Cuando el socialismo fracasa, el New York Times culpa al “capitalismo brutal”
Venezuela está al borde de una revolución. Nicolás Maduro, el presidente autocrático del país sudamericano, se enfrentaba a una derrota casi segura en las elecciones del pasado domingo. Las encuestas a pie de urna y los conteos no oficiales mostraban que el principal candidato de la oposición, Edmundo González, había ganado con alrededor del 70% de los votos. Sin embargo, Maduro continúa aferrándose al poder mediante la fuerza. Un consejo electoral bajo su control publicó resultados propios, alegando que había obtenido poco más del 51% de los sufragios, proclamándolo de esa forma ganador. La mayoría de los venezolanos rechazan estas cifras fraudulentas, y hasta los aliados izquierdistas de Maduro en otros países latinoamericanos están denunciando el fraude.
Sintiendo tal vez que su tiempo en el poder está llegando a su fin, Maduro ha recurrido a un repertorio de medidas represivas al estilo soviético como estrategia para mantenerse en el cargo. A los ojos del periódico The New York Times, sin embargo, los problemas de Venezuela provienen de una fuente diferente. El culpable no es el brabucón marxista que se aferra desesperadamente al poder, ni siquiera las políticas económicas socialistas que han sumido a Venezuela en la hiperinflación, la pobreza y el éxodo masivo de su población. Para los periodistas del Times Anatoly Kurmanaev, Frances Robles y Julie Turkewitz, la raíz de los problemas de Venezuela reside en un “capitalismo brutal”.
Esta fue la conclusión de la cobertura del periódico sobre la agitación de Venezuela el día de la votación. Estos tres reporteros alabaron cómo el movimiento del chavismo, que lleva el nombre del predecesor de Maduro, Hugo Chávez, “prometió inicialmente sacar a millones de personas de la pobreza.” “Durante un tiempo, lo logró,” afirman. “Sin embargo, en los últimos años, el modelo socialista ha sido reemplazado por un capitalismo brutal, sostienen los economistas, con una pequeña élite vinculada al Estado que controla gran parte de la riqueza del país.”
Nótese que los Sres. Kurmanaev, Robles y Turkewitz omiten mencionar a los “economistas” que supuestamente diagnosticaron el “capitalismo brutal” en Venezuela. Tampoco se molestan en explicar qué implica ese “capitalismo brutal”. Los periodistas del Times simplemente brindan su interpretación mediante etiquetas declamatorias. Para ellos, el “capitalismo” es de alguna manera el culpable del desastre humanitario en curso del socialismo de la vida real.
La extravagante interpretación del New York Times sobre estos acontecimientos sigue una larga tradición de apología izquierdista hacia los regímenes represivos de Chávez y Maduro que han gobernado Venezuela durante un cuarto de siglo. Es posible que tuviesen en mente a Joseph Stiglitz como su “economista” de referencia. A finales de la década de 2000, el premio Nobel y experto de extrema izquierda elogió efusivamente los supuestos logros de Chávez en “llevar la educación y los servicios de salud a los barrios de Caracas” e hizo apariciones en los medios de comunicación en nombre del dictador para promover un plan bancario estatal que nunca se implementó. La falta de autocrítica de Stiglitz se hizo evidente recientemente cuando publicó un nuevo libro que presenta falsamente a Milton Friedman como un “asesor clave del tristemente célebre dictador militar chileno Augusto Pinochet” (en realidad, Friedman solo aconsejó a Chile sobre cómo controlar la inflación, un consejo que ofreció a diversos gobiernos, ya fueran de izquierda o derechas). Tal vez Stiglitz, quien se congració con los chavistas durante un viaje de asesoramiento a Caracas en 2007, debería ocuparse de sus propias contradicciones antes de criticar las ajenas.
Hay un problema más fundamental con la información proporcionada por el Times. En su extraño intento por reinventar el reciente historial económico de Venezuela como una consecuencia del “capitalismo”, el periódico pasa por alto un hecho evidente: Nicolás Maduro es un marxista declarado. En un discurso pronunciado en 2021, Maduro afirmó que el Manifiesto Comunista de Marx y Engels era “la declaración política más importante de los últimos 200 años” y se declaró leal a la teoría del materialismo histórico de Marx. Además, Maduro sigue elogiando a regímenes históricos asociados con el marxismo, como la Unión Soviética bajo V.I. Lenin, la China de Mao Zedong y la Cuba de Fidel Castro. Presenta a Venezuela como la continuadora de este legado y asigna a su régimen la tarea de implementar las ideas de Marx en el siglo XXI.
Tal vez no debería sorprendernos de ver el intento orwelliano del New York Times de reinventar la ruina económica del régimen de Maduro como producto del “capitalismo brutal”. El periódico utilizó previamente una frase casi idéntica como parte de su Proyecto 1619, que atribuía la esclavitud en las plantaciones a “la brutalidad del capitalismo estadounidense.”
Al igual que con Maduro hoy, esta interpretación histórica carecía de fundamento en la realidad económica. La mayoría de los propietarios de plantaciones se consideraban parte de un orden feudal pre-capitalista y pre-industrial; de hecho, los dueños de esclavos del pasado veían al capitalismo de mercado como una amenaza para la esclavitud, de manera similar a como Maduro percibe al capitalismo como una amenaza para su gobierno socialista actual. Sin embargo, conceptos como los hechos, la exactitud y la precisión han dejado de ser preocupaciones para los editores del autodenominado “periódico de referencia” de Nueva York. Al igual que el régimen de Maduro ante el cual se arrastran y defienden, lo único que parece importarles es la narrativa política.
Traducido por Gabriel Gasave
El auto es Investigador Asociado del Independent Institute y titular de la Cátedra David J. Theroux de Economía Política.
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