A medida que la gente de todo el país y, de hecho, de todo el mundo sigue pasando apuros económicos debido a la inflación, los persistentes brotes de coronavirus y los efectos de la guerra rusa en Ucrania, a todos nos vendría bien más libertad económica para llenar nuestros bolsillos y mejorar nuestra calidad de vida.
Esta es la lección que nos enseñan los informes anuales sobre la Libertad Económica de América del Norte y la Libertad Económica del Mundo del Fraser Institute.
Basándose tanto en sus propios resultados como en una gran cantidad de otras investigaciones económicas, el informe Libertad Económica de América del Norte concluyó que «la libertad económica está correlacionada de manera positiva con el ingreso per cápita, el crecimiento económico, una mayor esperanza de vida, una menor mortalidad infantil, el desarrollo de instituciones democráticas, las libertades civiles y políticas y otros resultados socioeconómicos deseables».
La libertad económica en general había aumentado ligeramente en los últimos años hasta que la pandemia de COVID-19 y, en particular, las reacciones políticas gubernamentales ante ella revirtieron esta tendencia.
«Las respuestas políticas a la pandemia de coronavirus, incluidos los masivos incrementos del gasto público, la expansión monetaria, las restricciones a los viajes, las reglamentaciones sobre las empresas relacionadas con el uso de barbijos, horarios y capacidad, y los cierres totales, contribuyeron sin duda a una erosión de la libertad económica para la mayoría de las personas», concluye el informe. Años después, los estadounidenses siguen tratando de recuperarse tanto de la enfermedad como de las supuestas curas impuestas al público por los gobiernos a nivel federal, estatal y local.
Entre los estados de los EE.UU., Florida clasificó como el más libre económicamente, seguido de New Hampshire, South Dakota y un empate entre Texas y Tennessee. California ocupó el puesto 49, sólo superado por New York. Entre las subcategorías, el Estado Dorado ocupó el puesto 49 en gasto público, el 45 en impuestos y el 38 en libertad del mercado laboral. Los cinco últimos puestos se completan con Hawaii, Vermont y Oregón.
Estos resultados no son una novedad para California. Numerosas encuestas e informes que analizan diversos indicadores económicos han situado sistemáticamente a California en los últimos puestos, o cerca de ellos, de todos los estados en cuanto a libertad económica y clima empresarial. El estado ocupó el puesto 48 en el 2023 State Business Tax Climate Index de la
Tax Foundation, ha sido apodado uno de los mayores «Infiernos judiciales» del país por la American Tort Reform Foundation por fomentar demandas frívolas y abusivas, recibió una calificación de «F» en la más reciente
Small Business Friendliness Survey de Thumbtack y se ubicó en el último lugar -nuevamente- en la encuesta anual de la Chief Executive Magazine sobre los
mejores y peores estados para los negocios, realizada a CEOs de todo el país (Texas, Florida y Tennessee dominan la parte superior de la clasificación -deténganme si esto les resulta familiar).
No es de extrañar, pues, que «California haya sido un exportador neto de empresas durante al menos tres décadas», según el 2022 Cost of Doing Business Survey del Kosmont-Rose Institute del Claremont McKenna College. El estudio encontró que, de 1990 a 2019, un 44% más de empresas abandonaron California de las que se mudaron allí desde otros estados, lo que resultó en una pérdida neta de casi 20,000 empresas.
Ya se trate de impuestos altos; regulaciones ambientales excesivas (de las que a menudo se abusa por razones no ambientales); zonificación restrictiva, ordenanzas de vivienda asequible, control de alquileres y otras políticas que limitan la edificación de viviendas y elevan el costo de los hogares; un salario mínimo alto ($15,50 por hora, a partir del 1 de enero), que beneficia a una pequeña parte de los trabajadores, pero solo a expensas de la reducción de horas y menos empleos para muchos otros (sin mencionar precios más altos para los consumidores); o leyes de licencias ocupacionales arbitrarias e innecesarias que reducen el espíritu empresarial y el empleo, California ha promulgado sistemáticamente políticas que limitan la libertad económica y la oportunidad.
Cuando las personas son libres de conservar una mayor parte de su dinero duramente ganado, de negociar sus propios salarios y otras condiciones laborales, de crear una empresa o de trabajar en la ocupación que elijan sin tener que obtener permiso del gobierno, la prosperidad y el crecimiento económico son inevitables.
La evidencia histórica de las virtudes de la libertad económica – y los vicios de la planificación gubernamental y las restricciones a estas libertades – es abrumadora.
Como asevera el informe Libertad Económica de América del Norte: «En cierto modo, es sorprendente que el debate siga abierto porque las pruebas y la teoría que favorecen la libertad económica coinciden con la intuición: Es lógico que el empuje y el ingenio de los individuos produzcan mejores resultados mediante el mecanismo del intercambio mutuamente beneficioso que los designios de una pequeña camarilla de planificadores gubernamentales, quienes difícilmente pueden tener conocimiento de los valores de todo el mundo y que, al ser humanos, es probable que consideren primero su propio bienestar y el de los electores a los que deben complacer a la hora de tomar decisiones para todos nosotros».
Por desgracia, es una lección que aún no se ha aprendido en California y en muchos otros estados y naciones.
