Padres-¡encierren a sus hijos e hijas! Desde la escuela primaria a los simposios de graduados, los pasillos de las escuelas son sexualmente más peligrosos que las calles de la ciudad.
Ese es el mensaje que algunos padres se llevarán debido a dos acontecimientos recientes y estrechamente conectados. El mismo es un mensaje equivocado, basado en la propagación del temor y en el prejuicio en vez de en los hechos.
Los dos acontecimientos: El 30 de enero, un escolar de 6 años de edad de Massachusetts supuestamente deslizó dos dedos en el cinturón de una compañera de clases que se encontraba delante de él en el aula; él sostuvo que ella le había echado el ojo primero. La escuela denunció al niño a la policía y a la oficina local del fiscal de distrito por acoso sexual.
Debido tal vez a que las leyes penales de Massachussets no son aplicables a los menores de 7 años, no tuvieron lugar cargos algunos. En cambio, el niño fue suspendido en la escuela por tres días.
Una semana antes, el 24 de enero, la Education Foundation de la American Association of University Women (AAUW sigla en inglés para la Asociación Estadounidense de Mujeres Universitarias) emitió un informe intitulado: «Drawing the Line: Sexual Harassment on Campus (2006)». Su esencia: a pesar de décadas de agresivas y extraordinariamente costosas campañas en contra del acoso, los niños tienen una probabilidad del 62 por ciento de padecer el acoso sexual si ingresan a un campo universitario.
«Drawing the Line» continua con el tratamiento de un tema adelantado por la AAUW en un informe anterior «Hostile Hallways: Bullying, Teasing, and Sexual Harassment in School» (2001). Desde la escuela primaria en adelante, «Hostile Hallways» encontró que el 83 por ciento de las niñas y el 79 por ciento de los niños experimentaron acoso sexual.
La AAUW usualmente continúa a tales informes con recomendaciones de políticas o guías que detallan cómo tomar medidas represivas contra los acosadores. Por ejemplo, «Hostile Hallways» fue seguido por la guía del año 2003 «Harassment-Free Hallways».
La AAUW es ampliamente reconocida por la difusión y la tolerancia cero respecto del acoso sexual en todo el sistema educativo.
Greg Lukianoff, presidente de la Foundation for Individual Rights in Education (FIRE es su sigla en inglés), considera que deberían ser reconocida por la divulgación de una grosera información errónea y del pánico al por mayor. Lukianoff ataca a «Drawing the Line» (y a otro material de la AAUW) en base a sus fundamentos. Rechaza su definición de acoso sexual.
Lukianoff empieza con la definición del Departamento de Educación: «la conducta desagradable de una naturaleza sexual…tan severa, persistente, o penetrante que afecta la capacidad de un estudiante para participar en- o beneficiarse de- un programa o actividad educativa, o que crea un contexto educativo intimidatorio, amenazante o abusivo».
Esta es una definición legal la cual muchos, como yo, sostendrán que es demasiado amplia y vaga.
La definición ofrecida por la AAUW es más amplia y más vaga. «Drawing the Line» define al acoso sexual como «el comportamiento sexual no deseado y desagradable que interfiere con su vida» (pág. 2). Quince tipos de comportamiento constituyen acoso sexual. Encabezando la lista del informe se encuentran «los comentarios, los chistes, los gestos, o las miradas sexuales».
En síntesis, si alguien le lanza una «mirada sexual» no deseada a su paso, usted ha sido acosado sexualmente. (Presumiblemente el receptor de la mirada juzga tanto al contenido sexual como el «factor agradable»»».)
«Drawing the Line» le pregunta luego a los estudiantes encuestados, ¿»Durante toda su vida universitaria» le ha dirigido alguien alguna vez «comentarios, chistes, gestos, o miradas sexuales» o a alguien que usted conozca personalmente? (pág. 2-3)
La pregunta repite a una formulada en «Harassment-Free Hallways». Justo después de una »»»»tabla estadística»»»» que declara que más del 80 por ciento de sus pares informan acoso, a los estudiantes se les pregunta acerca de su propia experiencia de «comentarios, chistes, fastidios, gestos, o miradas sexuales». En esencia, se les pregunta, «¿eres tu como los otros niños?»
Dada la definición amplia y cómo las preguntas sugieren sus propias respuestas, no resulta sorprendente que la AAUW encuentre que el acoso sexual está corriendo rampante.
Sorprende que las escuelas empleen tan a menudo definiciones al estilo de las de la AAUW a efectos de fijar sus políticas. En el mejor de los casos, los informes de la AAUW son encuestas sociológicas interesantes de cómo los estudiantes observan su medioambiente. De modo realista, los mismos son informes prejuiciosos y auto-administrados de los alumnos, quienes por lo general son niños.
