A medida que el Presidente Bush continúa con su política nixonesca de “abandonar” Irak mediante el recrudecimiento y la intimidación, tanto los políticos republicanos como demócratas están imitando también la retórica de la era de Vietnam de culpar a los ciudadanos del caótico país y sus vecinos por el desastre. En verdad, los políticos están inculpando a todos salvo a sí mismos por este monumental fracaso de la política.
Así como Nixon acusó a Laos y Camboya de actuar como refugios comunistas en favor de la desestabilización de Vietnam del Sur y expandió la guerra de los EE.UU. en ellos, Bush está elevando los niveles de efectivos en Irak y culpando a Irán por los problemas de Irak. La administración Bush trató de salirse con la suya al acusar a la dirigencia política iraní de suministrar explosivos para penetrar blindajes a los milicianos chiítas en Irak, pero cuando Peter Pace, Jefe del Estado Mayor Conjunto, afirmó que no vio evidencia alguna de dicha participación de la dirigencia iraní, la administración rápidamente cambió de opinión.
Por supuesto, si los líderes iraníes no están proporcionando dichos materiales y entrenando a los milicianos chiítas en Irak, uno debería preguntarse por qué no. Uno podría incluso perdonar a los despóticos tiranos en Irán por estar un poco nerviosos. Las tropas del hostil gobierno de los Estados Unidos han invadido y ocupado países a ambos lados de Irán—Afganistán e Irak. Si una potencia extranjera hegemónica hubiese invadido México, ¿quién dudaría que los Estados Unidos ayudarían a la resistencia mexicana? No obstante, contrariamente a los hallazgos de la comunidad de la inteligencia estadounidense, la administración está ahora tratando de endosarle la responsabilidad por la sectaria guerra civil iraquí a Irán.
La situación es tan mala en Irak que los políticos estadounidenses de todas las franjas políticas están buscando a alguien más—a cualquiera—para inculpar. En el debate en la Cámara de Representantes de los Estados Unidos sobre la resolución parlamentaria que desaprobó la escalada de la guerra del Presidente Bush, el republicano Ric Keller, que se opuso a la escalada, culpó a los iraquíes por sus problemas:
Imagínese que su vecino de la casa de al lado se niega a podar su césped y las malezas llegan hasta su cintura, por lo tanto usted decide que va a podar su césped por él todos los fines de semana. El vecino nunca le agradece, lo odia y en ocasiones saca un revolver y le dispara. Bajo estas circunstancias, ¿sigue usted podando su césped por siempre?
¿Envía incluso a más miembros de su familia para podar su jardín? ¿O le dice a ese vecino, mejor se levanta y poda su propio césped o habrán serias consecuencias para usted?
A pesar de que la oposición del Sr. Keller a la escalada del presidente debería ser elogiada, la arrogancia implícita en su declaración también repasa declaraciones similares de demócratas opositores a la guerra. En virtud de que desean conseguir ser reelectos, los políticos no pueden “culpar a los Estados Unidos” por los problemas en Irak así que deben responsabilizar a los iraquíes.
Uno debería preguntarle incluso al Sr. Keller y a muchos otros opositores a la escalada ¿por qué el propietario de un hogar debería ser lo suficientemente presuntuoso como para ingresar ilegalmente en la propiedad de su vecino para podar su césped en primer lugar? También, el Sr. Keller debería percatarse que su analogía es imperfecta. De hecho, lo que hicieron los Estados Unidos en Irak fue comparable a aplastar con un automóvil a la podadora de césped del vecino (invadiendo el país, arruinando la cohesión social iraquí, y luego desmantelando a las fuerzas de seguridad iraquíes), esperando luego que podase su césped, y culpándolo cuando no puede hacerlo. Finalmente, los iraquíes, al igual que el vecino, sabe que la amenaza de futuras “consecuencias”—ya sea la guerra civil o el pasto crecido—ya es un hecho sobre el terreno.
