Caramba. Creo que esta es una de las mejores cosas que he visto nunca: un pequeño palillo para revolver y tapón de color verde que encaja perfectamente en la tapa del café tamaño Venti que estoy disfrutando. Creo recordar vagamente haber visto uno antes, pero no lo sé con certeza. Esto es lo que sé: una aparentemente pequeña y mundana innovación de la que probablemente pocas personas se han siquiera percatado, ha mejorado apreciablemente mi vida al mantener caliente mi café y evitar que se derrame. De acuerdo con los “baristas” que me atendieron hoy lo inventó un empleado de Starbucks.
Voy a conservar el que me dieron y agregarlo a la variedad de chucherías que he recolectado en mi vida, así puedo utilizarlo cuando tome un café en alguna otra parte. Viajo mucho, y existe la posibilidad de que usted probablemente haya visto mi torpe figura en algún aeropuerto esta semana. Demasiadas veces, mientras he estado sosteniendo una taza de café me han dado un topetazo o empujado de tal manera que terminé derramando un poco de café caliente sobre mi mano. Basta decir que esto es algo que para nada mejora mi estado de ánimo.
Tuve que experimentar esto hace un minuto. Abrí una puerta vaivén y ésta golpeó mi codo derecho. Estaba sosteniendo una taza llena de café en la mano derecha y me di cuenta que me sujeté en espera del dolor que vendría como consecuencia de derramar café muy caliente sobre la piel entre el pulgar y el dedo índice.
Ningún dolor sobrevino. Los beneficios de esta pequeña y mundana innovación fueron inmediatos, ostensibles, y buenos para mi productividad. En vez de maldecir mi dolor y buscar una servilleta con la cual limpiar el café derramado, pude concentrarme en cosas más importantes.
En este punto, usted podría estar pensando “¿Y qué? Tu café está un poco más caliente y no te quemas las manos con tanta frecuencia. ¿Pero qué importa eso en un mundo donde todavía existen hambrunas y un sufrimiento generalizados?” Soy compasivo, y ciertamente no quiero dar la impresión de que estoy soslayando el sufrimiento real o diciendo “¿Cuál es tu problema? Mi café está caliente y sin embargo mis manos no se queman”.
El pequeño tapón para el vaso de café ilustra algunos hechos importantes sobre la innovación en una economía libre y flexible. En un momento en el que nos encontramos debatiendo qué política o candidato presidencial resolverá los “grandes problemas sociales” de una vez por todas, hacemos bien en recordar la sabiduría de Thomas Sowell: “No hay soluciones, sólo intercambios”. Alguien que no conozco inventó un pequeño tapón para mi café que me ha hecho sensiblemente mejor. Eso es más de lo que puede decirse de prácticamente cualquier político.
Además, hacemos bien en recordar lo que economistas como Friedrich Hayek y otros han enfatizado sobre “El uso del conocimiento en la sociedad”. El problema social es el de coordinar el conocimiento sobre las preferencias y posibilidades dispersas en miles de millones de mentes. Tal conocimiento no puede ser conocido por una sola persona, y como Hayek y otros han argumentado, los mercados son necesarios para que dicho conocimiento pueda ser aprovechado y transmitido a través de señales coherentes.
El tapón para la tasa de café de Starbucks es una gota más en lo que el economista Donald J. Boudreaux llama “la piscina de la prosperidad”, e ilustra una verdad más fundamental sobre el proceso de innovación capitalista. Es un proceso de experimentación que permite a las personas identificar (a través de la prueba y el error) un conjunto de bienes y servicios que coloca a los individuos en una situación mejor. Tomando prestado de Joseph Schumpeter, el logro capitalista no consiste en mejores baratijas para los plutócratas. Consiste en una serie incontable de innovaciones que benefician al resto de nosotros.
Traducido por Gabriel Gasave
Cómo Starbucks me alegró el día y enseñó sobre el progreso económico
Caramba. Creo que esta es una de las mejores cosas que he visto nunca: un pequeño palillo para revolver y tapón de color verde que encaja perfectamente en la tapa del café tamaño Venti que estoy disfrutando. Creo recordar vagamente haber visto uno antes, pero no lo sé con certeza. Esto es lo que sé: una aparentemente pequeña y mundana innovación de la que probablemente pocas personas se han siquiera percatado, ha mejorado apreciablemente mi vida al mantener caliente mi café y evitar que se derrame. De acuerdo con los “baristas” que me atendieron hoy lo inventó un empleado de Starbucks.
Voy a conservar el que me dieron y agregarlo a la variedad de chucherías que he recolectado en mi vida, así puedo utilizarlo cuando tome un café en alguna otra parte. Viajo mucho, y existe la posibilidad de que usted probablemente haya visto mi torpe figura en algún aeropuerto esta semana. Demasiadas veces, mientras he estado sosteniendo una taza de café me han dado un topetazo o empujado de tal manera que terminé derramando un poco de café caliente sobre mi mano. Basta decir que esto es algo que para nada mejora mi estado de ánimo.
Tuve que experimentar esto hace un minuto. Abrí una puerta vaivén y ésta golpeó mi codo derecho. Estaba sosteniendo una taza llena de café en la mano derecha y me di cuenta que me sujeté en espera del dolor que vendría como consecuencia de derramar café muy caliente sobre la piel entre el pulgar y el dedo índice.
Ningún dolor sobrevino. Los beneficios de esta pequeña y mundana innovación fueron inmediatos, ostensibles, y buenos para mi productividad. En vez de maldecir mi dolor y buscar una servilleta con la cual limpiar el café derramado, pude concentrarme en cosas más importantes.
En este punto, usted podría estar pensando “¿Y qué? Tu café está un poco más caliente y no te quemas las manos con tanta frecuencia. ¿Pero qué importa eso en un mundo donde todavía existen hambrunas y un sufrimiento generalizados?” Soy compasivo, y ciertamente no quiero dar la impresión de que estoy soslayando el sufrimiento real o diciendo “¿Cuál es tu problema? Mi café está caliente y sin embargo mis manos no se queman”.
El pequeño tapón para el vaso de café ilustra algunos hechos importantes sobre la innovación en una economía libre y flexible. En un momento en el que nos encontramos debatiendo qué política o candidato presidencial resolverá los “grandes problemas sociales” de una vez por todas, hacemos bien en recordar la sabiduría de Thomas Sowell: “No hay soluciones, sólo intercambios”. Alguien que no conozco inventó un pequeño tapón para mi café que me ha hecho sensiblemente mejor. Eso es más de lo que puede decirse de prácticamente cualquier político.
Además, hacemos bien en recordar lo que economistas como Friedrich Hayek y otros han enfatizado sobre “El uso del conocimiento en la sociedad”. El problema social es el de coordinar el conocimiento sobre las preferencias y posibilidades dispersas en miles de millones de mentes. Tal conocimiento no puede ser conocido por una sola persona, y como Hayek y otros han argumentado, los mercados son necesarios para que dicho conocimiento pueda ser aprovechado y transmitido a través de señales coherentes.
El tapón para la tasa de café de Starbucks es una gota más en lo que el economista Donald J. Boudreaux llama “la piscina de la prosperidad”, e ilustra una verdad más fundamental sobre el proceso de innovación capitalista. Es un proceso de experimentación que permite a las personas identificar (a través de la prueba y el error) un conjunto de bienes y servicios que coloca a los individuos en una situación mejor. Tomando prestado de Joseph Schumpeter, el logro capitalista no consiste en mejores baratijas para los plutócratas. Consiste en una serie incontable de innovaciones que benefician al resto de nosotros.
Traducido por Gabriel Gasave
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