Traducido por Gabriel Gasave
Los estados de los EE.UU. más rezagados en libertad económica
A medida que la gente de todo el país y, de hecho, de todo el mundo sigue pasando apuros económicos debido a la inflación, los persistentes brotes de coronavirus y los efectos de la guerra rusa en Ucrania, a todos nos vendría bien más libertad económica para llenar nuestros bolsillos y mejorar nuestra calidad de vida.
Esta es la lección que nos enseñan los informes anuales sobre la Libertad Económica de América del Norte y la Libertad Económica del Mundo del Fraser Institute.
Basándose tanto en sus propios resultados como en una gran cantidad de otras investigaciones económicas, el informe Libertad Económica de América del Norte concluyó que «la libertad económica está correlacionada de manera positiva con el ingreso per cápita, el crecimiento económico, una mayor esperanza de vida, una menor mortalidad infantil, el desarrollo de instituciones democráticas, las libertades civiles y políticas y otros resultados socioeconómicos deseables».
La libertad económica en general había aumentado ligeramente en los últimos años hasta que la pandemia de COVID-19 y, en particular, las reacciones políticas gubernamentales ante ella revirtieron esta tendencia.
«Las respuestas políticas a la pandemia de coronavirus, incluidos los masivos incrementos del gasto público, la expansión monetaria, las restricciones a los viajes, las reglamentaciones sobre las empresas relacionadas con el uso de barbijos, horarios y capacidad, y los cierres totales, contribuyeron sin duda a una erosión de la libertad económica para la mayoría de las personas», concluye el informe. Años después, los estadounidenses siguen tratando de recuperarse tanto de la enfermedad como de las supuestas curas impuestas al público por los gobiernos a nivel federal, estatal y local.
Entre los estados de los EE.UU., Florida clasificó como el más libre económicamente, seguido de New Hampshire, South Dakota y un empate entre Texas y Tennessee. California ocupó el puesto 49, sólo superado por New York. Entre las subcategorías, el Estado Dorado ocupó el puesto 49 en gasto público, el 45 en impuestos y el 38 en libertad del mercado laboral. Los cinco últimos puestos se completan con Hawaii, Vermont y Oregón.
Estos resultados no son una novedad para California. Numerosas encuestas e informes que analizan diversos indicadores económicos han situado sistemáticamente a California en los últimos puestos, o cerca de ellos, de todos los estados en cuanto a libertad económica y clima empresarial. El estado ocupó el puesto 48 en el 2023 State Business Tax Climate Index de la Tax Foundation, ha sido apodado uno de los mayores «Infiernos judiciales» del país por la American Tort Reform Foundation por fomentar demandas frívolas y abusivas, recibió una calificación de «F» en la más reciente Small Business Friendliness Survey de Thumbtack y se ubicó en el último lugar -nuevamente- en la encuesta anual de la Chief Executive Magazine sobre los mejores y peores estados para los negocios, realizada a CEOs de todo el país (Texas, Florida y Tennessee dominan la parte superior de la clasificación -deténganme si esto les resulta familiar).No es de extrañar, pues, que «California haya sido un exportador neto de empresas durante al menos tres décadas», según el 2022 Cost of Doing Business Survey del Kosmont-Rose Institute del Claremont McKenna College. El estudio encontró que, de 1990 a 2019, un 44% más de empresas abandonaron California de las que se mudaron allí desde otros estados, lo que resultó en una pérdida neta de casi 20,000 empresas.
Ya se trate de impuestos altos; regulaciones ambientales excesivas (de las que a menudo se abusa por razones no ambientales); zonificación restrictiva, ordenanzas de vivienda asequible, control de alquileres y otras políticas que limitan la edificación de viviendas y elevan el costo de los hogares; un salario mínimo alto ($15,50 por hora, a partir del 1 de enero), que beneficia a una pequeña parte de los trabajadores, pero solo a expensas de la reducción de horas y menos empleos para muchos otros (sin mencionar precios más altos para los consumidores); o leyes de licencias ocupacionales arbitrarias e innecesarias que reducen el espíritu empresarial y el empleo, California ha promulgado sistemáticamente políticas que limitan la libertad económica y la oportunidad.
Cuando las personas son libres de conservar una mayor parte de su dinero duramente ganado, de negociar sus propios salarios y otras condiciones laborales, de crear una empresa o de trabajar en la ocupación que elijan sin tener que obtener permiso del gobierno, la prosperidad y el crecimiento económico son inevitables.
La evidencia histórica de las virtudes de la libertad económica – y los vicios de la planificación gubernamental y las restricciones a estas libertades – es abrumadora.
Como asevera el informe Libertad Económica de América del Norte: «En cierto modo, es sorprendente que el debate siga abierto porque las pruebas y la teoría que favorecen la libertad económica coinciden con la intuición: Es lógico que el empuje y el ingenio de los individuos produzcan mejores resultados mediante el mecanismo del intercambio mutuamente beneficioso que los designios de una pequeña camarilla de planificadores gubernamentales, quienes difícilmente pueden tener conocimiento de los valores de todo el mundo y que, al ser humanos, es probable que consideren primero su propio bienestar y el de los electores a los que deben complacer a la hora de tomar decisiones para todos nosotros».
Por desgracia, es una lección que aún no se ha aprendido en California y en muchos otros estados y naciones.
Traducido por Gabriel Gasave
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