Los efectivos estadounidenses e iraquíes ingresaron por la fuerza en el vecindario de Sarai en la ciudad norteña iraquí de Tall Afar, considerada un centro logístico para los insurgentes en el norte de Irak, tan solo para encontrarse con una ciudad fantasma. Los comandantes estadounidenses sostuvieron que los rebeldes huyeron y fueron derrotados. Lo primero puede ser cierto, pero esperemos que los líderes militares de los Estados Unidos no se hayan auto engañado al creer lo segundo.
Según el Washington Post, el Coronel. H.R. McMaster, comandante del 3er Regimiento Armado de Caballería, declaró la conquista: «Creo que lo que vimos hoy fue el efecto de nuestra contrainsurgencia y de las operaciones de seguridad en Tall Afar en las semanas previas. El enemigo decidió entonces marcharse. Sabían que estaban siendo destrozados.» El Mayor Chris Kennedy, el oficial ejecutivo de McMaster, coincidió con el razonamiento de su jefe: «Las operaciones determinantes que condujimos antes de atravesar Sarai son la razón por la cual no hemos visto la resistencia que esperábamos.» El Capitán Noah Hanners, un comandante de pelotón dentro del regimiento también siguió la línea partidaria: «El hecho de que tuviéramos tan poca resistencia evidencia que la operación ha sido efectiva.»
Desafortunadamente, a la única cosa que estos comandantes estaban tratando de darle forma era a la opinión pública estadounidense. En vez de ser destrozados, como lo sostuvo el Coronel McMaster, los insurgentes al parecer se retiraron hacia otros pueblos durante las predecibles advertencias estadounidenses para que los civiles evacuasen el distrito de Sarai y el violento ataque aéreo antes de que comenzara el asalto terrestre. Si los rebeldes se hubiesen quedado para ser aporreados en una lucha al estilo tejano por las superiores fuerzas de los EE.UU., uno se hubiese cuestionado respecto de su competencia. Cualquier fuerza guerrillera capaz, sabe que perderá cualquier combate cara a cara con las fuerzas armadas más poderosas en el planeta. Para reducir las victimas entre las fuerzas estadounidenses e iraquíes, los militares estadounidenses bombardearon el vecindario desde el aire durante una semana y emplearon también armas pesadas, como tanques, a fin de «ablandar» a la vecindad antes del ataque por tierra.
Pero unos militares poderosos y fornidos pueden menudo perder las guerras de guerrillas, en las cuales la política es tan importante como el bruto poderío militar. Uno de los objetivos de los insurgentes es el de inducir al invasor a que emplee una fuerza excesiva, y de esta manera trasladar el apoyo de la población local desde el invasor hacia los rebeldes. Un segundo objetivo de los guerrilleros es el de meramente mantener un ejército en el campo y lanzar tácticas de golpear y correr para convencer al populacho del país invasor de que su gobierno está padeciendo victimas inaceptables y desempeñándose pobremente en una guerra lejana. En Sarai, los rebeldes progresaron en alcanzar ambos objetivos.
Incluso después de la debacle de Vietnam, las fuerzas armadas de los Estados Unidos no pueden llevar a cabo de manera efectiva una guerra de contrainsurgencia. En Vietnam, las fuerzas estadounidenses destrozaron aldeas para salvarlas. Lo mismo está ocurriendo en Irak y Tall Afar es un ejemplo fundamental El bombardeo aéreo de los EE.UU. ha dañado severamente a la ciudad. Los Estados Unidos proporcionarán la financiación para la reconstrucción, pero la misma nunca será suficiente para compensar la destrucción y las vidas perdidas. Otra cita del Coronel McMaster indica que las fuerzas estadounidenses aún no se dan cuenta de ello: «…La prioridad Nº 1 está siendo resuelta por esta operación, la cual es derrotar a los terroristas de tal forma que ya no puedan más evitar que la reconstrucción acontezca.» Sin embargo, a los ojos de muchos ciudadanos iraquíes, es el fuerte bombardeo estadounidense de la ciudad, no los terroristas, el que ha hecho que la reconstrucción sea necesaria.
