“Al Qaeda se encuentra en retirada. Ese grupo de terroristas quienes atacaron nuestro país está lenta pero seguramente siendo diezmado. . . . No representan ya más un problema.”
— Presidente George W. Bush
A pesar de la expansiva y costosa “guerra contra el terrorismo” del Presidente Bush, al Qaeda—aparente y simultáneamente bombardeando varios complejos de viviendas en el estado policial de Arabia Saudita—ha evidenciado su continua viabilidad y potencia como grupo terrorista. Según el Ministro del Interior saudita, los ataques fueron conducidos por hombres que escaparon de las autoridades sauditas una semana atrás, pero dejaron tras de sí un escondrijo de armas. El gobierno saudita destacó que los hombres estaban decididos a atacar a los blancos EE.UU. y británicos en Irak, así como a la familia real saudita apoyada por los EE.UU. Eligieron hacerlo poco antes de que el Secretario de Estado Colin Powell arribara a Arabia Saudita. Además, uno de los blancos del ataque fue un complejo habitacional que alberga a los empleados de una compañía estadounidenses que utiliza a personal militar retirado de los EE.UU. para entrenar a la Guardia Nacional saudita. No obstante las víctimas de otras nacionalidades, la evidencia incipiente indica que las blancos principales del ataque eran los Estados Unidos y Gran Bretaña, las dos naciones que conducen la guerra contra Irak.
Los ataques terroristas apoyan las opiniones de aquellos que argumentaron contra dicha guerra sobre la base de que la misma incrementaría el terrorismo anti-estadounidense, en vez de reducirlo. Después de arribar a Arabia Saudita, el Secretario Powell dijo: «El terrorismo golpea en todas partes y a todos. Es una amenaza al mundo civilizado.» Aunque la declaración del Secretario es técnicamente cierta, él precisa leer los informes de su propio departamento intitulados «Patrones del Terrorismo Global.» Esos informes anuales indican regularmente que los terroristas que lanzan ataques internacionales atacan blancos de los EE.UU. en un asombroso 40 al 60 por ciento de las veces. Esos números son inusualmente altos para una nación que no posee ninguna guerra étnica o civil dentro de sus fronteras, no tiene ningún vecino antipático que alimente dicho malestar interno, y se encuentra lejos de los principales centros de conflicto del mundo.
¿Por qué motivo los estadounidenses son desproporcionadamente atacados por los terroristas? El Presidente Bush desearía que creyésemos que ellos odian nuestras libertades (libertad de expresión, de religión, etc.). Además de ser intuitivamente poco convincente (si son pacíficamente practicadas, ¿cómo pueden perjudicar nuestras libertades a alguien?), esta teoría no explica por qué países como Suecia y Suiza no son atacados. Análogamente, algunos expertos creen que los Estados Unidos son atacados porque es un rico país capitalista. Por supuesto, una vez más, existen muchas naciones de ese tipo que no enfrentan la misma amenaza terrorista.
Finalmente, algunos creen que los EE.UU. son atacados desproporcionadamente debido a su cultura decadente—por ejemplo, las películas de Hollywood, Madonna, etc. Pese a ello, repetidas encuestas efectuadas en naciones árabes e islámicas indican que la gente en esas naciones admira nuestras libertades políticas y económicas, nuestra riqueza, e incluso nuestra cultura, pero se opone a la política exterior de los EE.UU. en el Oriente Medio.
Lo cual nos trae nuevamente a Irak. Según anónimos funcionarios de los EE.UU., la invasión de Irak fue diseñada para demostrar que la guerra contra el terror era más amplia que apenas un ataque contra los terroristas del 11 de septiembre y el régimen del Talibán que los amparaba en Afganistán. Por supuesto, atacando al régimen iraquí, que no poseía ninguna conexión comprobada con los ataques del 11 de septiembre, la administración Bush cayó desdichadamente en la trampa de Osama bin Laden. Los terroristas, siempre el bando más débil, atacan comúnmente al bando más fuerte—en este caso, los Estados Unidos—y aguardan por una sobre reacción que generará financiamiento y nuevos reclutas. Una invasión y una ocupación no-islámicas de una nación islámica, sin una convincente razón de autodefensa, de seguro aventará las llamas del ya intenso odio hacia los Estados Unidos en el mundo islámico fundamentalista.
