En la actual crisis sobre la “invasión” rusa de Crimea (¿es una invasión cuando la población parece desear ser invadida y no tiene lugar la violencia?), las protestas de los Estados Unidos parecen bastante hipócritas para el mundo. Después de todo, recientemente, los Estados Unidos han atacado o invadido seis países—Irak, Afganistán y Libia empleando tropas terrestres o aeronaves tripuladas y Pakistán, Yemen y Somalia utilizando aviones no tripulados para arrojar bombas. En todos estos casos, incluso si el gobierno local directa o tácitamente aprobó la acción militar de los EE.UU., muchos de los habitantes del país no lo hicieron.
Un referéndum libre y justo entre los habitantes de Crimea probablemente daría la bienvenida a un regreso de Crimea a Rusia. El sesenta por ciento de la población de Crimea habla ruso. Por el contrario, las más violentas invasiones o ataques estadounidenses contra países por lo general han sido menos bien recibidos por gran parte de la población de las naciones blanco de los mismos. ¿Pero no violó Rusia el derecho internacional al enviar tropas a un país extranjero sin hacerlo en defensa propia? Rusia esgrime la pobre excusa de que estaba rescatando a personas de habla rusa en Crimea de la revolución anti-rusa en Ucrania. Y puesto que el derecho internacional exige que los países tomen acciones militares sólo en defensa propia o cuando el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprueba tal uso de la fuerza, la respuesta es que Rusia ha violado el derecho internacional.
Sin embargo en sólo uno de los casos antes mencionados de intervención militar de los EE.UU. se cumplió con el derecho internacional—atacar Afganistán después de los ataques del 11 de septiembre de 2001. Incluso entonces, la justificación de la autodefensa ha sido estirada al máximo al llevar a cabo una guerra de edificación nacional a largo plazo y atacar a grupos en Pakistán que no tienen nada que ver con la guerra afgana (los talibanes paquistaníes). En otro, los ataques aéreos liderados por los Estados Unidos contra Libia, una resolución de la ONU permitió la utilización del poder aéreo occidental para crear una zona de exclusión aérea a fin de impedir que la fuerza aérea libia ejecutase la violenta amenaza de Muammar Gaddafi de lesionar a los libios que se oponían a su gobierno. Sin embargo, como Rusia reclamó correctamente por entonces, las potencias occidentales lideradas por los Estados Unidos abusaron de la resolución y siguieron bombardeando Libia hasta que Gaddafi fue removido del poder. En Irak, Yemen y Somalia, los Estados Unidos atacaron a personas que no tenían nada que ver con los ataques del 11 de septiembre—violando descaradamente la exigencia de la defensa propia en el derecho internacional y, en el caso de Yemen y Somalia, la Constitución de los EE.UU. y la resolución del Congreso posterior al 11/09 autorizando el uso de la fuerza militar de los EE.UU. contra los autores de esos ataques.
Los ciudadanos de los Estados Unidos a menudo creen que los militares estadounidenses están luchando en el extranjero para promover su libertad y la de los demás pueblos del mundo. En realidad, los Estados Unidos se comportan como otras naciones, por ejemplo como Rusia, emprendiendo usualmente acciones militares para promover sus intereses militares, políticos, económicos o diplomáticos. Según los realistas—una escuela de pensamiento en materia de política exterior académicamente muy respetada con ilustres practicantes, como Richard Nixon, Henry Kissinger, George H. W. Bush y Barack Obama—todos los países se comportan de la misma manera, independientemente de su a veces retórica de alto vuelo. Los antecedentes indican que la escuela realista de la política exterior está generalmente en lo correcto acerca de cómo los líderes del mundo y sus países, incluidos los Estados Unidos, se comportan, pero los realistas tienen un problema al vender este tipo de políticas maquiavélicas al idealista pueblo estadounidense.
Los estadounidenses son particularmente propensos a este tipo de apelaciones idealistas y “patrióticas”, porque la publicidad se encuentra más profundamente arraigada en la cultura de aquí que en la de otros países. Si los Estados Unidos no inventaron la publicidad, seguramente la perfeccionaron. Madison Avenue ha inculcado en el pueblo estadounidense, incluidos los miembros de las fuerzas armadas, la creencia de que los militares de los EE.UU. están en el extranjero luchando por “nuestra libertad”, cuando un análisis más exacto haría decir que las fuerzas armadas están luchando por lo que los líderes nacionales perciben que es en los intereses nacionales de los Estados Unidos. (Los verdaderos intereses de la seguridad nacional estadounidense podrían ser resumidos en una lista mucho más estrecha). Por lo tanto, la a menudo severa divergencia entre la retórica elevada y los motivos reales, la cual es más fácilmente evidente para los observadores extranjeros, antes que para los estadounidenses, lleva a muchos líderes y ciudadanos extranjeros a describir a la política de los EE.UU. con una palabra: hipocresía.
