El 9 de mayo— Día de la Madre— la Marcha del Millón de Madres (MMM) “anti-armas” se reunirá en el West Lawn en Washington D.C. para protestar. Mientras tanto el grupo pro-armas Second Amendment Freedoms for Everyone (SAFER) marchará en las cercanías. Ambas organizaciones afirman hablar contra la violencia y por la seguridad de los niños. Sin embargo, cada una adhiere a posiciones diametralmente opuestas respecto de la legislación sobre las armas de fuego. ¿Quién habla en verdad por los niños?
Una específica pieza de legislación será el centro del debate este año. El Título XI de la Ley Federal del Control del Crimen Violento de 1994, el cual prohibió a las “armas de asalto,” está por caducar en septiembre. Pero la cuestión que se encuentra fundamentalmente en discusión se presenta más profunda que cualquier otro trozo de legislación. La pregunta básica es la de si la propiedad privada de armas es un derecho constitucional e individual, o una práctica temeraria que pone en peligro a la sociedad y a los niños.
El simbolismo de plantear ese interrogante en el Día de la Madre es claro. Cada grupo les esta pidiendo a las madres que cumplan con una obligación de todo progenitor: la de proteger a sus hijos. La sinceridad y la pasión de ambos bandos es palpable pero encuentro que los argumentos de los pro-armas son los más convincentes.
Por un lado, eliminar las armas de la sociedad no es factible. Esto no se debe meramente a que las mismas se encuentran muy difundidas o a que los argumentos de la Segunda Enmienda para la propiedad de armas no son susceptibles de ser vencidos en el futuro cercano. Es debido a que las armas, si se tornan ilegales, prosperarían en el mercado negro privándose de poseerlas tan sólo a los ciudadanos respetuosos de la ley. Posiblemente, esto le otorgaría a los criminales una ventaja y, de esa manera, volvería a la sociedad más peligrosa. Poseer un arma puede ser una de las mejores protecciones contra la violencia que una madre puede ofrecerle a su familia.
¿Cuán eficaz es esa protección? Las estadísticas sobre las armas son notorias por sus enormes diferenciaciones y por los usos políticos a los cuales las mismas son sometidas. El controversial libro “More Guns, Less Crime: Understanding Crime and Gun Control Laws” (1998) de John R. Lott, Jr. documenta algunas de sus fuentes y, así, invita al lector escéptico a corroborar su exactitud. Lott emplea información del FBI para sostener que el crimen violento ha declinado de manera significativa en los estados que han adoptado leyes de “SHALL ISSUE.” (a veces denominadas “leyes del presunto derecho de portación,” las que le permiten a alguien que cumpla con específicos criterios obtener una licencia.)
Lott argumenta en contra de las cifras de elevadas muertes de niños a causa de las armas ofrecidas por grupos tales como el MMM. Sostiene que los accidentes con armas “cobran las vidas de 200 niños de 14 años de edad o menos” cada año, mientras que los niños se encuentran “14, 5 veces más propensos a morir en accidentes automovilísticos.”
Pero, en al menos un sentido las estadísticas no interesan. Aún una sola muerte es demasiado.
Por eso es que las madres que eligen poseer un arma tienen la obligación de enseñarles a sus hijos a respetar a esa arma como una herramienta útil y potencialmente peligrosa. Millones de padres poseen armas. No pueden asumir que sus hijos no encontrarán y jugarán con un arma oculta en un cajón de la mesita de luz o en el estante más alto del armario. Los niños encontrarán usualmente cualquier cosa que sea escondida de ellos. Esto puede ser especialmente cierto respecto de las armas acerca de las cuales los niños se encuentran curiosos por haberlas visto en la televisión. Exhortar a sus hijos a “No la Toques” no proporciona una protección eficaz; de hecho, ello puede volver al arma más atractiva.
Así como los padres le enseñan a sus hijos a utilizar fósforos o la Internet de manera segura, también, deberían proporcionarles instrucción sobre cualquier arma en la casa.
El lugar para comenzar es con el manual. Revíselo con su hijo y explíquele como funcionan los controles con el arma descargada. Elimine el atractivo misterio de las armas.
