La grabación de la charla TED del papa Francisco “Por qué el único futuro que vale la pena construir incluye a todos” está llena de una sabiduría que entra en conflicto con las imprudentes políticas económicas por las que él aboga.
Hecha pública recientemente durante la conferencia internacional TED en Vancouver, Canadá, la charla comienza observando que la comunidad es central para la existencia humana: "la vida fluye a través de las relaciones. … la existencia de cada uno de nosotros está ligada a la de los demás: la vida no es tiempo que pasa, sino tiempo de encuentro”.
A continuación, Francisco hizo hincapié en la responsabilidad moral de todas las personas de ponerse en el lugar del otro y ayudar a los menos afortunados. Esta “solidaridad”, explicó el papa, fue exhibida por el buen samaritano de la Biblia, que personalmente se sacrificó para ayudar a un menesteroso desconocido.
Finalmente, Francisco afirmó que “cuanto más poderoso eres, cuanto más repercuten tus acciones en la gente, más estás llamado a ser humilde”.
Estos temas están muy en la tradición del liberalismo clásico y su compromiso con la libertad económica: la comunidad, las interacciones sociales abiertas, ayudar a los demás e instituciones humildes y transparentes. Lo preocupante respecto del papa Francisco es que pasa mucho de su tiempo viajando por el mundo defendiendo políticas que socavan estos objetivos.
Desde que se convirtió en el 266 obispo de Roma de la Iglesia católica romana en marzo de 2013, el Papa Francisco ha respaldado un rol más grande y más potente para los gobiernos y organizaciones internacionales. Como Hayeon Carol Park y yo exponemos en “Pope Francis, Capitalism, and Private Charitable Giving” (parte de un simposio especial en The Independent Review titulado “Pope Francis and Economics”, Francisco frecuentemente arremete contra el capitalismo y pide más redistribución gubernamental de la riqueza y la propiedad.
En vez de instituciones “humildes”, Francisco pide que los gobiernos centralizados y los organismos internacionales actúen con arrogancia, reemplazando sus planes y valores por los de los individuos. El modelo de redistribución gubernamental forzada favorecido por Francis ha dejado una estela de lágrimas y destrucción en todas partes en donde ha sido implementado. La ayuda externa, las transferencias de gobierno a gobierno, generalmente apuntalan a gobiernos dictatoriales y cleptocráticos que asesinan y roban a su propio pueblo.
El gasto gubernamental y multinacional a menudo saca de apuros a los compinches comerciales de los gobernantes corruptos a expensas de lo que Francisco llama la “gente descartada”.
William Easterly demuestra que aun cuando la ayuda externa en África se disparó durante las décadas de 1980 y 1990, las economías africanas se desempeñaron peor. Escribe así en su libro “The White Man’s Burden”, “Recuerde, la ayuda no puede lograr el fin de la pobreza. Sólo el desarrollo interno basado en el dinamismo de los individuos y las empresas en los mercados libres puede hacerlo”.
El camino más eficaz para sacar a la gente de la pobreza de a millones es el emprendimiento descentralizado basado en el mercado. Progresos recientes en China e India, donde cientos de millones de personas han escapado de una de las peores pobrezas en la tierra, fue el resultado de la expansión de la libertad económica.
Francisco no reconoce que lo que él defiende socavaría las instituciones centrales necesarias para que este proceso funcione. Sus ideas frenarían el crecimiento económico y reducirían el excedente que la gente emplea para iniciar nuevos negocios, contratar más empleados y participar en eficaces donaciones caritativas privadas. Lamentablemente, el enfoque que defiende Francisco traería más sufrimiento humano, no menos, minando su llamado a ayudar a los pobres. Sin embargo, él no ve la contradicción.
La charla de Francisco insinúa el enfoque más efectivo para sacar a la gente de la pobreza: “El futuro de la humanidad no está solamente en manos de los políticos, de los grandes líderes, de las grandes empresas. El futuro está, sobre todo, en manos de las personas que reconocen al otro como un ‘tú’ y a ellos mismos como parte de un un ‘nosotros’”.
Esto describe acertadamente a los emprendedores, que dedican sus vidas a la solución de los problemas de otros, e invierten y arriesgan su propio tiempo, esfuerzo y dinero por el bien de los demás. Los empresarios son verdaderos buenos samaritanos.
El programa más eficaz de lucha contra la pobreza es un trabajo. La estrategia de desarrollo más efectiva es la inversión privada sostenida por los emprendedores en el mercado.
Desafortunadamente, el papa Francisco debilita ambos con su cruzada mundial contra el capitalismo.
