Katina Britt afirma haber sido salvajemente golpeada por un ex-novio en contra de quien se rehusá a declarar. En consecuencia, un juez del estado de California le ha ordenado esta semana ir presa por desacato a los cargos judiciales. El abogado de Britt está preparando una apelación por ante la Corte de apelaciones de los EE.UU. en la ciudad de San Francisco basándose en la circunstancia de que la ley estadual le permite Britt, como victima de la violencia doméstica, negarse a testificar con impunidad en al menos un tribunal; el testimonio en cuestión constituirá su primera comparecencia ante un juzgado.
La apelación puede depender de un tecnicismo pero el caso de Britt ilustra una cambio fundamental en la postura del sistema legal hacia las victimas de la violencia doméstica. Los críticos de este cambio, como yo, sostienen que hay algo desacertado respecto de un sistema, cuando aquellos a los que el mismo pretende proteger se rehúsan a cooperar y en su lugar se arriesgan a ser encarcelados.
El argumento específico en el caso de Britt gira en torno a la idea del «testimonio forzado».
En las pasadas décadas, rara vez tenía lugar el enjuiciamiento si una victima de violencia doméstica se negaba a testificar. Esto era particularmente cierto en casos como el de Britt al cual las autoridades han considerado «débil».
¿Cómo es que el tema de la violencia doméstica ha cambiado de rumbo desde sus raíces originales de facultar a las »victimas» y de alentar sus voces hacia encarcelarlas y forzar su testimonio?
El posible encarcelamiento de Britt es el resultado de un enfoque burocrático e ideológico específico respecto de la violencia doméstica, el que ha dominado el sistema legal en los años recientes.
La burocracia está integrada por los abogados, consejeros, políticos, »expertos», y otros profesionales que deben sus ingresos o progreso al enjuiciamiento de la violencia doméstica; en gran medida, la elección de procesar ha sido sustraída de manos de las supuestas victimas y depositada en las manos de los burócratas.
La ideología es la del feminismo del genero, que considera a la violencia doméstica como violencia contra las mujeres; esto hace que la obstrucción del enjuiciamiento sea un acto perjudicial en contra de todas las mujeres. Las victimas que objetan son a menudo desechadas por estar demasiado confundidas o intimidadas como para percibir sus propios mejores intereses.
Según la experiencia del Fiscal Asistente en Jefe de Distrito Steve Wagstaffe-el fiscal en el caso de Britt-aproximadamente el 75 por ciento de la victimas de violencia doméstica son renuentes a testificar. Con el rechazo de Britt, el tribunal aplicó la ley de California al »proporcionarle» consejería ordenada por el mismo. Dado que las victimas que persisten en su negativa enfrentan la pena de prisión, Wagstaffe explica que la grana mayoría coopera después de la consejería obligatoria.
De esta manera, el encarcelamiento amenazado de Britt puede ser fuera de lo común solamente debido a que formas de coerción más tempranas y más sutiles son usualmente efectivas.
Ciertamente la intención del testimonio forzado de las victimas de la violencia doméstica es clara. Ninguna otra cosa explica los estatutos de la Spousal Privilege Exception (Excepción al Privilegio de los Cónyuges) actualmente en vigor para la violencia doméstica en casi todos los estados.
El bien establecido principio legal del Privilegio del Cónyuge requiere que una esposa o esposo sea capaz de negarse a declarar con impunidad ante un tribunal sobre cuestiones privadas. La excepción de la violencia doméstica le permite a los fiscales en toda Norteamérica compeler a la declaración de un esposo contra el otro en asuntos de violencia doméstica.
Quienes defienden el privilegio de los cónyuges lo ven como una limitación al alcance del gobierno dentro del hogar, como una barrera que separa a las esferas pública y privada a fin de proteger a esta última. Los partidarios de una excepción para la violencia doméstica consideran que el privilegio del cónyuge es un resabio de la opinión legal de que las esposas son una propiedad de sus maridos. La defensora de la excepción, Shery F. Colb agrega el argumento de que «[Una] mujer que decide no testificar en contra de su esposo podría simplemente haberlo perdonado. A pesar de que…es todavía razonable que el estado lo procese. Después de todo, una agresión criminal viola las leyes del estado y no debería ser considerada como una cuestión privada, por ser o no tratada, dependiendo de los deseos de una parte privada.»
