A medida que la temporada de viajes con motivo del feriado se echa a rodar nuevamente, la lista de vigilancia del terrorismo y el listado de aquellos que tienen prohibido abordar un avión se tornan cada vez más extraños. Por supuesto, para empezar, la lista siempre ha sido inconstitucional en virtud de que el gobierno carece de una causa probable para considerar que la gran mayoría de los que aparecen en el listado han cometido un delito (de lo contrario podría arrestarlos de plano en vez de tan solo prohibirles viajar en avión).
Además, si todas estas 400.000 personas deseasen cometer actos de terrorismo en los Estados Unidos, estaríamos todos en problemas. La buena noticia es que no lo hacen. Muchas de estas personas integran agrupaciones extranjeras que están catalogadas como organizaciones terroristas por los Estados Unidos. Pero la mayoría de estos grupos no centran sus ataques contra los Estados Unidos. Como de costumbre, el gobierno estadounidense se está haciendo cargo de las batallas de otras naciones y etiqueta a sus dolores de cabeza como grupos terroristas que exigen el accionar de los EE.UU… Incluso el número más pequeño de agrupaciones que centran sus ataques sobre los Estados Unidos podría reducirse si los EE.UU. no se entrometieran innecesariamente en los conflictos foráneos.
De las 400.000 personas en la lista de vigilancia del terrorismo, tan sólo el 9 por ciento, o sea 36.000 individuos, integran la lista de los que tienen prohibido volar. De modo tal que supongo que los otros 364.000 “terroristas” (el 91 por ciento del total) pueden ir y venir a su antojo abordo de los aviones.
Todavía más surrealista e inconsistente es el hecho de que si bien a quienes integran el listado del terrorismo puede prohibírseles abordar un avión o negárseles una visa, no puede prohibírseles la compra de un arma de fuego.
Tras los ataques del 11 de septiembre de 2001, el gobierno debía ser visto como que estaba haciendo algo respecto del terrorismo—cualquier cosa, incluso si ella violaba las libertades civiles o resultaba disparatada. Después de la horrible tragedia, recuérdese la eliminación de los eficientes billetes electrónicos y el apostamiento de adolescentes reclutas con fusiles de asalto de la Guardia Nacional en aeropuertos atiborrados de gente. ¿No hubiese sido suficiente con una pistola? Afortunadamente, estas malas iniciativas fueron suspendidas.
Lamentablemente, la lista de vigilancia del terrorismo y el listado de quienes no pueden volar todavía perduran, aunque muchas de las personas que figuran en ellas probablemente no sean agresores anti-estadounidenses e incluso pueden no ser terroristas.
Peor aún, los varones de 25 países islámicos que ingresan a los Estados Unidos a través de los aeropuertos tienen que someterse a un “registro especial”. En vez de exhibir su pasaporte a un funcionario de Aduanas y Protección Fronteriza de los EE.UU., como lo hacen las personas que entran a los Estados Unidos procedentes de todos los demás países, ellos siempre recibirán la temida “inspección secundaria”, la cual puede retenerlos durante horas. Increíblemente, para salir del país, la gente de estos países debe viajar a través de aeropuertos designados, o podría no permitírseles regresar a los Estados Unidos. La Comisión del 11/09 descubrió que el programa de registro especial no detuvo ni disuadió el ingreso de los terroristas a los EE.UU. Es natural en razón de que los terroristas se encuentran reclutando a mujeres y europeos para hacer su trabajo sucio.
Cuando el gobierno desperdicia su tiempo en tales violaciones de las libertades civiles, la verdadera seguridad padece.
Traducido por Gabriel Gasave
Las listas gubernamentales de vigilancia del terrorismo son un desatino
A medida que la temporada de viajes con motivo del feriado se echa a rodar nuevamente, la lista de vigilancia del terrorismo y el listado de aquellos que tienen prohibido abordar un avión se tornan cada vez más extraños. Por supuesto, para empezar, la lista siempre ha sido inconstitucional en virtud de que el gobierno carece de una causa probable para considerar que la gran mayoría de los que aparecen en el listado han cometido un delito (de lo contrario podría arrestarlos de plano en vez de tan solo prohibirles viajar en avión).
Además, si todas estas 400.000 personas deseasen cometer actos de terrorismo en los Estados Unidos, estaríamos todos en problemas. La buena noticia es que no lo hacen. Muchas de estas personas integran agrupaciones extranjeras que están catalogadas como organizaciones terroristas por los Estados Unidos. Pero la mayoría de estos grupos no centran sus ataques contra los Estados Unidos. Como de costumbre, el gobierno estadounidense se está haciendo cargo de las batallas de otras naciones y etiqueta a sus dolores de cabeza como grupos terroristas que exigen el accionar de los EE.UU… Incluso el número más pequeño de agrupaciones que centran sus ataques sobre los Estados Unidos podría reducirse si los EE.UU. no se entrometieran innecesariamente en los conflictos foráneos.
De las 400.000 personas en la lista de vigilancia del terrorismo, tan sólo el 9 por ciento, o sea 36.000 individuos, integran la lista de los que tienen prohibido volar. De modo tal que supongo que los otros 364.000 “terroristas” (el 91 por ciento del total) pueden ir y venir a su antojo abordo de los aviones.
Todavía más surrealista e inconsistente es el hecho de que si bien a quienes integran el listado del terrorismo puede prohibírseles abordar un avión o negárseles una visa, no puede prohibírseles la compra de un arma de fuego.
Tras los ataques del 11 de septiembre de 2001, el gobierno debía ser visto como que estaba haciendo algo respecto del terrorismo—cualquier cosa, incluso si ella violaba las libertades civiles o resultaba disparatada. Después de la horrible tragedia, recuérdese la eliminación de los eficientes billetes electrónicos y el apostamiento de adolescentes reclutas con fusiles de asalto de la Guardia Nacional en aeropuertos atiborrados de gente. ¿No hubiese sido suficiente con una pistola? Afortunadamente, estas malas iniciativas fueron suspendidas.
Lamentablemente, la lista de vigilancia del terrorismo y el listado de quienes no pueden volar todavía perduran, aunque muchas de las personas que figuran en ellas probablemente no sean agresores anti-estadounidenses e incluso pueden no ser terroristas.
Peor aún, los varones de 25 países islámicos que ingresan a los Estados Unidos a través de los aeropuertos tienen que someterse a un “registro especial”. En vez de exhibir su pasaporte a un funcionario de Aduanas y Protección Fronteriza de los EE.UU., como lo hacen las personas que entran a los Estados Unidos procedentes de todos los demás países, ellos siempre recibirán la temida “inspección secundaria”, la cual puede retenerlos durante horas. Increíblemente, para salir del país, la gente de estos países debe viajar a través de aeropuertos designados, o podría no permitírseles regresar a los Estados Unidos. La Comisión del 11/09 descubrió que el programa de registro especial no detuvo ni disuadió el ingreso de los terroristas a los EE.UU. Es natural en razón de que los terroristas se encuentran reclutando a mujeres y europeos para hacer su trabajo sucio.
Cuando el gobierno desperdicia su tiempo en tales violaciones de las libertades civiles, la verdadera seguridad padece.
Traducido por Gabriel Gasave
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