Los conservadores, especialmente los neoconservadores, (e incluso algunos moderados y socialistas pro-israelíes) admiran el empleo por parte de Israel de tácticas musculares para salvaguardar su seguridad. Muchos conservadores admiran también las victorias tácticas agresivas y orientadas a la ofensa de Robert E. Lee en la Guerra Civil estadounidense. Pero al igual que Lee, quien finalmente perdió la guerra, los israelíes están exhibiendo una enorme ineptitud estratégica.
Lee, empleando las tácticas napoleónicas de la ofensa, obtuvo muchas victorias brillantes al atacar a las fuerzas superiores del Ejército de la Unión. Pero Lee perdió de vista al más básico de los factores estratégicos. A pesar de que inflingió muchas pérdidas a la Unión, tales tácticas agresivas también provocaron que sus propios índices de bajas fueran muy altos. Lee simplemente se quedó sin hombres antes de que lo hiciera el Ejército de la Unión el cual era más grande. Cuando la Unión eventualmente instaló a un general opuesto a Lee que era competente tanto en la estrategia como en las tácticas-Ulysses S. Grant-el norte sacó ventaja de su número superior de efectivos para pulverizar a las fuerzas rebeldes de Lee. Grant a menudo perdió tácticamente en el campo de batalla, pero avanzó implacablemente hacia Richmond, la capital de la Confederación, utilizando la atrición para destruir al ejército de Lee.
Como Lee, los israelíes están ganando la batalla tácticamente—destruyendo combatientes y proyectiles de Hezbolá y Hamas. En el Líbano, incluso pueden tener éxito en hacer alejar a Hezbolá de la frontera israelí-libanesa y establecer una zona intermedia patrullada por el débil ejército libanés y algún tipo de fuerza multinacional. Pero las ofensivas israelíes en el Líbano y Gaza no destruirán ni a Hezbolá ni a Hamas, ni tampoco a la motivación para la violencia que es la base de estos grupos. En virtud de que el público israelí todavía recuerda el atolladero de 18 años que resultó de la invasión del Líbano por parte de Israel en 1982, Israel probablemente no lanzará nuevamente la invasión terrestre total del Líbano necesaria para finalmente aplastar a Hezbolá. Los ataques aéreos israelíes por sí solos no pueden matar a todos los combatientes de Hezbolá ni destruir a la totalidad de sus armamentos e infraestructura. De manera similar, dado que los israelíes apenas retiraron a sus fuerzas de Gaza, es improbable que deseen recuperarla de forma permanente a efectos de erradicar por completo a Hamas. En verdad, el groseramente desproporcionado castigo colectivo del Líbano y Gaza de Israel por la muerte y captura de unos pocos soldados israelíes solamente avivará el fuego anti-Israel en ambos lugares y en el más grande mundo árabe. Cuando el odio ha sido agudizado, los combatientes y las armas perdidas pueden ser reemplazadas—y muy fácilmente.
La agresiva política israelí de una “defensa” ofensiva generó la amenaza de estos grupos en primer lugar. Cuando Israel invadió el Líbano en 1982 para deshacerse del grupo palestino Fatah, su invasión y ocupación del sur del Líbano condujo finalmente a la radicalización de los sectores de la comunidad chiíta del Líbano y a la creación de Hezbolá. En Palestina, Israel originalmente apoyó a Hamas como un contrapeso para Fatah. A medida que la continuada ocupación de Israel comenzó a radicalizar a los palestinos y la corrupción de Fatal quedaba expuesta, Hamas ganó apoyo. Hoy día, maneja a la Autoridad Palestina.
Estratégicamente, el uso desproporcionado de la fuerza militar de Israel no exterminará a estos grupos ni al apoyo que los mismos reciben de sus respectivas poblaciones. Solamente un acuerdo ampliamente negociado, no unilateral, en el Medio Oriente—en el cual Israel devuelva todos los territorios ocupados a cambio de la paz y de relaciones normales con sus vecinos árabes—cercenará el apoyo popular para estos grupos radicales. En vez de tratar inútilmente de drenar militarmente el pantano de terroristas, Israel debería concentrarse en drenar su motivación para la violencia utilizando medios políticos.
Pese a que los estadounidenses se han topado con una ciénaga en Irak, finalmente se percatan, al menos teóricamente, de que no pueden derrotar a la insurgencia iraquí a través de medios militares. Están procurando negociar su salida, pero puede que sea demasiado tarde. (Los insurgentes sunnitas atacaron de manera deliberada a los chiítas a fin de iniciar una guerra civil sectaria, la cual es actualmente desenfrenada.) Lamentablemente, los israelíes están incluso bastante por detrás de los lentos estadounidenses en llevarse bien con la realidad. Aún fallan en darse cuenta de que las soluciones militares, así como también las acciones políticas unilaterales, no son la respuesta a la guerra de guerrillas y al terrorismo. Un acuerdo integral y negociado de “tierra por paz” es el único modo de hacer que el apoyo a favor de Hezbolá y Hamas se evapore. Cuanto más Israel golpea al Líbano y Gaza con sus propios actos de terrorismo, menos probable se torna un acuerdo negociado—y el final del terrorismo por parte de Hezbolá y Hamas.