Además, en Irak, el aforismo de «usted lo rompe, usted lo ha comprado» puede tener lugar. Ahora que los Estados Unidos destruyeron cualquier autoridad gubernativa en Irak (como los extensos saqueos y la anarquía lo evidencian), el pueblo iraquí—particularmente la mayoría shiíta—tiene expectativas de que la fuerza invasora integrará nuevamente a la sociedad iraquí desvastada por la guerra. El fracasar en satisfacer esas altas expectativas durante su ocupación—como es probable dada la breve atención que los Estados Unidos han exhibido en Afganistán, Somalia y Haití—los militares de los EE.UU. podrían enfrentar ataques terroristas por parte de los muchos iraquíes que entonces quisieran que las fuerzas de EE.UU. se marchasen.
Una fortalecida al Qaeda puede no ser el único problema del gobierno de los EE.UU.. Bin Laden y el resto de sus seguidores de al Qaeda son Musulmanes sunnitas. En Irak se encuentran los sitios santos para la secta shiíta del Islam. Para tomar represalias por la ocupación de los EE.UU. de la nación que alberga a esos sitios santos, el shíita Hezbollah, un grupo terrorista internacional tan formidable como al Qaeda, podría reanudar ataques contra blancos de los EE.UU. por todo el mundo (tales ataques se disiparon tras que los Estados Unidos abandonaran su fracasada intervención en el Líbano en los años 80). Otros grupos terroristas shiítas—por ejemplo, Hamas—podrían también comenzar a atacar a los estadounidenses tanto en el país como en el exterior.
Cuando la gente en los Estados Unidos habla de la política exterior de su país, emplea a menudo el término «nosotros.» Aunque la mayoría de los estadounidenses apoyaron la guerra contra Irak, el ciudadano medio podría considerar que los neo-conservadores que actualmente controlan el gobierno de los EE.UU. tienen intereses distintos a los de ellos. Los neo-conservadores utilizan libremente las palabras «imperio estadounidense»—una expresión que los estadounidense han evitado desde que se quitaron de encima a sus propios opresores coloniales durante la revolución estadounidense. Los imperios cuestan dinero y vidas a medida que los presupuestos de defensa se van por las nubes y los hijos y las hijas de Estados Unidos mueren en guerras exteriores. Ahora, las consecuencias no previstas de tales aventuras militares en el exterior—bajo la forma de represalias terroristas—ha dañado y continuará probablemente haciéndolo, a los ciudadanos de los EE.UU. incluso aquí en el país. A través de la historia, los gobiernos han ido a la guerra y la gente común ha pagado el precio. La misma cosa, distinto día.
Traducido por Gabriel Gasave
El contribuyente estadounidense está pagando caro el ser atacado por los terroristas
“Al Qaeda se encuentra en retirada. Ese grupo de terroristas quienes atacaron nuestro país está lenta pero seguramente siendo diezmado. . . . No representan ya más un problema.”
— Presidente George W. Bush
A pesar de la expansiva y costosa “guerra contra el terrorismo” del Presidente Bush, al Qaeda—aparente y simultáneamente bombardeando varios complejos de viviendas en el estado policial de Arabia Saudita—ha evidenciado su continua viabilidad y potencia como grupo terrorista. Según el Ministro del Interior saudita, los ataques fueron conducidos por hombres que escaparon de las autoridades sauditas una semana atrás, pero dejaron tras de sí un escondrijo de armas. El gobierno saudita destacó que los hombres estaban decididos a atacar a los blancos EE.UU. y británicos en Irak, así como a la familia real saudita apoyada por los EE.UU. Eligieron hacerlo poco antes de que el Secretario de Estado Colin Powell arribara a Arabia Saudita. Además, uno de los blancos del ataque fue un complejo habitacional que alberga a los empleados de una compañía estadounidenses que utiliza a personal militar retirado de los EE.UU. para entrenar a la Guardia Nacional saudita. No obstante las víctimas de otras nacionalidades, la evidencia incipiente indica que las blancos principales del ataque eran los Estados Unidos y Gran Bretaña, las dos naciones que conducen la guerra contra Irak.
Los ataques terroristas apoyan las opiniones de aquellos que argumentaron contra dicha guerra sobre la base de que la misma incrementaría el terrorismo anti-estadounidense, en vez de reducirlo. Después de arribar a Arabia Saudita, el Secretario Powell dijo: «El terrorismo golpea en todas partes y a todos. Es una amenaza al mundo civilizado.» Aunque la declaración del Secretario es técnicamente cierta, él precisa leer los informes de su propio departamento intitulados «Patrones del Terrorismo Global.» Esos informes anuales indican regularmente que los terroristas que lanzan ataques internacionales atacan blancos de los EE.UU. en un asombroso 40 al 60 por ciento de las veces. Esos números son inusualmente altos para una nación que no posee ninguna guerra étnica o civil dentro de sus fronteras, no tiene ningún vecino antipático que alimente dicho malestar interno, y se encuentra lejos de los principales centros de conflicto del mundo.