Además, los «terroristas» pueden no ser derrotados. Si las fuerzas estadounidenses refrenasen el uso del pesado poder de fuego, menos daño físico y menos muertes iraquíes-pero más victimas estadounidenses-resultarían. Así, existe una compensación entre el hecho de ganar amigos entre el populacho iraquí-algo clave para reducir el refugio concedido a los guerrilleros-y la circunstancia de conservar el apoyo del pueblo estadounidense en el país. No obstante, para ganar la guerra los Estados Unidos deben mantener tanto el apoyo de las poblaciones iraquí como estadounidense. Este acto de equilibrio en el que no se puede ganar es un argumento importante para que las grandes potencias eviten los lejanos atolladeros guerrilleros en primer lugar.
Los astutos insurgentes se desvanecen en las poblaciones linderas cuando la potencia dominante trata de arrinconarlos-tal como los militares estadounidenses estaban intentado hacerlo en Sarai. Solamente guerrilleros no experimentados o tontos se hubiesen quedado para pelear. La meta de los rebeldes es la de sostener una fuerza que pueda combatir otro día sobre la base de los términos de los insurgentes-matando de un solo tiro a focos aislados de las fuerzas estadounidenses e iraquíes y luego desaparecer. En verdad, los guerrilleros iraquíes han usado está táctica en otras ciudades en las áreas sunnitas. Una vez que las finamente estiradas fuerzas iraquíes y estadounidenses abandonan alguna área ocupada, como tienen que hacerlo a fin de extinguir fuegos en otras partes del país, los rebeldes vuelven a controlar el lugar. Este mismo fenómeno tuvo lugar en Tall Afar tan solo un año atrás. Según los comandantes estadounidense, esta vez Tall Afar no caerá nuevamente bajo el control rebelde. Veremos.
Traducido por Gabriel Gasave
El estado de cosas en Sarai
Los efectivos estadounidenses e iraquíes ingresaron por la fuerza en el vecindario de Sarai en la ciudad norteña iraquí de Tall Afar, considerada un centro logístico para los insurgentes en el norte de Irak, tan solo para encontrarse con una ciudad fantasma. Los comandantes estadounidenses sostuvieron que los rebeldes huyeron y fueron derrotados. Lo primero puede ser cierto, pero esperemos que los líderes militares de los Estados Unidos no se hayan auto engañado al creer lo segundo.
Según el Washington Post, el Coronel. H.R. McMaster, comandante del 3er Regimiento Armado de Caballería, declaró la conquista: «Creo que lo que vimos hoy fue el efecto de nuestra contrainsurgencia y de las operaciones de seguridad en Tall Afar en las semanas previas. El enemigo decidió entonces marcharse. Sabían que estaban siendo destrozados.» El Mayor Chris Kennedy, el oficial ejecutivo de McMaster, coincidió con el razonamiento de su jefe: «Las operaciones determinantes que condujimos antes de atravesar Sarai son la razón por la cual no hemos visto la resistencia que esperábamos.» El Capitán Noah Hanners, un comandante de pelotón dentro del regimiento también siguió la línea partidaria: «El hecho de que tuviéramos tan poca resistencia evidencia que la operación ha sido efectiva.»
Desafortunadamente, a la única cosa que estos comandantes estaban tratando de darle forma era a la opinión pública estadounidense. En vez de ser destrozados, como lo sostuvo el Coronel McMaster, los insurgentes al parecer se retiraron hacia otros pueblos durante las predecibles advertencias estadounidenses para que los civiles evacuasen el distrito de Sarai y el violento ataque aéreo antes de que comenzara el asalto terrestre. Si los rebeldes se hubiesen quedado para ser aporreados en una lucha al estilo tejano por las superiores fuerzas de los EE.UU., uno se hubiese cuestionado respecto de su competencia. Cualquier fuerza guerrillera capaz, sabe que perderá cualquier combate cara a cara con las fuerzas armadas más poderosas en el planeta. Para reducir las victimas entre las fuerzas estadounidenses e iraquíes, los militares estadounidenses bombardearon el vecindario desde el aire durante una semana y emplearon también armas pesadas, como tanques, a fin de «ablandar» a la vecindad antes del ataque por tierra.
