La Carta del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, por su sigla en inglés) de la ONU declara que el propósito de la organización es procurar descubrir el cambio climático inducido por los humanos.
Por su parte, en el Panel Internacional No gubernamental sobre el Cambio Climático (NIPCC en inglés) no tenemos este problema. Si descubrimos que existen datos que apoyan el cambio climático inducido por los humanos, lo decimos. Si no encontramos fundamentos para el cambio climático inducido por los humanos, también lo decimos. De hecho, el primer informe del NIPCC, del cual fui su principal autor, se intituló “La naturaleza, no la actividad humana, gobierna el clima”.
No observamos evidencia alguna en los registros climáticos de que el aumento del C02, que es real, tenga algún efecto apreciable sobre la temperatura global. El IPCC se basa fuertemente en información sobre la temperatura en superficie, la cual se encuentra distorsionada por el cierre de numerosas estaciones de superficie. A las “mejores” estaciones se las mantuvo—aquellas situadas alrededor de las islas de calor y en los aeropuertos.
Ahora, la filtración del “climategate” ha demostrado que la información sobre la temperatura en superficie del IPCC se basada en datos sin procesar y algoritmos distorsionados que no comparten con la comunidad científica. Los científicos implicados en el “climategate” han hecho una mala utilización de la revisión inter pares y presionado a los editores de publicaciones científicas para impedir la divulgación de investigaciones que cuestionan las suyas. Han asumido el control del proceso del IPCC y han difamado a los que piensan distinto con ataques hacia sus personas, en lugar de criticar sus trabajos.
El mandato del IPCC establece que su función es la de evaluar a la ciencia de una manera amplia, objetiva, abierta y transparente. Lamentablemente, el proceso ha sido cualquier cosa menos amplio, objetivo, abierto y transparente. El “climategate” dejó al descubierto este viciado proceso, y ahora resulta que después de todo el calentamiento global podría haber sido “hecho por el hombre”.
He viajado por Europa durante un mes, conversando con colegas e individuos que están preocupados por las políticas draconianas que se están implementando. Pero estamos ganando la batalla de la ciencia; el alarmista carece de toda evidencia.
La Organización Meteorológica Mundial (OMM) de la ONU deseaba imponer el tono de la Conferencia sobre el Cambio Climático de la ONU en Copenhague mediante la publicación de una declaración que sostiene que la pasada década ha evidenciado algunas de las temperaturas más cálidas de la historia, basándose en los 160 años de información instrumental con la que contamos. Intencionalmente o no, la declaración dio la impresión de que el calentamiento global antropogénico es la causa del incremento de la temperatura y que el IPCC estaba en lo cierto después de todo. Nada podría estar más lejos de la verdad.
La OMM confunde (¿adrede?) dos conceptos muy disimiles: las temperaturas, que son medidas en grados Celsius, y las tendencias de la temperatura, que se miden en grados Celsius por año. Las temperaturas se encuentran, por supuesto, actualmente en su punto más alto pues nos estamos recuperando de la Pequeña Edad de Hielo del siglo 18. Incluso podrían elevarse aún más sin ningún tipo de ayuda humana. Virtualmente pueden llegar a alcanzar los altos valores observados durante el Período Cálido Medieval alrededor del año 1.100 de nuestra era.
Pero las tendencias de la temperatura van cuesta abajo, incluso cuando los gases de efecto invernadero como el C02 están aumentando en la atmósfera. Esta correlación negativa contradice los resultados de los modelos del IPCC que se basan en—e indican que—el calentamiento global antropogénico es muy pequeño.
Estamos ganando la batalla de la ciencia sobre el cambio climático, porque la fabula del IPCC se está desentrañando, pero aún no hemos ganado la guerra. Esto llevará apenas un poco más de tiempo.
Traducido por Gabriel Gasave
Los escépticos del cambio climático estamos ganando la batalla de la ciencia
La Carta del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, por su sigla en inglés) de la ONU declara que el propósito de la organización es procurar descubrir el cambio climático inducido por los humanos.
Por su parte, en el Panel Internacional No gubernamental sobre el Cambio Climático (NIPCC en inglés) no tenemos este problema. Si descubrimos que existen datos que apoyan el cambio climático inducido por los humanos, lo decimos. Si no encontramos fundamentos para el cambio climático inducido por los humanos, también lo decimos. De hecho, el primer informe del NIPCC, del cual fui su principal autor, se intituló “La naturaleza, no la actividad humana, gobierna el clima”.
No observamos evidencia alguna en los registros climáticos de que el aumento del C02, que es real, tenga algún efecto apreciable sobre la temperatura global. El IPCC se basa fuertemente en información sobre la temperatura en superficie, la cual se encuentra distorsionada por el cierre de numerosas estaciones de superficie. A las “mejores” estaciones se las mantuvo—aquellas situadas alrededor de las islas de calor y en los aeropuertos.
Ahora, la filtración del “climategate” ha demostrado que la información sobre la temperatura en superficie del IPCC se basada en datos sin procesar y algoritmos distorsionados que no comparten con la comunidad científica. Los científicos implicados en el “climategate” han hecho una mala utilización de la revisión inter pares y presionado a los editores de publicaciones científicas para impedir la divulgación de investigaciones que cuestionan las suyas. Han asumido el control del proceso del IPCC y han difamado a los que piensan distinto con ataques hacia sus personas, en lugar de criticar sus trabajos.
El mandato del IPCC establece que su función es la de evaluar a la ciencia de una manera amplia, objetiva, abierta y transparente. Lamentablemente, el proceso ha sido cualquier cosa menos amplio, objetivo, abierto y transparente. El “climategate” dejó al descubierto este viciado proceso, y ahora resulta que después de todo el calentamiento global podría haber sido “hecho por el hombre”.
He viajado por Europa durante un mes, conversando con colegas e individuos que están preocupados por las políticas draconianas que se están implementando. Pero estamos ganando la batalla de la ciencia; el alarmista carece de toda evidencia.
La Organización Meteorológica Mundial (OMM) de la ONU deseaba imponer el tono de la Conferencia sobre el Cambio Climático de la ONU en Copenhague mediante la publicación de una declaración que sostiene que la pasada década ha evidenciado algunas de las temperaturas más cálidas de la historia, basándose en los 160 años de información instrumental con la que contamos. Intencionalmente o no, la declaración dio la impresión de que el calentamiento global antropogénico es la causa del incremento de la temperatura y que el IPCC estaba en lo cierto después de todo. Nada podría estar más lejos de la verdad.
La OMM confunde (¿adrede?) dos conceptos muy disimiles: las temperaturas, que son medidas en grados Celsius, y las tendencias de la temperatura, que se miden en grados Celsius por año. Las temperaturas se encuentran, por supuesto, actualmente en su punto más alto pues nos estamos recuperando de la Pequeña Edad de Hielo del siglo 18. Incluso podrían elevarse aún más sin ningún tipo de ayuda humana. Virtualmente pueden llegar a alcanzar los altos valores observados durante el Período Cálido Medieval alrededor del año 1.100 de nuestra era.
Pero las tendencias de la temperatura van cuesta abajo, incluso cuando los gases de efecto invernadero como el C02 están aumentando en la atmósfera. Esta correlación negativa contradice los resultados de los modelos del IPCC que se basan en—e indican que—el calentamiento global antropogénico es muy pequeño.
Estamos ganando la batalla de la ciencia sobre el cambio climático, porque la fabula del IPCC se está desentrañando, pero aún no hemos ganado la guerra. Esto llevará apenas un poco más de tiempo.
Traducido por Gabriel Gasave
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