso me resulta incomprensible”.
La dura verdad de todo este “él dijo, ella dijo” es que con anterioridad al 11/09, ni Clinton ni la administración Bush habían hecho de al Qaeda la mayor amenaza a la seguridad nacional. Según el ex jefe de la Unidad Bin Laden de la CIA, Michael Scheuer, la administración Clinton tuvo 10 oportunidades de atrapar a bin Laden y no actuó, pero también “la administración Bush fue absolutamente negligente por no prestarle atención en los primeros ocho meses en el cargo”. Pero si ninguna administración le estaba prestando atención suficiente a la amenaza de al Qaeda antes (lo que no significa que alguna de las administraciones podría haber evitado el 11/09), ¿qué pasó después (especialmente desde que el Presidente Bush ha sostenido que la amenaza de al Qaeda era “obvia” incluso antes del 11 de septiembre)?
Excepto por la acción militar de los Estados Unidos contra al Qaeda y el Talibán en Afganistán, las acciones y la atención estadounidense han estado casi singularmente concentradas sobre Irak, que representa el paradigma de la amenaza y la seguridad nacional anterior al 11 de septiembre de la administración—estados pícaros, armas de destrucción masiva, y defensa misilística. En verdad, una revisión de los discursos y declaraciones sobre la seguridad nacional del Presidente Bush antes del 11/09 revela que estaba preocupado con la defensa misilística; reconoció la amenaza del terrorismo solamente una vez y no mencionó jamás a al Qaeda. La única vez que se refirió al terrorismo—hablando a los miembros de la prensa extranjera el 7 de Julio de 2001—argumentó en favor de “la capacidad de librar al mundo del chantaje, del chantaje terrorista. Y así es que debemos tener la capacidad de derribar el misil de quien sea si nos amenazan”
En otras palabras, tras el 11/09 la administración Bush regresó al futuro. El resultado de combinar a la amenaza terrorista con los estados pícaros y las armas de destrucción masiva condujo a la invasión de Irak, la cual fue una acción voluntaria innecesaria y una distracción peligrosa. Mientras debiésemos esperar que una superpotencia sea capaz de caminar y mascar chicle al mismo tiempo, por definición no es posible destinar el 100 por ciento de la atención a más de una cosa a la vez. Si la amenaza de al Qaeda exige nuestra atención unánime, los Estados Unidos no pueden afrontar coqueteos que no contribuyan al objetivo de destruir a al Qaeda. Fundamentalmente, los Estados Unidos no pueden darse el lujo de emprender acciones que en verdad contribuyen a empeorar la amenaza al incrementar el sentimiento anti–estadounidense en el mundo musulmán, que es la base para que los musulmanes se conviertan en terroristas—no obstante ese es exactamente el resultado de la decisión de invadir Irak según una de las conclusiones claves de la más reciente Evaluación Nacional de Inteligencia: “El conflicto de Irak se ha vuelto la ‘causa célebre’ para los yihadistas, engendrando un profundo resentimiento por el entrometimiento estadounidense en el mundo musulmán y cultivando simpatizantes para el movimiento yihadista global”.
En vez de volver al futuro, precisamos regresar a las fuentes. Parecería ser algo ciegamente obvio, pero debemos recordarnos y rememorar quién atacó a los Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001: al Qaeda, conducida por Osama bin Laden. Así, en lugar de Irak, el foco de lo que hemos dado en llamar la guerra contra el terrorismo debe ser contra al Qaeda, la cual es una organización terrorista que se ha convertido en una red de redes y es representativa de una ideología islámica radical que se está escurriendo a través del mundo musulmán.
Traducido por Gabriel Gasave
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