Donald Trump ha sido noticia en todo el país con sus afirmaciones de que los inmigrantes ilegales son la principal causa de la difícil situación económica de la nación y que, como presidente de los Estados Unidos, acabará con los que cruzan la frontera ilegalmente y por lo tanto “ayudará a hacer grande a los Estados Unidos de nuevo”. Pero casi todo lo que Trump dice acerca de la inmigración se da de bruces con las conclusiones de los científicos sociales que la han estudiado.
El polarizador debate popular que rodea a la migración transfronteriza ha estado plagado durante mucho tiempo de exageradas afirmaciones y amplias generalizaciones basadas en una evidencia limitada. Los científicos sociales, al igual que el público, difieren en sus preferencias sobre la política inmigratoria, y debaten activamente sobre el efecto de la inmigración en los Estados Unidos. Pero también hay mucho consenso entre ellos.
Mi libro, “The Economics of Immigration”, reúne a los principales científicos sociales para resumir el estado del debate académico sobre la inmigración en los Estados Unidos, y para ventilar sus diferencias sobre la política inmigratoria. Cualesquiera que sean sus desacuerdos, sus análisis muestran que casi ninguno de las aseveraciones que ha hecho Trump sobre la inmigración tiene una pata académica para mantenerse en pie.
Según Trump, “la afluencia de trabajadores extranjeros mantiene bajos los salarios y alto el desempleo” para los no inmigrantes. Por el contrario, los investigadores que estudian el impacto económico de la inmigración encuentran que los recién llegados han tenido un efecto nulo sobre el empleo y la remuneración de los trabajadores nacidos en el país en general.
Personas de todo el mundo se percatan cuando los inmigrantes se desempeñan en empleos que los trabajadores nacidos en el país ya no conservan. Pero no ven los puestos de trabajo que se crean debido a la inmigración. A veces estos trabajos proporcionan bienes y servicios directamente a los inmigrantes.
A veces los nuevos puestos de trabajo llegan a existir porque se ha liberado trabajo de su anterior utilización, permitiéndole a la gente ganarse la vida atendiendo mejor las necesidades del prójimo. Esto sucede ya sea que el incremento en el número de trabajadores se origine en un “baby boom”, el ingreso de la mujer al mercado laboral, o la inmigración. El tamaño de la fuerza laboral se ha más que duplicado desde 1950, y también lo ha hecho el número de puestos de trabajo.
Cuando se trata de los salarios, los economistas razonables discrepan sobre el impacto de los inmigrantes, pero no encuentran ninguna disminución general de los salarios causada por la inmigración. En su lugar, debaten acerca de si la inmigración provoca que caigan los salarios de quienes abandonaron sus estudios secundarios hasta en un 7 por ciento o si sus salarios aumentan ligeramente. Los economistas también debaten sobre cuán temporales podrían ser algunos de los impactos negativos sobre los salarios.
Sin importar cuáles de los economistas en este debate están en lo cierto, la generalizada afirmación de Trump de que los inmigrantes están impidiendo que muchos estadounidenses alcancen un estándar de vida de clase media no tiene sustento en la investigación en ciencias sociales.
Trump también ha formulado alegaciones infundadas de que los inmigrantes ilegales están drenando el Tesoro estadounidense. Según su sitio de campaña, “A los contribuyentes estadounidenses se les ha pedido lidiar con cientos de miles de millones en costos de atención médica, gastos de vivienda, gastos de educación, gastos sociales, etc.”.
Pero cualquier contabilidad razonable también debe mirar los ingresos fiscales que los inmigrantes generan, algo que el hombre de negocios devenido en celebridad pasa por alto.
Los inmigrantes, tanto legales como ilegales, a menudo pagan impuestos sobre la renta. Ellos pagan también impuestos a las ventas y otros gravámenes. Cuando los empleadores se benefician mediante la contratación de inmigrantes, pagan más impuestos. Cualquier estudio responsable sobre el impacto fiscal de la inmigración debe tener en cuenta estos efectos “dinámicos” que se extienden a través de la economía y sumarlos a los ingresos fiscales totales.
Cualquier estudio razonable también debe contemplar los ingresos y costos futuros. Un inmigrante con hijos en edad escolar puede ser una carga fiscal hoy, pero después de que los niños se gradúen y se conviertan en empleados remunerados ellos generarán ingresos fiscales.
Entre los estudios académicos respetables, algunos encuentran que la inmigración drena el cofre público. Otros hallan que aumenta los ingresos fiscales netos. Pero en todos los casos, las magnitudes son pequeñas y agrupadas en torno a cero.
Si Donald Trump realmente desea “hacer grande a los Estados Unidos”, tiene que prestar atención a la investigación que los académicos han hecho en materia de inmigración. Sus estudios encuentran que la inmigración aumenta de manera modesta la riqueza de la población nativa y evidencian que los temores que Trump está propagando son bastamente infundados.
