Las aerolíneas y la especulación

16 de julio, 2008

Animados por la afirmación de que debe culparse a los especuladores por los exorbitantes precios del petróleo, los ejecutivos de las aerolíneas están haciendo circular una carta abierta alentando a los clientes a urgir a sus representantes parlamentarios a sancionar una más fuerte reglamentación para la vigilancia de “la desenfrenada especulación y manipulación del mercado”. Esta cruzada ha ganado el apoyo popular en stopoilspeculationnow.com y en los medios noticiosos de todo el país. Desafortunadamente, la campaña de las aerolíneas está edificada sobre una combinación de verdades a medias y mentiras absolutas económicas, que solamente perjudicará tanto a los consumidores como a las aerolíneas en el largo plazo.

Los mercados de futuros y la especulación desempeñan un papel importante en la economía en virtud de que nos permiten compensar el riesgo del movimiento de recursos de los periodos de abundancia a los periodos de escasez, estabilizando los precios de las materias primas como resultado de ello. Culpar a los especuladores por los altos precios del petróleo, tal como lo destaca el economista Russell Roberts, equivale a culpar a los termómetros por el clima.

La iniciativa de las aerolíneas evidencia varios prejuicios, los que distorsionan peligrosamente a la verdad económica detrás de los altos precios petroleros de la actualidad. Estos prejuicios, identificados por el economista Bryan Caplan en su libro de 2007 The Myth of the Rational Voter, son los prejuicios contra el mercado, los extranjeros, la creación de empleos y los prejuicios pesimistas.

El prejuicio anti-mercado se hace evidente cuando se le endilga la culpa por los altos precios a la “especulación”. Los ejecutivos sostienen que “[un] barril de petróleo puede ser negociado más de veinte veces antes de ser despachado y utilizado; el precio sube con cada negociación y los consumidores se quedan con el costo final”. Esto podría sonar plausible para muchos, pero es incorrecto. Las negociaciones tienen lugar como una respuesta a los cambios en el precio anticipado. Las negociaciones en sí mismas no son la fuente de los mayores precios. Si los especuladores pudiesen elevar los precios y las ganancias tan solo negociando contratos petroleros de papel de aquí para allá, ¿por qué se detendrían en 146 dólares por barril?

Las aerolíneas saben esto muy bien. Durante años, las aerolíneas han tratado de cubrir sus riesgos mediante la especulación en los mercados petroleros; de hecho, una fuente de rentabilidad de Southwest Airlines ha sido su astuta especulación en los mercados petroleros.

En www.stopoilspeculationnow.com, las aerolíneas arguyen que los consumidores “resultan impactados por los mercados de futuros de los ‘commodities’ desregulados, reservados y a menudo extranjeros”. En un mercado globalmente competitivo para un “commodity” fungible como el petróleo, el hecho de que los contratos sean negociados en Chicago, Chengdu o Chernishevski es irrelevante. Este reclamo falaz contra la negociación en el exterior refleja el prejuicio contra el extranjero. Si de algo servirá, una mayor reglamentación gubernamental es probable que mueva más especulación de “commodities” al exterior del mismo modo que las reglamentaciones contables de la Ley Sarbanes-Oxley han mudado otros aspectos financieros fuera del país.

El prejuicio acerca del empleo refleja el común mal entendido de que la finalidad de un sistema económico es proporcionar empleo en vez de producir. Los ejecutivos de las aerolíneas sostienen que los incrementados precios del petróleo son malos para la industria y aquellos que trabajan en ella. Sin duda que unos precios del petróleo más altos son duros para la industria, pero ellos también alientan la innovación y el crecimiento en otras industrias. En su obra clásica Economics in One Lesson, Henry Hazlitt señalaba que “el arte de la economía” se basa en observar cómo un cambio en las circunstancias afecta a todo el mundo antes que a un estrecho sector del electorado en particular.

Los prejuicios pesimistas se manifiestan en los debates en los que la gente sostiene que los altos precios de la energía producen un retraso neto sobre la economía. Esto puede ser cierto en el corto plazo, pero como lo sostuvo el economista Julian Simon, la mente humana es “el recurso más importante”. Precios de la energía más altos estimulan la innovación que reducirá nuestra dependencia en los combustibles fósiles.

Para describir a las coaliciones políticas aparentemente improbables, el economista Bruce Yandle acuñó el término “Baptistas y contrabandistas”. Los primeros apoyaban la prohibición del alcohol en virtud de su convicción de que el consumo de alcohol era inmoral. Los segundos apoyaban la prohibición debido a que ella eliminaba la competencia. En este caso, las aerolíneas son los “contrabandistas” que de pronto se encuentran a sí mismas estando de acuerdo con aquellos que consideran que el capitalismo de mercado es la fuente de todas nuestras miserias.

Finalmente, esta iniciativa ilustra también una gran ironía acerca de la relación entre las empresas y el mercado libre. Se ha dicho que los mayores enemigos del capitalismo son los capitalistas, y el pedido de la industria aero-comercial de una amplia intervención evidencia que las grandes corporaciones no son necesariamente amigas del mercado libre. Milton Friedman destacó alguna vez que parecería que todos los hombres de negocios apoyan los mercados libres en todas las áreas excepto la suya propia, la cual naturalmente requiere de la intervención, la reglamentación y el subsidio.

Los costos del combustible son un componente importante al momento de hacer negocios, especialmente para las aerolíneas. Sin embargo, resulta desafortunado que las líneas aéreas estén buscando soluciones políticas para los problemas económicos. Los altos precios de la gasolina nos dificultan la vida a la mayoría de nosotros, pero la implementación de políticas que restrinjan el funcionamiento del mercado solamente agravará las dificultades.

Traducido por Gabriel Gasave

  • es Investigador Asociado en el Independent Institute y Profesor Asociado de Economía y Negocios en la Samford University.

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