Traducido por Gabriel Gasave
Las dos caras del papa Francisco
La grabación de la charla TED del papa Francisco “Por qué el único futuro que vale la pena construir incluye a todos” está llena de una sabiduría que entra en conflicto con las imprudentes políticas económicas por las que él aboga.
Hecha pública recientemente durante la conferencia internacional TED en Vancouver, Canadá, la charla comienza observando que la comunidad es central para la existencia humana: "la vida fluye a través de las relaciones. … la existencia de cada uno de nosotros está ligada a la de los demás: la vida no es tiempo que pasa, sino tiempo de encuentro”.
A continuación, Francisco hizo hincapié en la responsabilidad moral de todas las personas de ponerse en el lugar del otro y ayudar a los menos afortunados. Esta “solidaridad”, explicó el papa, fue exhibida por el buen samaritano de la Biblia, que personalmente se sacrificó para ayudar a un menesteroso desconocido.
Finalmente, Francisco afirmó que “cuanto más poderoso eres, cuanto más repercuten tus acciones en la gente, más estás llamado a ser humilde”.
Estos temas están muy en la tradición del liberalismo clásico y su compromiso con la libertad económica: la comunidad, las interacciones sociales abiertas, ayudar a los demás e instituciones humildes y transparentes. Lo preocupante respecto del papa Francisco es que pasa mucho de su tiempo viajando por el mundo defendiendo políticas que socavan estos objetivos.
Desde que se convirtió en el 266 obispo de Roma de la Iglesia católica romana en marzo de 2013, el Papa Francisco ha respaldado un rol más grande y más potente para los gobiernos y organizaciones internacionales. Como Hayeon Carol Park y yo exponemos en “Pope Francis, Capitalism, and Private Charitable Giving” (parte de un simposio especial en The Independent Review titulado “Pope Francis and Economics”, Francisco frecuentemente arremete contra el capitalismo y pide más redistribución gubernamental de la riqueza y la propiedad.
En vez de instituciones “humildes”, Francisco pide que los gobiernos centralizados y los organismos internacionales actúen con arrogancia, reemplazando sus planes y valores por los de los individuos. El modelo de redistribución gubernamental forzada favorecido por Francis ha dejado una estela de lágrimas y destrucción en todas partes en donde ha sido implementado. La ayuda externa, las transferencias de gobierno a gobierno, generalmente apuntalan a gobiernos dictatoriales y cleptocráticos que asesinan y roban a su propio pueblo.
El gasto gubernamental y multinacional a menudo saca de apuros a los compinches comerciales de los gobernantes corruptos a expensas de lo que Francisco llama la “gente descartada”.
William Easterly demuestra que aun cuando la ayuda externa en África se disparó durante las décadas de 1980 y 1990, las economías africanas se desempeñaron peor. Escribe así en su libro “The White Man’s Burden”, “Recuerde, la ayuda no puede lograr el fin de la pobreza. Sólo el desarrollo interno basado en el dinamismo de los individuos y las empresas en los mercados libres puede hacerlo”.
El camino más eficaz para sacar a la gente de la pobreza de a millones es el emprendimiento descentralizado basado en el mercado. Progresos recientes en China e India, donde cientos de millones de personas han escapado de una de las peores pobrezas en la tierra, fue el resultado de la expansión de la libertad económica.
Francisco no reconoce que lo que él defiende socavaría las instituciones centrales necesarias para que este proceso funcione. Sus ideas frenarían el crecimiento económico y reducirían el excedente que la gente emplea para iniciar nuevos negocios, contratar más empleados y participar en eficaces donaciones caritativas privadas. Lamentablemente, el enfoque que defiende Francisco traería más sufrimiento humano, no menos, minando su llamado a ayudar a los pobres. Sin embargo, él no ve la contradicción.
La charla de Francisco insinúa el enfoque más efectivo para sacar a la gente de la pobreza: “El futuro de la humanidad no está solamente en manos de los políticos, de los grandes líderes, de las grandes empresas. El futuro está, sobre todo, en manos de las personas que reconocen al otro como un ‘tú’ y a ellos mismos como parte de un un ‘nosotros’”.
Esto describe acertadamente a los emprendedores, que dedican sus vidas a la solución de los problemas de otros, e invierten y arriesgan su propio tiempo, esfuerzo y dinero por el bien de los demás. Los empresarios son verdaderos buenos samaritanos.
El programa más eficaz de lucha contra la pobreza es un trabajo. La estrategia de desarrollo más efectiva es la inversión privada sostenida por los emprendedores en el mercado.
Desafortunadamente, el papa Francisco debilita ambos con su cruzada mundial contra el capitalismo.
Traducido por Gabriel Gasave
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