Traducido por Gabriel Gasave
Porqué Trump se equivoca respecto de la inmigración
Donald Trump ha sido noticia en todo el país con sus afirmaciones de que los inmigrantes ilegales son la principal causa de la difícil situación económica de la nación y que, como presidente de los Estados Unidos, acabará con los que cruzan la frontera ilegalmente y por lo tanto “ayudará a hacer grande a los Estados Unidos de nuevo”. Pero casi todo lo que Trump dice acerca de la inmigración se da de bruces con las conclusiones de los científicos sociales que la han estudiado.
El polarizador debate popular que rodea a la migración transfronteriza ha estado plagado durante mucho tiempo de exageradas afirmaciones y amplias generalizaciones basadas en una evidencia limitada. Los científicos sociales, al igual que el público, difieren en sus preferencias sobre la política inmigratoria, y debaten activamente sobre el efecto de la inmigración en los Estados Unidos. Pero también hay mucho consenso entre ellos.
Mi libro, “The Economics of Immigration”, reúne a los principales científicos sociales para resumir el estado del debate académico sobre la inmigración en los Estados Unidos, y para ventilar sus diferencias sobre la política inmigratoria. Cualesquiera que sean sus desacuerdos, sus análisis muestran que casi ninguno de las aseveraciones que ha hecho Trump sobre la inmigración tiene una pata académica para mantenerse en pie.
Según Trump, “la afluencia de trabajadores extranjeros mantiene bajos los salarios y alto el desempleo” para los no inmigrantes. Por el contrario, los investigadores que estudian el impacto económico de la inmigración encuentran que los recién llegados han tenido un efecto nulo sobre el empleo y la remuneración de los trabajadores nacidos en el país en general.
Personas de todo el mundo se percatan cuando los inmigrantes se desempeñan en empleos que los trabajadores nacidos en el país ya no conservan. Pero no ven los puestos de trabajo que se crean debido a la inmigración. A veces estos trabajos proporcionan bienes y servicios directamente a los inmigrantes.
A veces los nuevos puestos de trabajo llegan a existir porque se ha liberado trabajo de su anterior utilización, permitiéndole a la gente ganarse la vida atendiendo mejor las necesidades del prójimo. Esto sucede ya sea que el incremento en el número de trabajadores se origine en un “baby boom”, el ingreso de la mujer al mercado laboral, o la inmigración. El tamaño de la fuerza laboral se ha más que duplicado desde 1950, y también lo ha hecho el número de puestos de trabajo.
Cuando se trata de los salarios, los economistas razonables discrepan sobre el impacto de los inmigrantes, pero no encuentran ninguna disminución general de los salarios causada por la inmigración. En su lugar, debaten acerca de si la inmigración provoca que caigan los salarios de quienes abandonaron sus estudios secundarios hasta en un 7 por ciento o si sus salarios aumentan ligeramente. Los economistas también debaten sobre cuán temporales podrían ser algunos de los impactos negativos sobre los salarios.
Sin importar cuáles de los economistas en este debate están en lo cierto, la generalizada afirmación de Trump de que los inmigrantes están impidiendo que muchos estadounidenses alcancen un estándar de vida de clase media no tiene sustento en la investigación en ciencias sociales.
Trump también ha formulado alegaciones infundadas de que los inmigrantes ilegales están drenando el Tesoro estadounidense. Según su sitio de campaña, “A los contribuyentes estadounidenses se les ha pedido lidiar con cientos de miles de millones en costos de atención médica, gastos de vivienda, gastos de educación, gastos sociales, etc.”.
Pero cualquier contabilidad razonable también debe mirar los ingresos fiscales que los inmigrantes generan, algo que el hombre de negocios devenido en celebridad pasa por alto.
Los inmigrantes, tanto legales como ilegales, a menudo pagan impuestos sobre la renta. Ellos pagan también impuestos a las ventas y otros gravámenes. Cuando los empleadores se benefician mediante la contratación de inmigrantes, pagan más impuestos. Cualquier estudio responsable sobre el impacto fiscal de la inmigración debe tener en cuenta estos efectos “dinámicos” que se extienden a través de la economía y sumarlos a los ingresos fiscales totales.
Cualquier estudio razonable también debe contemplar los ingresos y costos futuros. Un inmigrante con hijos en edad escolar puede ser una carga fiscal hoy, pero después de que los niños se gradúen y se conviertan en empleados remunerados ellos generarán ingresos fiscales.
Entre los estudios académicos respetables, algunos encuentran que la inmigración drena el cofre público. Otros hallan que aumenta los ingresos fiscales netos. Pero en todos los casos, las magnitudes son pequeñas y agrupadas en torno a cero.
Si Donald Trump realmente desea “hacer grande a los Estados Unidos”, tiene que prestar atención a la investigación que los académicos han hecho en materia de inmigración. Sus estudios encuentran que la inmigración aumenta de manera modesta la riqueza de la población nativa y evidencian que los temores que Trump está propagando son bastamente infundados.
Traducido por Gabriel Gasave
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