Pero unos militares poderosos y fornidos pueden menudo perder las guerras de guerrillas, en las cuales la política es tan importante como el bruto poderío militar. Uno de los objetivos de los insurgentes es el de inducir al invasor a que emplee una fuerza excesiva, y de esta manera trasladar el apoyo de la población local desde el invasor hacia los rebeldes. Un segundo objetivo de los guerrilleros es el de meramente mantener un ejército en el campo y lanzar tácticas de golpear y correr para convencer al populacho del país invasor de que su gobierno está padeciendo victimas inaceptables y desempeñándose pobremente en una guerra lejana. En Sarai, los rebeldes progresaron en alcanzar ambos objetivos.
Incluso después de la debacle de Vietnam, las fuerzas armadas de los Estados Unidos no pueden llevar a cabo de manera efectiva una guerra de contrainsurgencia. En Vietnam, las fuerzas estadounidenses destrozaron aldeas para salvarlas. Lo mismo está ocurriendo en Irak y Tall Afar es un ejemplo fundamental El bombardeo aéreo de los EE.UU. ha dañado severamente a la ciudad. Los Estados Unidos proporcionarán la financiación para la reconstrucción, pero la misma nunca será suficiente para compensar la destrucción y las vidas perdidas. Otra cita del Coronel McMaster indica que las fuerzas estadounidenses aún no se dan cuenta de ello: «…La prioridad Nº 1 está siendo resuelta por esta operación, la cual es derrotar a los terroristas de tal forma que ya no puedan más evitar que la reconstrucción acontezca.» Sin embargo, a los ojos de muchos ciudadanos iraquíes, es el fuerte bombardeo estadounidense de la ciudad, no los terroristas, el que ha hecho que la reconstrucción sea necesaria.
Además, los «terroristas» pueden no ser derrotados. Si las fuerzas estadounidenses refrenasen el uso del pesado poder de fuego, menos daño físico y menos muertes iraquíes-pero más victimas estadounidenses-resultarían. Así, existe una compensación entre el hecho de ganar amigos entre el populacho iraquí-algo clave para reducir el refugio concedido a los guerrilleros-y la circunstancia de conservar el apoyo del pueblo estadounidense en el país. No obstante, para ganar la guerra los Estados Unidos deben mantener tanto el apoyo de las poblaciones iraquí como estadounidense. Este acto de equilibrio en el que no se puede ganar es un argumento importante para que las grandes potencias eviten los lejanos atolladeros guerrilleros en primer lugar.
Los astutos insurgentes se desvanecen en las poblaciones linderas cuando la potencia dominante trata de arrinconarlos-tal como los militares estadounidenses estaban intentado hacerlo en Sarai. Solamente guerrilleros no experimentados o tontos se hubiesen quedado para pelear. La meta de los rebeldes es la de sostener una fuerza que pueda combatir otro día sobre la base de los términos de los insurgentes-matando de un solo tiro a focos aislados de las fuerzas estadounidenses e iraquíes y luego desaparecer. En verdad, los guerrilleros iraquíes han usado está táctica en otras ciudades en las áreas sunnitas. Una vez que las finamente estiradas fuerzas iraquíes y estadounidenses abandonan alguna área ocupada, como tienen que hacerlo a fin de extinguir fuegos en otras partes del país, los rebeldes vuelven a controlar el lugar. Este mismo fenómeno tuvo lugar en Tall Afar tan solo un año atrás. Según los comandantes estadounidense, esta vez Tall Afar no caerá nuevamente bajo el control rebelde. Veremos.
Traducido por Gabriel Gasave
Defensa y política exteriorIrak
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