Hace treinta años, cuando se fundó el Independent Institute, muchas de las instituciones económicas que han ayudado a expandir nuestras opciones en los últimos años—Amazon, eBay, Facebook, Google, Lyft, Uber, Airbnb—no existían.
Tal vez esta sea una buena oportunidad para preguntarse, “¿Cómo será la economía dentro de 30 años?”
A nivel micro—para aquellos de nosotros en la edad demográfica que lee por gusto sobre economía—el pronóstico es sombrío. Estaremos muertos.
Para los vivos, mi predicción es que la economía será lo que se ha predicho que sea. Como la mayoría de las ciencias sociales, la economía tiende a producir profecías autocumplidas.
El concepto fue descrito por vez primera por el profesor de la Columbia University Robert K. Merton en su emblemático libro de 1949, Teoría y Estructura Sociales: “Una profecía autocumplida es una falsa definición de una situación o persona que evoca un nuevo comportamiento, el cual hace que la falsa concepción se haga verdadera. Esta validez engañosa de la profecía autocumplida perpetúa el reino del error”.
El “reino del error” es una definición tan buena como cualquier otra de la economía.
Robert K. Merton fue el padre de la sociología moderna. También fue el padre de Robert C. Merton, quien ganó el Premio Nobel de Economía en 1997 por su trabajo sobre la fórmula de Black-Scholes, un elemento básico en la predicción de los precios de las opciones sobre futuros para los fondos de cobertura. El más joven de los Merton también era socio de Long-Term Capital Management, el fondo de cobertura que perdió 4.600 millones de dólares (billones en inglés) en 1998.
No es que las predicciones de Robert C. Merton no resultaron tan ciertas como las de su papá. Robert C. predijo que los fondos de cobertura podrían hacer mucho dinero utilizando sofisticados modelos matemáticos. Entonces todos los fondos especulativos comenzaron a emplear modelos matemáticos sofisticados. Algunos hicieron un montón de dinero. LTCM no fue uno de ellos.
Dos de los primeros—y más certeros—pronosticadores económicos fueron Adam Smith y Karl Marx. Sus predicciones se hicieron realidad. Pero tal vez sus predicciones se volvieron ciertas porque estos dos pensadores enormemente influyentes fueron quienes efectuaron esas predicciones.
Adam Smith pronosticó el abandono de la acuñación de metales preciosos a favor de papel moneda para reemplazar “un instrumento del comercio muy costoso con uno mucho menos costoso”. Él predijo la flexibilización cuantitativa: “Parecen haber creído que los bancos por su propio honor y crédito debían suplir todas las cantidades que les hacían falta, y proveerles de todo el capital que necesitaban para aquellas empresas y negociaciones”. Y predijo, también con razón, qué pasaría con “las alas Daedalianas del papel moneda” si se convertía en dinero fiat sin ataduras a ninguna medida de valor.
Smith es a veces criticado por no prever la Revolución Industrial. No la previó porque sabía que ya estaba ocurriendo. “Las facultades productivas de los trabajadores no pueden ser incrementadas, sino en la consecuencia de alguna adición y mejora a aquellas maquinas e instrumentos que facilitan y abrevian el trabajo”.
Karl Marx estaba equivocado acerca del comunismo. Pero esa fue tan solo una idea descabellada que tuvo. Sus predicciones son harina de otro costal. En El Manifiesto Comunista, publicado en 1848, demostró gran clarividencia:
Desaparición de la clase media. Leamos al respecto en cada medio noticioso.
Confiscación de la propiedad burguesa. La EPA (sigla en inglés para la Environmental Protection Agency o Agencia de Protección Ambiental de los EE.UU.) apareció.
Fuerte presión tributaria. Así lo hizo el IRS (sigla en inglés para el Internal Revenue Service o Servicio de Rentas Internas de los EE.UU.).
Liberación de la mujer. Hecho.
Disolución de la familia nuclear. Verficado.
Trabajar sin incentivos materiales. “La economía compartida”.
Educación pública gratuita. Y que valga la pena
Centralización de la banca y el crédito en manos del estado. ¿Los invitaron a la última reunión de la Fed?
Combinación de la agricultura con la manufactura. Nuggets de pollo.
El proletariado se convierte en la clase gobernante. El lumpenproletariado en el caso de Donald Trump, aunque uno muy rico.
Nuestros deseos se harán realidad. No me molestaré en mencionar que tengamos cuidado con lo que deseamos.