Israel está ganando la batalla, pero no la guerra
Los conservadores, especialmente los neoconservadores, (e incluso algunos moderados y socialistas pro-israelíes) admiran el empleo por parte de Israel de tácticas musculares para salvaguardar su seguridad. Muchos conservadores admiran también las victorias tácticas agresivas y orientadas a la ofensa de Robert E. Lee en la Guerra Civil estadounidense. Pero al igual que Lee, quien finalmente perdió la guerra, los israelíes están exhibiendo una enorme ineptitud estratégica.
Lee, empleando las tácticas napoleónicas de la ofensa, obtuvo muchas victorias brillantes al atacar a las fuerzas superiores del Ejército de la Unión. Pero Lee perdió de vista al más básico de los factores estratégicos. A pesar de que inflingió muchas pérdidas a la Unión, tales tácticas agresivas también provocaron que sus propios índices de bajas fueran muy altos. Lee simplemente se quedó sin hombres antes de que lo hiciera el Ejército de la Unión el cual era más grande. Cuando la Unión eventualmente instaló a un general opuesto a Lee que era competente tanto en la estrategia como en las tácticas-Ulysses S. Grant-el norte sacó ventaja de su número superior de efectivos para pulverizar a las fuerzas rebeldes de Lee. Grant a menudo perdió tácticamente en el campo de batalla, pero avanzó implacablemente hacia Richmond, la capital de la Confederación, utilizando la atrición para destruir al ejército de Lee.
Como Lee, los israelíes están ganando la batalla tácticamente—destruyendo combatientes y proyectiles de Hezbolá y Hamas. En el Líbano, incluso pueden tener éxito en hacer alejar a Hezbolá de la frontera israelí-libanesa y establecer una zona intermedia patrullada por el débil ejército libanés y algún tipo de fuerza multinacional. Pero las ofensivas israelíes en el Líbano y Gaza no destruirán ni a Hezbolá ni a Hamas, ni tampoco a la motivación para la violencia que es la base de estos grupos. En virtud de que el público israelí todavía recuerda el atolladero de 18 años que resultó de la invasión del Líbano por parte de Israel en 1982, Israel probablemente no lanzará nuevamente la invasión terrestre total del Líbano necesaria para finalmente aplastar a Hezbolá. Los ataques aéreos israelíes por sí solos no pueden matar a todos los combatientes de Hezbolá ni destruir a la totalidad de sus armamentos e infraestructura. De manera similar, dado que los israelíes apenas retiraron a sus fuerzas de Gaza, es improbable que deseen recuperarla de forma permanente a efectos de erradicar por completo a Hamas. En verdad, el groseramente desproporcionado castigo colectivo del Líbano y Gaza de Israel por la muerte y captura de unos pocos soldados israelíes solamente avivará el fuego anti-Israel en ambos lugares y en el más grande mundo árabe. Cuando el odio ha sido agudizado, los combatientes y las armas perdidas pueden ser reemplazadas—y muy fácilmente.
La agresiva política israelí de una “defensa” ofensiva generó la amenaza de estos grupos en primer lugar. Cuando Israel invadió el Líbano en 1982 para deshacerse del grupo palestino Fatah, su invasión y ocupación del sur del Líbano condujo finalmente a la radicalización de los sectores de la comunidad chiíta del Líbano y a la creación de Hezbolá. En Palestina, Israel originalmente apoyó a Hamas como un contrapeso para Fatah. A medida que la continuada ocupación de Israel comenzó a radicalizar a los palestinos y la corrupción de Fatal quedaba expuesta, Hamas ganó apoyo. Hoy día, maneja a la Autoridad Palestina.
Estratégicamente, el uso desproporcionado de la fuerza militar de Israel no exterminará a estos grupos ni al apoyo que los mismos reciben de sus respectivas poblaciones. Solamente un acuerdo ampliamente negociado, no unilateral, en el Medio Oriente—en el cual Israel devuelva todos los territorios ocupados a cambio de la paz y de relaciones normales con sus vecinos árabes—cercenará el apoyo popular para estos grupos radicales. En vez de tratar inútilmente de drenar militarmente el pantano de terroristas, Israel debería concentrarse en drenar su motivación para la violencia utilizando medios políticos.
Pese a que los estadounidenses se han topado con una ciénaga en Irak, finalmente se percatan, al menos teóricamente, de que no pueden derrotar a la insurgencia iraquí a través de medios militares. Están procurando negociar su salida, pero puede que sea demasiado tarde. (Los insurgentes sunnitas atacaron de manera deliberada a los chiítas a fin de iniciar una guerra civil sectaria, la cual es actualmente desenfrenada.) Lamentablemente, los israelíes están incluso bastante por detrás de los lentos estadounidenses en llevarse bien con la realidad. Aún fallan en darse cuenta de que las soluciones militares, así como también las acciones políticas unilaterales, no son la respuesta a la guerra de guerrillas y al terrorismo. Un acuerdo integral y negociado de “tierra por paz” es el único modo de hacer que el apoyo a favor de Hezbolá y Hamas se evapore. Cuanto más Israel golpea al Líbano y Gaza con sus propios actos de terrorismo, menos probable se torna un acuerdo negociado—y el final del terrorismo por parte de Hezbolá y Hamas.
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