En cambio, incúlquele respeto por las mismas. Por ejemplo, permítale el acceso a las armas pero solamente bajo la supervisión de un adulto. Gran parte de la instrucción no será mucho más que sentido común. Asegúrese de que sus hijos asuman que toda arma se encuentra cargada y a una edad apropiada enséñeles como corroborarlo. Utilice un buen dispositivo de traba. La mayoría de los expertos recomiendan guardar a las armas descargadas y en un estuche cerrado. Jamás apunte el cañón del arma a nada que no sea un blanco. Y asegúrese de que los dedos permanezcan fuera del gatillo hasta que el arma esté lista para disparar. Cuando alcancen la edad apropiada para participar en prácticas supervisadas de disparar en un polígono de tiro, los niños deberían inspeccionar qué se encuentra más allá de sus blancos e inmediatamente a ambos lados.
Los padres que no poseen un arma deberían asumir que sus hijos encontrarán un arma en alguna ocasión, tal vez en la casa de un amigo o de un familiar. La National Rifle Association ofrece un programa llamado Eddie Eagle, el cual enseña una orientación de cuatro pasos a los niños: “Si ves un arma: ¡DETENTE! No la toques. Abandona el área. Coméntale a un adulto.”
Pero no deje que la responsabilidad recaiga en su niño. Únase al Día Nacional de Ask (20 de junio). El sitio en Internet del petitorio de ASK sugiere: “Más del 40% de los hogares con niños posee un arma. La mitad de esas armas son abandonadas destrabadas y cargadas. ¿hay un arma donde juegan sus hijos? PREGUNTE.” Sea cortes…pero pregunte.
En el Día de la Madre, tanto los manifestantes anti-armas como los defensores pro-armas plantearán el interrogante de “¿Qué hace una madre?” La experta en armas y madre Sunni Maravillosa responde: “Usted no puede volver a su arma a prueba de niños. En su lugar, vuelva a sus hijos a prueba de armas.”
Traducido por Gabriel Gasave
Vuelva a sus hijos a prueba de armas
El 9 de mayo— Día de la Madre— la Marcha del Millón de Madres (MMM) “anti-armas” se reunirá en el West Lawn en Washington D.C. para protestar. Mientras tanto el grupo pro-armas Second Amendment Freedoms for Everyone (SAFER) marchará en las cercanías. Ambas organizaciones afirman hablar contra la violencia y por la seguridad de los niños. Sin embargo, cada una adhiere a posiciones diametralmente opuestas respecto de la legislación sobre las armas de fuego. ¿Quién habla en verdad por los niños?
Una específica pieza de legislación será el centro del debate este año. El Título XI de la Ley Federal del Control del Crimen Violento de 1994, el cual prohibió a las “armas de asalto,” está por caducar en septiembre. Pero la cuestión que se encuentra fundamentalmente en discusión se presenta más profunda que cualquier otro trozo de legislación. La pregunta básica es la de si la propiedad privada de armas es un derecho constitucional e individual, o una práctica temeraria que pone en peligro a la sociedad y a los niños.
El simbolismo de plantear ese interrogante en el Día de la Madre es claro. Cada grupo les esta pidiendo a las madres que cumplan con una obligación de todo progenitor: la de proteger a sus hijos. La sinceridad y la pasión de ambos bandos es palpable pero encuentro que los argumentos de los pro-armas son los más convincentes.
Por un lado, eliminar las armas de la sociedad no es factible. Esto no se debe meramente a que las mismas se encuentran muy difundidas o a que los argumentos de la Segunda Enmienda para la propiedad de armas no son susceptibles de ser vencidos en el futuro cercano. Es debido a que las armas, si se tornan ilegales, prosperarían en el mercado negro privándose de poseerlas tan sólo a los ciudadanos respetuosos de la ley. Posiblemente, esto le otorgaría a los criminales una ventaja y, de esa manera, volvería a la sociedad más peligrosa. Poseer un arma puede ser una de las mejores protecciones contra la violencia que una madre puede ofrecerle a su familia.