Resumiendo, la violencia doméstica no es un crimen contra un individuo sino un crimen contra la sociedad y , por lo tanto, la decisión no recae en el individuo sino en la sociedad; en la practica, esto significa que la misma descansa con la burocracia legal.
El artículo de Colb se intitula «Helping Battered Women Without Holding Them in Contempt» pero el título elude el interrogante principal: ¿serán las mujeres (o los hombres) golpeados que no desean incoar cargos ni brindar su testimonio considerados en desacato? La respuesta se está tornando un «si». Los partidarios de la violencia doméstica están dejando de presionar en favor del hecho de facultar a las victimas con la elección. Argumentan en la actualidad en favor de facultar a la burocracia a fin de alcanzar las metas sociales, incluso por sobre la objeción de las victimas.
¿Cómo es que la violencia doméstica llegó al triste sitial en el cual sus partidarios defienden la practica de encarcelar a las victimas?
Para ser justos, una razón es la extrema complejidad de la violencia doméstica. Considérese el caso de Britt. Su resistencia a declarar se ha dicho que se origina en que fue intimidada por el supuesto abusador. No obstante, aún si esto fuese cierto,¿Cómo es que su encarcelamiento constituye una solución? ¿Cómo puede una Britt encarcelada distinguir al sistema judicial de su ex-novio abusivo, cuando ambos demandan el control de su vida en contra de su voluntad?
La violencia doméstica es un nudo gordiano-un problema difícil, intratable y a veces insoluble. Alejandro el Grande »resolvió» el legendario Nudo Gordiano al simplemente cortarlo con su espada. Logró llegar a los más crucial del nudo al cortar a través de él.
Como sobreviviente de una violencia doméstica severa, conozco en un nivel visceral la complejidad de la misma. Se también que existe un punto esencial: la violencia doméstica es un crimen cometido por un individuo en contra de otro. La manera de facultar a las victimas es la de restaurar y respetar sus decisiones, no la de forzarla de modo adicional.
Nadie debería ser encarcelado por ser golpeado y, luego, negarse a hablar de ello. Cualquier sistema que le imponga este castigo a una victima se equivoca en su cara. Y en su corazón.
Traducido por Gabriel Gasave
No encarcelen a las victimas de la violencia doméstica
Katina Britt afirma haber sido salvajemente golpeada por un ex-novio en contra de quien se rehusá a declarar. En consecuencia, un juez del estado de California le ha ordenado esta semana ir presa por desacato a los cargos judiciales. El abogado de Britt está preparando una apelación por ante la Corte de apelaciones de los EE.UU. en la ciudad de San Francisco basándose en la circunstancia de que la ley estadual le permite Britt, como victima de la violencia doméstica, negarse a testificar con impunidad en al menos un tribunal; el testimonio en cuestión constituirá su primera comparecencia ante un juzgado.
La apelación puede depender de un tecnicismo pero el caso de Britt ilustra una cambio fundamental en la postura del sistema legal hacia las victimas de la violencia doméstica. Los críticos de este cambio, como yo, sostienen que hay algo desacertado respecto de un sistema, cuando aquellos a los que el mismo pretende proteger se rehúsan a cooperar y en su lugar se arriesgan a ser encarcelados.
El argumento específico en el caso de Britt gira en torno a la idea del «testimonio forzado».
En las pasadas décadas, rara vez tenía lugar el enjuiciamiento si una victima de violencia doméstica se negaba a testificar. Esto era particularmente cierto en casos como el de Britt al cual las autoridades han considerado «débil».
¿Cómo es que el tema de la violencia doméstica ha cambiado de rumbo desde sus raíces originales de facultar a las »victimas» y de alentar sus voces hacia encarcelarlas y forzar su testimonio?
El posible encarcelamiento de Britt es el resultado de un enfoque burocrático e ideológico específico respecto de la violencia doméstica, el que ha dominado el sistema legal en los años recientes.
La burocracia está integrada por los abogados, consejeros, políticos, »expertos», y otros profesionales que deben sus ingresos o progreso al enjuiciamiento de la violencia doméstica; en gran medida, la elección de procesar ha sido sustraída de manos de las supuestas victimas y depositada en las manos de los burócratas.
La ideología es la del feminismo del genero, que considera a la violencia doméstica como violencia contra las mujeres; esto hace que la obstrucción del enjuiciamiento sea un acto perjudicial en contra de todas las mujeres. Las victimas que objetan son a menudo desechadas por estar demasiado confundidas o intimidadas como para percibir sus propios mejores intereses.