Las investigaciones muestran que las democracias no son más pacíficas y benevolentes en el escenario mundial que las dictaduras— como se puede ilustrar con los agresivos imperios británico y francés formales y el informal imperio americano. Pero también muestra que tal hipocresía no es exclusiva de los Estados Unidos, aunque los doble estándares estadounidenses son los más flagrantemente obvios. Por ejemplo, España, Gran Bretaña y Canadá están protestando por el desprendimiento de Crimea de Ucrania por parte de Rusia mientras que resisten sus propios movimientos separatistas y ayudaron a su aliado de la OTAN, los Estados Unidos, a separar a Kosovo de Serbia utilizando la fuerza armada en 1999.
Pero no sea que dejemos a Rusia demasiado libre de culpa. Los rusos son hipócritas al separar a Crimea, donde se habla ruso, de Ucrania pero niega la autodeterminación a regiones de Rusia que podrían desear separarse de ella—por ejemplo, Chechenia y Daguestán.
Así que a la hora de analizar el comportamiento de los países a nivel internacional, y en especial el de los Estados Unidos, tenemos que ir más allá de la retórica usualmente de alto vuelo asociada con la acción militar y hacer frente a la realidad de que podrían existir otras razones más profundas para atacar a otros países. (En el caso de Crimea, Rusia desea salvaguardar su estratégica base naval en Sebastopol). Debemos entonces evaluar si estas razones más profundas son realmente necesarias para la seguridad de la nación atacante y si ese país está actuando con hipocresía al criticar acciones similares de otras naciones. Desafortunadamente, durante la época posterior a la Segunda Guerra Mundial, en términos de números de acciones militares, los Estados Unidos han sido empíricamente el país más agresivo del mundo—no teniendo la gran mayoría de estas intervenciones nada que ver con la propagación de la libertad y algunas de ellas incluso extinguiéndola.
Traducido por Gabriel Gasave
¿Por qué los Estados Unidos son tan hipócritas en política exterior?
En la actual crisis sobre la “invasión” rusa de Crimea (¿es una invasión cuando la población parece desear ser invadida y no tiene lugar la violencia?), las protestas de los Estados Unidos parecen bastante hipócritas para el mundo. Después de todo, recientemente, los Estados Unidos han atacado o invadido seis países—Irak, Afganistán y Libia empleando tropas terrestres o aeronaves tripuladas y Pakistán, Yemen y Somalia utilizando aviones no tripulados para arrojar bombas. En todos estos casos, incluso si el gobierno local directa o tácitamente aprobó la acción militar de los EE.UU., muchos de los habitantes del país no lo hicieron.
Un referéndum libre y justo entre los habitantes de Crimea probablemente daría la bienvenida a un regreso de Crimea a Rusia. El sesenta por ciento de la población de Crimea habla ruso. Por el contrario, las más violentas invasiones o ataques estadounidenses contra países por lo general han sido menos bien recibidos por gran parte de la población de las naciones blanco de los mismos. ¿Pero no violó Rusia el derecho internacional al enviar tropas a un país extranjero sin hacerlo en defensa propia? Rusia esgrime la pobre excusa de que estaba rescatando a personas de habla rusa en Crimea de la revolución anti-rusa en Ucrania. Y puesto que el derecho internacional exige que los países tomen acciones militares sólo en defensa propia o cuando el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprueba tal uso de la fuerza, la respuesta es que Rusia ha violado el derecho internacional.
Sin embargo en sólo uno de los casos antes mencionados de intervención militar de los EE.UU. se cumplió con el derecho internacional—atacar Afganistán después de los ataques del 11 de septiembre de 2001. Incluso entonces, la justificación de la autodefensa ha sido estirada al máximo al llevar a cabo una guerra de edificación nacional a largo plazo y atacar a grupos en Pakistán que no tienen nada que ver con la guerra afgana (los talibanes paquistaníes). En otro, los ataques aéreos liderados por los Estados Unidos contra Libia, una resolución de la ONU permitió la utilización del poder aéreo occidental para crear una zona de exclusión aérea a fin de impedir que la fuerza aérea libia ejecutase la violenta amenaza de Muammar Gaddafi de lesionar a los libios que se oponían a su gobierno. Sin embargo, como Rusia reclamó correctamente por entonces, las potencias occidentales lideradas por los Estados Unidos abusaron de la resolución y siguieron bombardeando Libia hasta que Gaddafi fue removido del poder. En Irak, Yemen y Somalia, los Estados Unidos atacaron a personas que no tenían nada que ver con los ataques del 11 de septiembre—violando descaradamente la exigencia de la defensa propia en el derecho internacional y, en el caso de Yemen y Somalia, la Constitución de los EE.UU. y la resolución del Congreso posterior al 11/09 autorizando el uso de la fuerza militar de los EE.UU. contra los autores de esos ataques.