¿Cuán eficaz es esa protección? Las estadísticas sobre las armas son notorias por sus enormes diferenciaciones y por los usos políticos a los cuales las mismas son sometidas. El controversial libro “More Guns, Less Crime: Understanding Crime and Gun Control Laws” (1998) de John R. Lott, Jr. documenta algunas de sus fuentes y, así, invita al lector escéptico a corroborar su exactitud. Lott emplea información del FBI para sostener que el crimen violento ha declinado de manera significativa en los estados que han adoptado leyes de “SHALL ISSUE.” (a veces denominadas “leyes del presunto derecho de portación,” las que le permiten a alguien que cumpla con específicos criterios obtener una licencia.)
Lott argumenta en contra de las cifras de elevadas muertes de niños a causa de las armas ofrecidas por grupos tales como el MMM. Sostiene que los accidentes con armas “cobran las vidas de 200 niños de 14 años de edad o menos” cada año, mientras que los niños se encuentran “14, 5 veces más propensos a morir en accidentes automovilísticos.”
Pero, en al menos un sentido las estadísticas no interesan. Aún una sola muerte es demasiado.
Por eso es que las madres que eligen poseer un arma tienen la obligación de enseñarles a sus hijos a respetar a esa arma como una herramienta útil y potencialmente peligrosa. Millones de padres poseen armas. No pueden asumir que sus hijos no encontrarán y jugarán con un arma oculta en un cajón de la mesita de luz o en el estante más alto del armario. Los niños encontrarán usualmente cualquier cosa que sea escondida de ellos. Esto puede ser especialmente cierto respecto de las armas acerca de las cuales los niños se encuentran curiosos por haberlas visto en la televisión. Exhortar a sus hijos a “No la Toques” no proporciona una protección eficaz; de hecho, ello puede volver al arma más atractiva.
Así como los padres le enseñan a sus hijos a utilizar fósforos o la Internet de manera segura, también, deberían proporcionarles instrucción sobre cualquier arma en la casa.
El lugar para comenzar es con el manual. Revíselo con su hijo y explíquele como funcionan los controles con el arma descargada. Elimine el atractivo misterio de las armas.
En cambio, incúlquele respeto por las mismas. Por ejemplo, permítale el acceso a las armas pero solamente bajo la supervisión de un adulto. Gran parte de la instrucción no será mucho más que sentido común. Asegúrese de que sus hijos asuman que toda arma se encuentra cargada y a una edad apropiada enséñeles como corroborarlo. Utilice un buen dispositivo de traba. La mayoría de los expertos recomiendan guardar a las armas descargadas y en un estuche cerrado. Jamás apunte el cañón del arma a nada que no sea un blanco. Y asegúrese de que los dedos permanezcan fuera del gatillo hasta que el arma esté lista para disparar. Cuando alcancen la edad apropiada para participar en prácticas supervisadas de disparar en un polígono de tiro, los niños deberían inspeccionar qué se encuentra más allá de sus blancos e inmediatamente a ambos lados.
Los padres que no poseen un arma deberían asumir que sus hijos encontrarán un arma en alguna ocasión, tal vez en la casa de un amigo o de un familiar. La National Rifle Association ofrece un programa llamado Eddie Eagle, el cual enseña una orientación de cuatro pasos a los niños: “Si ves un arma: ¡DETENTE! No la toques. Abandona el área. Coméntale a un adulto.”
Pero no deje que la responsabilidad recaiga en su niño. Únase al Día Nacional de Ask (20 de junio). El sitio en Internet del petitorio de ASK sugiere: “Más del 40% de los hogares con niños posee un arma. La mitad de esas armas son abandonadas destrabadas y cargadas. ¿hay un arma donde juegan sus hijos? PREGUNTE.” Sea cortes…pero pregunte.
En el Día de la Madre, tanto los manifestantes anti-armas como los defensores pro-armas plantearán el interrogante de “¿Qué hace una madre?” La experta en armas y madre Sunni Maravillosa responde: “Usted no puede volver a su arma a prueba de niños. En su lugar, vuelva a sus hijos a prueba de armas.”
Traducido por Gabriel Gasave
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