Según la experiencia del Fiscal Asistente en Jefe de Distrito Steve Wagstaffe-el fiscal en el caso de Britt-aproximadamente el 75 por ciento de la victimas de violencia doméstica son renuentes a testificar. Con el rechazo de Britt, el tribunal aplicó la ley de California al »proporcionarle» consejería ordenada por el mismo. Dado que las victimas que persisten en su negativa enfrentan la pena de prisión, Wagstaffe explica que la grana mayoría coopera después de la consejería obligatoria.
De esta manera, el encarcelamiento amenazado de Britt puede ser fuera de lo común solamente debido a que formas de coerción más tempranas y más sutiles son usualmente efectivas.
Ciertamente la intención del testimonio forzado de las victimas de la violencia doméstica es clara. Ninguna otra cosa explica los estatutos de la Spousal Privilege Exception (Excepción al Privilegio de los Cónyuges) actualmente en vigor para la violencia doméstica en casi todos los estados.
El bien establecido principio legal del Privilegio del Cónyuge requiere que una esposa o esposo sea capaz de negarse a declarar con impunidad ante un tribunal sobre cuestiones privadas. La excepción de la violencia doméstica le permite a los fiscales en toda Norteamérica compeler a la declaración de un esposo contra el otro en asuntos de violencia doméstica.
Quienes defienden el privilegio de los cónyuges lo ven como una limitación al alcance del gobierno dentro del hogar, como una barrera que separa a las esferas pública y privada a fin de proteger a esta última. Los partidarios de una excepción para la violencia doméstica consideran que el privilegio del cónyuge es un resabio de la opinión legal de que las esposas son una propiedad de sus maridos. La defensora de la excepción, Shery F. Colb agrega el argumento de que «[Una] mujer que decide no testificar en contra de su esposo podría simplemente haberlo perdonado. A pesar de que…es todavía razonable que el estado lo procese. Después de todo, una agresión criminal viola las leyes del estado y no debería ser considerada como una cuestión privada, por ser o no tratada, dependiendo de los deseos de una parte privada.»
Resumiendo, la violencia doméstica no es un crimen contra un individuo sino un crimen contra la sociedad y , por lo tanto, la decisión no recae en el individuo sino en la sociedad; en la practica, esto significa que la misma descansa con la burocracia legal.
El artículo de Colb se intitula «Helping Battered Women Without Holding Them in Contempt» pero el título elude el interrogante principal: ¿serán las mujeres (o los hombres) golpeados que no desean incoar cargos ni brindar su testimonio considerados en desacato? La respuesta se está tornando un «si». Los partidarios de la violencia doméstica están dejando de presionar en favor del hecho de facultar a las victimas con la elección. Argumentan en la actualidad en favor de facultar a la burocracia a fin de alcanzar las metas sociales, incluso por sobre la objeción de las victimas.
¿Cómo es que la violencia doméstica llegó al triste sitial en el cual sus partidarios defienden la practica de encarcelar a las victimas?
Para ser justos, una razón es la extrema complejidad de la violencia doméstica. Considérese el caso de Britt. Su resistencia a declarar se ha dicho que se origina en que fue intimidada por el supuesto abusador. No obstante, aún si esto fuese cierto,¿Cómo es que su encarcelamiento constituye una solución? ¿Cómo puede una Britt encarcelada distinguir al sistema judicial de su ex-novio abusivo, cuando ambos demandan el control de su vida en contra de su voluntad?
La violencia doméstica es un nudo gordiano-un problema difícil, intratable y a veces insoluble. Alejandro el Grande »resolvió» el legendario Nudo Gordiano al simplemente cortarlo con su espada. Logró llegar a los más crucial del nudo al cortar a través de él.
Como sobreviviente de una violencia doméstica severa, conozco en un nivel visceral la complejidad de la misma. Se también que existe un punto esencial: la violencia doméstica es un crimen cometido por un individuo en contra de otro. La manera de facultar a las victimas es la de restaurar y respetar sus decisiones, no la de forzarla de modo adicional.
Nadie debería ser encarcelado por ser golpeado y, luego, negarse a hablar de ello. Cualquier sistema que le imponga este castigo a una victima se equivoca en su cara. Y en su corazón.
Traducido por Gabriel Gasave
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