¿Por qué motivo los estadounidenses son desproporcionadamente atacados por los terroristas? El Presidente Bush desearía que creyésemos que ellos odian nuestras libertades (libertad de expresión, de religión, etc.). Además de ser intuitivamente poco convincente (si son pacíficamente practicadas, ¿cómo pueden perjudicar nuestras libertades a alguien?), esta teoría no explica por qué países como Suecia y Suiza no son atacados. Análogamente, algunos expertos creen que los Estados Unidos son atacados porque es un rico país capitalista. Por supuesto, una vez más, existen muchas naciones de ese tipo que no enfrentan la misma amenaza terrorista.
Finalmente, algunos creen que los EE.UU. son atacados desproporcionadamente debido a su cultura decadente—por ejemplo, las películas de Hollywood, Madonna, etc. Pese a ello, repetidas encuestas efectuadas en naciones árabes e islámicas indican que la gente en esas naciones admira nuestras libertades políticas y económicas, nuestra riqueza, e incluso nuestra cultura, pero se opone a la política exterior de los EE.UU. en el Oriente Medio.
Lo cual nos trae nuevamente a Irak. Según anónimos funcionarios de los EE.UU., la invasión de Irak fue diseñada para demostrar que la guerra contra el terror era más amplia que apenas un ataque contra los terroristas del 11 de septiembre y el régimen del Talibán que los amparaba en Afganistán. Por supuesto, atacando al régimen iraquí, que no poseía ninguna conexión comprobada con los ataques del 11 de septiembre, la administración Bush cayó desdichadamente en la trampa de Osama bin Laden. Los terroristas, siempre el bando más débil, atacan comúnmente al bando más fuerte—en este caso, los Estados Unidos—y aguardan por una sobre reacción que generará financiamiento y nuevos reclutas. Una invasión y una ocupación no-islámicas de una nación islámica, sin una convincente razón de autodefensa, de seguro aventará las llamas del ya intenso odio hacia los Estados Unidos en el mundo islámico fundamentalista.
Además, en Irak, el aforismo de «usted lo rompe, usted lo ha comprado» puede tener lugar. Ahora que los Estados Unidos destruyeron cualquier autoridad gubernativa en Irak (como los extensos saqueos y la anarquía lo evidencian), el pueblo iraquí—particularmente la mayoría shiíta—tiene expectativas de que la fuerza invasora integrará nuevamente a la sociedad iraquí desvastada por la guerra. El fracasar en satisfacer esas altas expectativas durante su ocupación—como es probable dada la breve atención que los Estados Unidos han exhibido en Afganistán, Somalia y Haití—los militares de los EE.UU. podrían enfrentar ataques terroristas por parte de los muchos iraquíes que entonces quisieran que las fuerzas de EE.UU. se marchasen.
Una fortalecida al Qaeda puede no ser el único problema del gobierno de los EE.UU.. Bin Laden y el resto de sus seguidores de al Qaeda son Musulmanes sunnitas. En Irak se encuentran los sitios santos para la secta shiíta del Islam. Para tomar represalias por la ocupación de los EE.UU. de la nación que alberga a esos sitios santos, el shíita Hezbollah, un grupo terrorista internacional tan formidable como al Qaeda, podría reanudar ataques contra blancos de los EE.UU. por todo el mundo (tales ataques se disiparon tras que los Estados Unidos abandonaran su fracasada intervención en el Líbano en los años 80). Otros grupos terroristas shiítas—por ejemplo, Hamas—podrían también comenzar a atacar a los estadounidenses tanto en el país como en el exterior.
Cuando la gente en los Estados Unidos habla de la política exterior de su país, emplea a menudo el término «nosotros.» Aunque la mayoría de los estadounidenses apoyaron la guerra contra Irak, el ciudadano medio podría considerar que los neo-conservadores que actualmente controlan el gobierno de los EE.UU. tienen intereses distintos a los de ellos. Los neo-conservadores utilizan libremente las palabras «imperio estadounidense»—una expresión que los estadounidense han evitado desde que se quitaron de encima a sus propios opresores coloniales durante la revolución estadounidense. Los imperios cuestan dinero y vidas a medida que los presupuestos de defensa se van por las nubes y los hijos y las hijas de Estados Unidos mueren en guerras exteriores. Ahora, las consecuencias no previstas de tales aventuras militares en el exterior—bajo la forma de represalias terroristas—ha dañado y continuará probablemente haciéndolo, a los ciudadanos de los EE.UU. incluso aquí en el país. A través de la historia, los gobiernos han ido a la guerra y la gente común ha pagado el precio. La misma cosa, distinto día.
Traducido por Gabriel Gasave
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