Jamás deberían servir como base para una ley o una política.
Tal como lo observa Lukianoff, esto es precisamente lo que ha ocurrido.
«Con millones de estudiantes que supuestamente creen que fueron «acosados»» mediante meramente un discurso rudo u obsceno, no sorprende que los colegios universitarios y las universidades estén inundadas de frívolos reclamos y demandas judiciales de acoso».
De esta manera, la histeria generada «pone en peligro a la libre expresión a la vez que torna trivial al verdadero acoso».
En las escuelas primarias, la misma también criminaliza al comportamiento infantil normal como mirar a un niño o niña que le gusta.
Algunos ven al del suspendido niño de seis años de edad de Massachusetts como un ejemplo extremo que debe ser descartado por tratarse de una aberración. Los hechos desaprueban esta interpretación. La reacción de la escuela no fue un hecho aislado. Desde el año 1996, cuando Johnathan Prevette de seis años fue separado de sus compañeros de clase en Lexington, Carolina del Norte, por besar en la mejilla a una niñita, informes similares han aparecido en las noticias. (Y ellos son solamente aquellos que son denunciados.)
Además, el Comité Escolar de Massachusetts en cuestión define al acoso sexual como «el contacto físico no invitado tal como el hecho de toquetear, abrazar, acariciar o pellizcar». El comportamiento del niño encaja en esa descripción.
Cuando fueron confrontados por una madre indignada, los funcionarios de la escuela defendieron sus acciones como »»acordes con las reglas.»» En verdad, el superintendente escolar Basan Nembirkow sostuvo que el asunto «se fue de las manos » porque la política sobre acoso sexual del distrito fue estrictamente cumplida .
¿Qué dice ello de una ley que es patentemente injusta tanto cuando es aplicada como redactada?
Considero que dice que la ley debería ser desechada junto con las suposiciones que dependen de la misma. La ley debería ser hecha jirones, no tan solo modificada.
La escuela de Massachusetts está modificando sus políticas ante la abrumadoramente hostil cobertura de los medios y una demanda judicial pendiente. Ese es un paso inadecuado en la dirección correcta.
Otro paso es el de hacer que la AAUW sea responsable por el daño infringido a los niños mediante informes prejuiciosos que amontonan «comentarios, chistes, fastidios, gestos, o miradas» con verdadera violencia.
Traducido por Gabriel Gasave
Las políticas sobre el acoso sexual precisan ser reformadas
Padres-¡encierren a sus hijos e hijas! Desde la escuela primaria a los simposios de graduados, los pasillos de las escuelas son sexualmente más peligrosos que las calles de la ciudad.
Ese es el mensaje que algunos padres se llevarán debido a dos acontecimientos recientes y estrechamente conectados. El mismo es un mensaje equivocado, basado en la propagación del temor y en el prejuicio en vez de en los hechos.
Los dos acontecimientos: El 30 de enero, un escolar de 6 años de edad de Massachusetts supuestamente deslizó dos dedos en el cinturón de una compañera de clases que se encontraba delante de él en el aula; él sostuvo que ella le había echado el ojo primero. La escuela denunció al niño a la policía y a la oficina local del fiscal de distrito por acoso sexual.
Debido tal vez a que las leyes penales de Massachussets no son aplicables a los menores de 7 años, no tuvieron lugar cargos algunos. En cambio, el niño fue suspendido en la escuela por tres días.
Una semana antes, el 24 de enero, la Education Foundation de la American Association of University Women (AAUW sigla en inglés para la Asociación Estadounidense de Mujeres Universitarias) emitió un informe intitulado: «Drawing the Line: Sexual Harassment on Campus (2006)». Su esencia: a pesar de décadas de agresivas y extraordinariamente costosas campañas en contra del acoso, los niños tienen una probabilidad del 62 por ciento de padecer el acoso sexual si ingresan a un campo universitario.
«Drawing the Line» continua con el tratamiento de un tema adelantado por la AAUW en un informe anterior «Hostile Hallways: Bullying, Teasing, and Sexual Harassment in School» (2001). Desde la escuela primaria en adelante, «Hostile Hallways» encontró que el 83 por ciento de las niñas y el 79 por ciento de los niños experimentaron acoso sexual.
La AAUW usualmente continúa a tales informes con recomendaciones de políticas o guías que detallan cómo tomar medidas represivas contra los acosadores. Por ejemplo, «Hostile Hallways» fue seguido por la guía del año 2003 «Harassment-Free Hallways».
La AAUW es ampliamente reconocida por la difusión y la tolerancia cero respecto del acoso sexual en todo el sistema educativo.