Hillary Clinton, sin embargo, preferiría culpar enteramente al Presidente Bush por la guerra y no asumir ninguna responsabilidad por su voto en favor de ir al conflicto. Su posición hasta la fecha ha sido un resbalón: sabiendo lo que sabe ahora acerca de la ausencia de armas de destrucción masiva, etc., no tendría que haber votado a favor de la guerra. En vez de decir que su voto fue una equivocación—una colosal dado que la invasión no hubiese estado justificada incluso si Saddam Hussein hubiese poseído dichas armas—y disculparse, está ahora sosteniendo que sí los votantes desean oír una disculpa, pueden ir a votar por alguien más para presidente. Ella lo desconoce, pero esta posición es el beso de la muerte para su propuesta presidencial. Está tratando de no ser arrastrada demasiado lejos hacia la izquierda durante las primarias demócratas en un intento por ganar los comicios generales al retener los votos moderados.
Pero tras el repudio absoluto a la guerra en las elecciones de noviembre de 2006, los republicanos y demócratas han sido lentos en darse cuenta que la escalada de Bush posterior a los comicios provocará que la oposición al conflicto sea un “tsunami” en 2008. Después de persistir en su posición acerca de la disculpa, Hillary no será siquiera capaz de obtener la nominación demócrata. El opositor a la guerra Barack Obama, o más probablemente, John Edwards—que se ha disculpado por su voto en favor de la guerra—será el candidato demócrata y el próximo presidente.
En virtud de que la escalada de Bush ofusca a la opinión pública—tanto en los Estados Unidos como en Irak—ha hundido las posibilidades del Partido Republicano en los comicios de 2008. Todos los principales candidatos republicanos—John McCain, Rudy Giuliani, y Mitt Romney—se han visto obligados a avalar la escalada. Solamente el corajudo Chuck Hagel ha criticado la política del presidente, pero lamentablemente no sobrevivirá a las primarias republicanas debido a esa posición.
Pese a que la imputación de responsabilidad continuará a lo largo de la campaña electoral de 2008, irónicamente los iraquíes—afectados pero el blanco de la culpa por su difícil situación—tendrán una poderosa influencia sobre quién será el próximo líder del mundo libre.
Traducido por Gabriel Gasave
Irak: Suficiente culpa dando vueltas
A medida que el Presidente Bush continúa con su política nixonesca de “abandonar” Irak mediante el recrudecimiento y la intimidación, tanto los políticos republicanos como demócratas están imitando también la retórica de la era de Vietnam de culpar a los ciudadanos del caótico país y sus vecinos por el desastre. En verdad, los políticos están inculpando a todos salvo a sí mismos por este monumental fracaso de la política.
Así como Nixon acusó a Laos y Camboya de actuar como refugios comunistas en favor de la desestabilización de Vietnam del Sur y expandió la guerra de los EE.UU. en ellos, Bush está elevando los niveles de efectivos en Irak y culpando a Irán por los problemas de Irak. La administración Bush trató de salirse con la suya al acusar a la dirigencia política iraní de suministrar explosivos para penetrar blindajes a los milicianos chiítas en Irak, pero cuando Peter Pace, Jefe del Estado Mayor Conjunto, afirmó que no vio evidencia alguna de dicha participación de la dirigencia iraní, la administración rápidamente cambió de opinión.
Por supuesto, si los líderes iraníes no están proporcionando dichos materiales y entrenando a los milicianos chiítas en Irak, uno debería preguntarse por qué no. Uno podría incluso perdonar a los despóticos tiranos en Irán por estar un poco nerviosos. Las tropas del hostil gobierno de los Estados Unidos han invadido y ocupado países a ambos lados de Irán—Afganistán e Irak. Si una potencia extranjera hegemónica hubiese invadido México, ¿quién dudaría que los Estados Unidos ayudarían a la resistencia mexicana? No obstante, contrariamente a los hallazgos de la comunidad de la inteligencia estadounidense, la administración está ahora tratando de endosarle la responsabilidad por la sectaria guerra civil iraquí a Irán.