Traducido por Gabriel Gasave
Prediciendo el futuro económico
Hace treinta años, cuando se fundó el Independent Institute, muchas de las instituciones económicas que han ayudado a expandir nuestras opciones en los últimos años—Amazon, eBay, Facebook, Google, Lyft, Uber, Airbnb—no existían.
Tal vez esta sea una buena oportunidad para preguntarse, “¿Cómo será la economía dentro de 30 años?”
A nivel micro—para aquellos de nosotros en la edad demográfica que lee por gusto sobre economía—el pronóstico es sombrío. Estaremos muertos.
Para los vivos, mi predicción es que la economía será lo que se ha predicho que sea. Como la mayoría de las ciencias sociales, la economía tiende a producir profecías autocumplidas.
El concepto fue descrito por vez primera por el profesor de la Columbia University Robert K. Merton en su emblemático libro de 1949, Teoría y Estructura Sociales: “Una profecía autocumplida es una falsa definición de una situación o persona que evoca un nuevo comportamiento, el cual hace que la falsa concepción se haga verdadera. Esta validez engañosa de la profecía autocumplida perpetúa el reino del error”.
El “reino del error” es una definición tan buena como cualquier otra de la economía.
Robert K. Merton fue el padre de la sociología moderna. También fue el padre de Robert C. Merton, quien ganó el Premio Nobel de Economía en 1997 por su trabajo sobre la fórmula de Black-Scholes, un elemento básico en la predicción de los precios de las opciones sobre futuros para los fondos de cobertura. El más joven de los Merton también era socio de Long-Term Capital Management, el fondo de cobertura que perdió 4.600 millones de dólares (billones en inglés) en 1998.
No es que las predicciones de Robert C. Merton no resultaron tan ciertas como las de su papá. Robert C. predijo que los fondos de cobertura podrían hacer mucho dinero utilizando sofisticados modelos matemáticos. Entonces todos los fondos especulativos comenzaron a emplear modelos matemáticos sofisticados. Algunos hicieron un montón de dinero. LTCM no fue uno de ellos.
Dos de los primeros—y más certeros—pronosticadores económicos fueron Adam Smith y Karl Marx. Sus predicciones se hicieron realidad. Pero tal vez sus predicciones se volvieron ciertas porque estos dos pensadores enormemente influyentes fueron quienes efectuaron esas predicciones.
Adam Smith pronosticó el abandono de la acuñación de metales preciosos a favor de papel moneda para reemplazar “un instrumento del comercio muy costoso con uno mucho menos costoso”. Él predijo la flexibilización cuantitativa: “Parecen haber creído que los bancos por su propio honor y crédito debían suplir todas las cantidades que les hacían falta, y proveerles de todo el capital que necesitaban para aquellas empresas y negociaciones”. Y predijo, también con razón, qué pasaría con “las alas Daedalianas del papel moneda” si se convertía en dinero fiat sin ataduras a ninguna medida de valor.
Smith es a veces criticado por no prever la Revolución Industrial. No la previó porque sabía que ya estaba ocurriendo. “Las facultades productivas de los trabajadores no pueden ser incrementadas, sino en la consecuencia de alguna adición y mejora a aquellas maquinas e instrumentos que facilitan y abrevian el trabajo”.
Karl Marx estaba equivocado acerca del comunismo. Pero esa fue tan solo una idea descabellada que tuvo. Sus predicciones son harina de otro costal. En El Manifiesto Comunista, publicado en 1848, demostró gran clarividencia:
Desaparición de la clase media. Leamos al respecto en cada medio noticioso.
Confiscación de la propiedad burguesa. La EPA (sigla en inglés para la Environmental Protection Agency o Agencia de Protección Ambiental de los EE.UU.) apareció.
Fuerte presión tributaria. Así lo hizo el IRS (sigla en inglés para el Internal Revenue Service o Servicio de Rentas Internas de los EE.UU.).
Liberación de la mujer. Hecho.
Disolución de la familia nuclear. Verficado.
Trabajar sin incentivos materiales. “La economía compartida”.
Educación pública gratuita. Y que valga la pena
Centralización de la banca y el crédito en manos del estado. ¿Los invitaron a la última reunión de la Fed?
Combinación de la agricultura con la manufactura. Nuggets de pollo.
El proletariado se convierte en la clase gobernante. El lumpenproletariado en el caso de Donald Trump, aunque uno muy rico.
Nuestros deseos se harán realidad. No me molestaré en mencionar que tengamos cuidado con lo que deseamos.
Traducido por Gabriel Gasave
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