Tras vencer a al Qaeda, al menos en sus mentes, los más altos funcionarios de la administración Bush se encuentran en la actualidad contemplando una guerra contra el “extremismo violento.” (Yo la denomino en inglés WAVE por War Against Violent Extremism.) Aparentemente, la ya grandiosa “Guerra Global Contra el Terrorismo”—en la jerga burocrática inglesa, la GWOT—no era ya de por sí lo suficientemente extravagante para una administración que piensa verdaderamente en grande. A pesar de que los funcionarios de la administración admiten de manera implícita la propagación global de la Jihad Islámica, son inconscientes de su propia culpabilidad en provocarla.
El verdadero problema es el de que la administración, en una actitud de permanente campaña, incluso después de la reelección, ha siempre considerado a la GWOT como un artilugio de marketing político, tanto dentro del país como en el exterior. El Presidente Bush dio el puntapié inicial en este esfuerzo de ventas un mes después del 11/09 con una rimbombante directiva presidencial que prometía la “eliminación del terrorismo como un a amenaza para nuestra forma de vida.”
¡Pero ay! Todas las buenas campañas de marketing eventualmente se tornan vetustas y eso es evidentemente lo que le ha sucedido a la de la GWOT. Un funcionario senior de la administración, citado en el Washington Post, admitió de manera indirecta que una mutación política estaba nuevamente en marcha en la capital de la nación: “La GWOT es pegadiza, pero tiene que haber una mejor manera para describirla.”
En Washington, los cambios en la retórica de superficie a menudo señalan una transformación en la política subyacente. En vez de concentrar sus esfuerzos a fin de capturar o de matar al liderazgo de al Qaeda, el grupo terrorista que verdaderamente atacó a los Estados Unidos, la administración apareció con la expresión más efectista de la GWOT, de modo tal que una invasión de Irak pudiese caber bajo su paraguas. Quién sabe qué chanchullo adicional de la administración será perpetrado bajo la cobertura de la aún más extensa WAVE. El blanco de cualquier operación militar de los EE.UU. ni siquiera precisaría matar a civiles inocentes o tener supuestas afiliaciones con aquellos que lo hacen, tales como el Irak de Saddam Hussein. Si usted considera que la GWOT implicó la apertura de una lata de gusanos, piense tan solo en las posibilidades de lo puede llegar a ocurrir bajo la WAVE.
La Guerra Global Contra el Terrorismo, sin embargo, será difícil de reemplazar. La misma fue un programa federal ideal, el que genera la exigencia de esfuerzos gubernamentales en materia de seguridad aún más intensos. Sin una aparente introspección respecto del papel de la administración Bush en inflamar al extremismo islámico alrededor del mundo al invadir territorio musulmán, los funcionarios gubernamentales senior están actualmente orientando sus esfuerzos de planificación hacia la esperada difusión mundial de los jihadistas radicales que fueron entrenados y que recibieron experiencia de combate en la insurgencia iraquí.
En el mundo de los negocios, un producto con una demanda auto-generada es el Cáliz Sagrado. Bajo la GWOT, el establishment de la seguridad estadounidense ha alcanzado esa meta sublime. Pero debido a las cruzadas de la WAVE contra una incluso más amplia definición del concepto de “mala conducta” internacional, deberían esperarse mayores resultados en la generación de odio anti-estadounidense por todo el mundo. Por ejemplo, a pesar de que los gobiernos socialistas de Cuba y de Venezuela no son simpatizantes activos de los terroristas internacionales, ¿podrían convertirse en blancos de los EE.UU. en virtud de su afinidad con los violentos extremistas marxistas de Colombia? Cualquiera de tales ataques militares engendrarían aún más rencor en contra de los Estados Unidos del que ya existe en América Latina.
En adición a una nueva denominación para la política estadounidense, la administración parece confiada en desperdiciar más fondos públicos en campañas publicitarias en el exterior—llamadas eufemísticamente diplomacia pública—a efectos de apaciguar el sentimiento anti-estadounidense mediante una mejor “explicación” de las políticas de los Estados Unidos. Sin embargo, los habitantes de los países extranjeros pueden perfectamente estar más al tanto de la política exterior de los EE.UU. que los propios estadounidenses—después de todo, son los beneficiarios de la misma. Y reiterados sondeos de la opinión pública internacional, evidencian que las políticas estadounidenses en ultramar son las que generan el odio. Todos las cirugías de rostro posibles en materia de relaciones públicas, no van a convertir en bella para el resto del mundo a la fea política. Pero tal vez la administración se encuentre menos preocupada respecto de la opinión externa y más respecto de la misma dentro del país.
Anteriores presidentes estadounidenses, hicieron uso de las intervenciones militares en el exterior cuando sus niveles de popularidad y sus agendas internas decaían. El Presidente Bush invadió Irak aún cuando los números en las encuestas eran más altos de lo que son hoy día. Dado los actuales porcentajes de aprobación de alrededor de 40 puntos y al apoyo zozobrante y en declive para sus políticas internas, el presidente podría volverse inclusive más dañino en el exterior. La utilización de la guerra contra el extremismo violento y el financiamiento incrementado para la diplomacia pública a fin de vender tal entremetimiento podría estar a la vista. Pronto le será posible ponerse al tanto de la WAVE a través de la TV, de la radio y de su periódico local.