La situación es tan mala en Irak que los políticos estadounidenses de todas las franjas políticas están buscando a alguien más—a cualquiera—para inculpar. En el debate en la Cámara de Representantes de los Estados Unidos sobre la resolución parlamentaria que desaprobó la escalada de la guerra del Presidente Bush, el republicano Ric Keller, que se opuso a la escalada, culpó a los iraquíes por sus problemas:
A pesar de que la oposición del Sr. Keller a la escalada del presidente debería ser elogiada, la arrogancia implícita en su declaración también repasa declaraciones similares de demócratas opositores a la guerra. En virtud de que desean conseguir ser reelectos, los políticos no pueden “culpar a los Estados Unidos” por los problemas en Irak así que deben responsabilizar a los iraquíes.
Uno debería preguntarle incluso al Sr. Keller y a muchos otros opositores a la escalada ¿por qué el propietario de un hogar debería ser lo suficientemente presuntuoso como para ingresar ilegalmente en la propiedad de su vecino para podar su césped en primer lugar? También, el Sr. Keller debería percatarse que su analogía es imperfecta. De hecho, lo que hicieron los Estados Unidos en Irak fue comparable a aplastar con un automóvil a la podadora de césped del vecino (invadiendo el país, arruinando la cohesión social iraquí, y luego desmantelando a las fuerzas de seguridad iraquíes), esperando luego que podase su césped, y culpándolo cuando no puede hacerlo. Finalmente, los iraquíes, al igual que el vecino, sabe que la amenaza de futuras “consecuencias”—ya sea la guerra civil o el pasto crecido—ya es un hecho sobre el terreno.
Hillary Clinton, sin embargo, preferiría culpar enteramente al Presidente Bush por la guerra y no asumir ninguna responsabilidad por su voto en favor de ir al conflicto. Su posición hasta la fecha ha sido un resbalón: sabiendo lo que sabe ahora acerca de la ausencia de armas de destrucción masiva, etc., no tendría que haber votado a favor de la guerra. En vez de decir que su voto fue una equivocación—una colosal dado que la invasión no hubiese estado justificada incluso si Saddam Hussein hubiese poseído dichas armas—y disculparse, está ahora sosteniendo que sí los votantes desean oír una disculpa, pueden ir a votar por alguien más para presidente. Ella lo desconoce, pero esta posición es el beso de la muerte para su propuesta presidencial. Está tratando de no ser arrastrada demasiado lejos hacia la izquierda durante las primarias demócratas en un intento por ganar los comicios generales al retener los votos moderados.
Pero tras el repudio absoluto a la guerra en las elecciones de noviembre de 2006, los republicanos y demócratas han sido lentos en darse cuenta que la escalada de Bush posterior a los comicios provocará que la oposición al conflicto sea un “tsunami” en 2008. Después de persistir en su posición acerca de la disculpa, Hillary no será siquiera capaz de obtener la nominación demócrata. El opositor a la guerra Barack Obama, o más probablemente, John Edwards—que se ha disculpado por su voto en favor de la guerra—será el candidato demócrata y el próximo presidente.
En virtud de que la escalada de Bush ofusca a la opinión pública—tanto en los Estados Unidos como en Irak—ha hundido las posibilidades del Partido Republicano en los comicios de 2008. Todos los principales candidatos republicanos—John McCain, Rudy Giuliani, y Mitt Romney—se han visto obligados a avalar la escalada. Solamente el corajudo Chuck Hagel ha criticado la política del presidente, pero lamentablemente no sobrevivirá a las primarias republicanas debido a esa posición.
Pese a que la imputación de responsabilidad continuará a lo largo de la campaña electoral de 2008, irónicamente los iraquíes—afectados pero el blanco de la culpa por su difícil situación—tendrán una poderosa influencia sobre quién será el próximo líder del mundo libre.
Traducido por Gabriel Gasave
Defensa y política exteriorIrak
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