Los ciudadanos de los Estados Unidos a menudo creen que los militares estadounidenses están luchando en el extranjero para promover su libertad y la de los demás pueblos del mundo. En realidad, los Estados Unidos se comportan como otras naciones, por ejemplo como Rusia, emprendiendo usualmente acciones militares para promover sus intereses militares, políticos, económicos o diplomáticos. Según los realistas—una escuela de pensamiento en materia de política exterior académicamente muy respetada con ilustres practicantes, como Richard Nixon, Henry Kissinger, George H. W. Bush y Barack Obama—todos los países se comportan de la misma manera, independientemente de su a veces retórica de alto vuelo. Los antecedentes indican que la escuela realista de la política exterior está generalmente en lo correcto acerca de cómo los líderes del mundo y sus países, incluidos los Estados Unidos, se comportan, pero los realistas tienen un problema al vender este tipo de políticas maquiavélicas al idealista pueblo estadounidense.
Los estadounidenses son particularmente propensos a este tipo de apelaciones idealistas y “patrióticas”, porque la publicidad se encuentra más profundamente arraigada en la cultura de aquí que en la de otros países. Si los Estados Unidos no inventaron la publicidad, seguramente la perfeccionaron. Madison Avenue ha inculcado en el pueblo estadounidense, incluidos los miembros de las fuerzas armadas, la creencia de que los militares de los EE.UU. están en el extranjero luchando por “nuestra libertad”, cuando un análisis más exacto haría decir que las fuerzas armadas están luchando por lo que los líderes nacionales perciben que es en los intereses nacionales de los Estados Unidos. (Los verdaderos intereses de la seguridad nacional estadounidense podrían ser resumidos en una lista mucho más estrecha). Por lo tanto, la a menudo severa divergencia entre la retórica elevada y los motivos reales, la cual es más fácilmente evidente para los observadores extranjeros, antes que para los estadounidenses, lleva a muchos líderes y ciudadanos extranjeros a describir a la política de los EE.UU. con una palabra: hipocresía.
Las investigaciones muestran que las democracias no son más pacíficas y benevolentes en el escenario mundial que las dictaduras— como se puede ilustrar con los agresivos imperios británico y francés formales y el informal imperio americano. Pero también muestra que tal hipocresía no es exclusiva de los Estados Unidos, aunque los doble estándares estadounidenses son los más flagrantemente obvios. Por ejemplo, España, Gran Bretaña y Canadá están protestando por el desprendimiento de Crimea de Ucrania por parte de Rusia mientras que resisten sus propios movimientos separatistas y ayudaron a su aliado de la OTAN, los Estados Unidos, a separar a Kosovo de Serbia utilizando la fuerza armada en 1999.
Pero no sea que dejemos a Rusia demasiado libre de culpa. Los rusos son hipócritas al separar a Crimea, donde se habla ruso, de Ucrania pero niega la autodeterminación a regiones de Rusia que podrían desear separarse de ella—por ejemplo, Chechenia y Daguestán.
Así que a la hora de analizar el comportamiento de los países a nivel internacional, y en especial el de los Estados Unidos, tenemos que ir más allá de la retórica usualmente de alto vuelo asociada con la acción militar y hacer frente a la realidad de que podrían existir otras razones más profundas para atacar a otros países. (En el caso de Crimea, Rusia desea salvaguardar su estratégica base naval en Sebastopol). Debemos entonces evaluar si estas razones más profundas son realmente necesarias para la seguridad de la nación atacante y si ese país está actuando con hipocresía al criticar acciones similares de otras naciones. Desafortunadamente, durante la época posterior a la Segunda Guerra Mundial, en términos de números de acciones militares, los Estados Unidos han sido empíricamente el país más agresivo del mundo—no teniendo la gran mayoría de estas intervenciones nada que ver con la propagación de la libertad y algunas de ellas incluso extinguiéndola.
Traducido por Gabriel Gasave
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