Traducido por Gabriel Gasave
Una transformación a fin de disimular la fea política estadounidense
Tras vencer a al Qaeda, al menos en sus mentes, los más altos funcionarios de la administración Bush se encuentran en la actualidad contemplando una guerra contra el “extremismo violento.” (Yo la denomino en inglés WAVE por War Against Violent Extremism.) Aparentemente, la ya grandiosa “Guerra Global Contra el Terrorismo”—en la jerga burocrática inglesa, la GWOT—no era ya de por sí lo suficientemente extravagante para una administración que piensa verdaderamente en grande. A pesar de que los funcionarios de la administración admiten de manera implícita la propagación global de la Jihad Islámica, son inconscientes de su propia culpabilidad en provocarla.
El verdadero problema es el de que la administración, en una actitud de permanente campaña, incluso después de la reelección, ha siempre considerado a la GWOT como un artilugio de marketing político, tanto dentro del país como en el exterior. El Presidente Bush dio el puntapié inicial en este esfuerzo de ventas un mes después del 11/09 con una rimbombante directiva presidencial que prometía la “eliminación del terrorismo como un a amenaza para nuestra forma de vida.”
¡Pero ay! Todas las buenas campañas de marketing eventualmente se tornan vetustas y eso es evidentemente lo que le ha sucedido a la de la GWOT. Un funcionario senior de la administración, citado en el Washington Post, admitió de manera indirecta que una mutación política estaba nuevamente en marcha en la capital de la nación: “La GWOT es pegadiza, pero tiene que haber una mejor manera para describirla.”
En Washington, los cambios en la retórica de superficie a menudo señalan una transformación en la política subyacente. En vez de concentrar sus esfuerzos a fin de capturar o de matar al liderazgo de al Qaeda, el grupo terrorista que verdaderamente atacó a los Estados Unidos, la administración apareció con la expresión más efectista de la GWOT, de modo tal que una invasión de Irak pudiese caber bajo su paraguas. Quién sabe qué chanchullo adicional de la administración será perpetrado bajo la cobertura de la aún más extensa WAVE. El blanco de cualquier operación militar de los EE.UU. ni siquiera precisaría matar a civiles inocentes o tener supuestas afiliaciones con aquellos que lo hacen, tales como el Irak de Saddam Hussein. Si usted considera que la GWOT implicó la apertura de una lata de gusanos, piense tan solo en las posibilidades de lo puede llegar a ocurrir bajo la WAVE.
La Guerra Global Contra el Terrorismo, sin embargo, será difícil de reemplazar. La misma fue un programa federal ideal, el que genera la exigencia de esfuerzos gubernamentales en materia de seguridad aún más intensos. Sin una aparente introspección respecto del papel de la administración Bush en inflamar al extremismo islámico alrededor del mundo al invadir territorio musulmán, los funcionarios gubernamentales senior están actualmente orientando sus esfuerzos de planificación hacia la esperada difusión mundial de los jihadistas radicales que fueron entrenados y que recibieron experiencia de combate en la insurgencia iraquí.
En el mundo de los negocios, un producto con una demanda auto-generada es el Cáliz Sagrado. Bajo la GWOT, el establishment de la seguridad estadounidense ha alcanzado esa meta sublime. Pero debido a las cruzadas de la WAVE contra una incluso más amplia definición del concepto de “mala conducta” internacional, deberían esperarse mayores resultados en la generación de odio anti-estadounidense por todo el mundo. Por ejemplo, a pesar de que los gobiernos socialistas de Cuba y de Venezuela no son simpatizantes activos de los terroristas internacionales, ¿podrían convertirse en blancos de los EE.UU. en virtud de su afinidad con los violentos extremistas marxistas de Colombia? Cualquiera de tales ataques militares engendrarían aún más rencor en contra de los Estados Unidos del que ya existe en América Latina.
En adición a una nueva denominación para la política estadounidense, la administración parece confiada en desperdiciar más fondos públicos en campañas publicitarias en el exterior—llamadas eufemísticamente diplomacia pública—a efectos de apaciguar el sentimiento anti-estadounidense mediante una mejor “explicación” de las políticas de los Estados Unidos. Sin embargo, los habitantes de los países extranjeros pueden perfectamente estar más al tanto de la política exterior de los EE.UU. que los propios estadounidenses—después de todo, son los beneficiarios de la misma. Y reiterados sondeos de la opinión pública internacional, evidencian que las políticas estadounidenses en ultramar son las que generan el odio. Todos las cirugías de rostro posibles en materia de relaciones públicas, no van a convertir en bella para el resto del mundo a la fea política. Pero tal vez la administración se encuentre menos preocupada respecto de la opinión externa y más respecto de la misma dentro del país.
Anteriores presidentes estadounidenses, hicieron uso de las intervenciones militares en el exterior cuando sus niveles de popularidad y sus agendas internas decaían. El Presidente Bush invadió Irak aún cuando los números en las encuestas eran más altos de lo que son hoy día. Dado los actuales porcentajes de aprobación de alrededor de 40 puntos y al apoyo zozobrante y en declive para sus políticas internas, el presidente podría volverse inclusive más dañino en el exterior. La utilización de la guerra contra el extremismo violento y el financiamiento incrementado para la diplomacia pública a fin de vender tal entremetimiento podría estar a la vista. Pronto le será posible ponerse al tanto de la WAVE a través de la TV, de la radio y de su periódico local.
Traducido por Gabriel Gasave
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