Greg Lukianoff, presidente de la Foundation for Individual Rights in Education (FIRE es su sigla en inglés), considera que deberían ser reconocida por la divulgación de una grosera información errónea y del pánico al por mayor. Lukianoff ataca a «Drawing the Line» (y a otro material de la AAUW) en base a sus fundamentos. Rechaza su definición de acoso sexual.
Lukianoff empieza con la definición del Departamento de Educación: «la conducta desagradable de una naturaleza sexual…tan severa, persistente, o penetrante que afecta la capacidad de un estudiante para participar en- o beneficiarse de- un programa o actividad educativa, o que crea un contexto educativo intimidatorio, amenazante o abusivo».
Esta es una definición legal la cual muchos, como yo, sostendrán que es demasiado amplia y vaga.
La definición ofrecida por la AAUW es más amplia y más vaga. «Drawing the Line» define al acoso sexual como «el comportamiento sexual no deseado y desagradable que interfiere con su vida» (pág. 2). Quince tipos de comportamiento constituyen acoso sexual. Encabezando la lista del informe se encuentran «los comentarios, los chistes, los gestos, o las miradas sexuales».
En síntesis, si alguien le lanza una «mirada sexual» no deseada a su paso, usted ha sido acosado sexualmente. (Presumiblemente el receptor de la mirada juzga tanto al contenido sexual como el «factor agradable»»».)
«Drawing the Line» le pregunta luego a los estudiantes encuestados, ¿»Durante toda su vida universitaria» le ha dirigido alguien alguna vez «comentarios, chistes, gestos, o miradas sexuales» o a alguien que usted conozca personalmente? (pág. 2-3)
La pregunta repite a una formulada en «Harassment-Free Hallways». Justo después de una »»»»tabla estadística»»»» que declara que más del 80 por ciento de sus pares informan acoso, a los estudiantes se les pregunta acerca de su propia experiencia de «comentarios, chistes, fastidios, gestos, o miradas sexuales». En esencia, se les pregunta, «¿eres tu como los otros niños?»
Dada la definición amplia y cómo las preguntas sugieren sus propias respuestas, no resulta sorprendente que la AAUW encuentre que el acoso sexual está corriendo rampante.
Sorprende que las escuelas empleen tan a menudo definiciones al estilo de las de la AAUW a efectos de fijar sus políticas. En el mejor de los casos, los informes de la AAUW son encuestas sociológicas interesantes de cómo los estudiantes observan su medioambiente. De modo realista, los mismos son informes prejuiciosos y auto-administrados de los alumnos, quienes por lo general son niños.
Jamás deberían servir como base para una ley o una política.
Tal como lo observa Lukianoff, esto es precisamente lo que ha ocurrido.
«Con millones de estudiantes que supuestamente creen que fueron «acosados»» mediante meramente un discurso rudo u obsceno, no sorprende que los colegios universitarios y las universidades estén inundadas de frívolos reclamos y demandas judiciales de acoso».
De esta manera, la histeria generada «pone en peligro a la libre expresión a la vez que torna trivial al verdadero acoso».
En las escuelas primarias, la misma también criminaliza al comportamiento infantil normal como mirar a un niño o niña que le gusta.
Algunos ven al del suspendido niño de seis años de edad de Massachusetts como un ejemplo extremo que debe ser descartado por tratarse de una aberración. Los hechos desaprueban esta interpretación. La reacción de la escuela no fue un hecho aislado. Desde el año 1996, cuando Johnathan Prevette de seis años fue separado de sus compañeros de clase en Lexington, Carolina del Norte, por besar en la mejilla a una niñita, informes similares han aparecido en las noticias. (Y ellos son solamente aquellos que son denunciados.)
Además, el Comité Escolar de Massachusetts en cuestión define al acoso sexual como «el contacto físico no invitado tal como el hecho de toquetear, abrazar, acariciar o pellizcar». El comportamiento del niño encaja en esa descripción.
Cuando fueron confrontados por una madre indignada, los funcionarios de la escuela defendieron sus acciones como »»acordes con las reglas.»» En verdad, el superintendente escolar Basan Nembirkow sostuvo que el asunto «se fue de las manos » porque la política sobre acoso sexual del distrito fue estrictamente cumplida .
¿Qué dice ello de una ley que es patentemente injusta tanto cuando es aplicada como redactada?
Considero que dice que la ley debería ser desechada junto con las suposiciones que dependen de la misma. La ley debería ser hecha jirones, no tan solo modificada.
La escuela de Massachusetts está modificando sus políticas ante la abrumadoramente hostil cobertura de los medios y una demanda judicial pendiente. Ese es un paso inadecuado en la dirección correcta.
Otro paso es el de hacer que la AAUW sea responsable por el daño infringido a los niños mediante informes prejuiciosos que amontonan «comentarios, chistes, fastidios, gestos, o miradas» con verdadera violencia.
Traducido por Gabriel Gasave
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