¿Quo Vadis Hispanoamérica?
La gran noticia de la semana es el cambio radical de administración que se está dando en los Estados Unidos. Muchos de los agoreros del imperialismo dirán lo mismo de siempre que Estados Unidos es un país imperialista y que hay que defender la soberanía y quien sabe que otras yerbas. Sin embargo, lejos de asustarnos por lo que pasa en Estados Unidos deberíamos de más bien aprovechar la coyuntura para ver como la aprovechamos y como tomamos ventaja para nuestra región lo que está pasando.
Hispanoamérica tiene abundantes recursos naturales y cuenta con una cultura orientada a las relaciones familiares y los lazos de amistad. Tenemos una gran población joven, con mucho potencial, y aunque, al igual que el resto del mundo, la natalidad está descendiendo, su tasa de decrecimiento es todavía menor que Europa. Lo graficaba hace unos días Latinometrics:
Las Naciones Unidas, afirma que la población mundial llegará a su pico de 10.300 millones de seres humanos durante este siglo, y de ahi decaerá. Los que creen las teorías Malthusianas del crecimiento demográfico geométrico y el crecimiento aritmético de los recursos disponibles estarán contentos con esta visión sombría y pesimista de la humanidad. No terminan de entender que el crecimiento poblacional, en un ambiente de libertad, acarrea también un crecimiento económico y una mejor utilización de los recursos naturales. Lejos de ser una desgracia los seres humanos tenemos capacidad racional para encontrar y desarrollar nuevos recursos e ideas que anulan esa “aparente” falta de crecimiento de los recursos. Se lo vio a lo largo de este siglo cuando creíamos y había miedo de que se acabara el petróleo, más bien ocurrió lo contrario y aparecieron tecnologías como el fracking que aumentaron las reservas petróleo disponible. Cuando parecía que habíamos llegado a los límites de contaminación, surgieron nuevas tecnologías que requieren menos uso de carburantes e incluso alternativas más ecológicas. Lo vimos hace 100 años, cuando las calles de las ciudades eran estercoleros debido a la gran cantidad de semovientes que circulaban para transportarnos y como fuerza para mover las incipientes industrias. Otras tecnologías como la electricidad y el motor de combustion interna y el petróleo remplazo completamente a los animales como medio de fuerza. Nos quejamos de la polución y el smog, pero nos olvidamos de que hace 100 años la situación era muchísimo peor y vivir en la ciudad era una fuente de enfermedades debido al detrito que dejaban los semovientes al circular por las ciudades, y que las convertían en fuentes de enfermedades como el cólera, y las moscas revoloteaban constantemente y tampoco tenemos ni idea de cómo las ciudades olían en esta mezcla deshechos. Recuerdo haber acompañado a mis abuelos alguna vez al antiguo mercado de la PPG (Pedro Pablo Gomez), como le decían en Guayaquil, al mercado central de abastos de la ciudad a finales de los 70’s y ver entre maravillado por la cantidad de comercio y a la vez asqueado por los olores de desechos vegetales, humanos y animales en estos mercados populares. Hoy después de casi 40 años, esto es una reliquia que ni se ve al mismo nivel y ni hay desechos o animales vivos en estos mercados. Se puede ver también en las películas antiguas si uno pone atención, aunque no seríamos capaces de sentir los olores, si podríamos apreciar si nos fijamos que los niveles de suciedad comparados a los tiempos actuales son mucho mayores, si uno mira detenidamente las calles, las paredes, las manos, las caras o el aspecto de las personas, por mejor vestidas que estén. Es decir, vivimos mejor que hace 100 años y contrariamente a esa visión nostálgica e idealizada del pasado vivimos con más salubridad y con más capacidad de superar pandemias, no solo por los adelantos en higiene y medicina, sino también porque entendemos mejor la tecnología para mejorar la salubridad. Nuestras ciudades están mejor preparadas para lidiar con grandes masas humanas y la concentración que eso acarrea como la eliminación de desperdicios y la provisión de servicios básicos como agua potable y sin contaminación.
Retomando el tema demográfico, muy probablemente, aunque también sufriremos eventualmente, de seguir las tendencias, el mismo problema que Europa y del mundo desarrollado de decreciente natalidad, el hecho de que vayamos a la cola de este problema significa que aún habrá oportunidades para los hispanoamericanos para ser recibidos como migrantes en otros países que ya enfrentan dificultades serias debido a esta tendencia. Sin embargo, la pregunta que deberíamos estar haciéndonos y haciéndole a nuestros políticos es, como cambiamos a la región, de ser exportadores de capital humano debido a sus malas políticas públicas que impulsan a sus ciudadanos a migrar y abandonar la región. Mas bien deberíamos buscar convertimos en importadores de capital humano, es decir, a receptores de inmigración y a buscar el florecimiento humano de nuestra propia población en sus lugares de origen. Como hacemos para que Hispanoamérica deje de ser un lugar frustrante en donde los sueños y el florecimiento humano mueren y la unica alternativa es la emigración y más bien convertimos la región en un lugar deslumbrante y atractivo para que la gente quiera vivir ahi y pueda hacerlo con abundancia.
Hispanoamérica es atractiva a pesar de sus malas políticas públicas, personas del mundo desarrollado cansadas del alto costo de vida, la cultura decadente que puede llegar a tener el primer mundo cuando se trata del entorno familiar y social y nuestras tradiciones culturales, bellezas naturales y nuestro rico pasado colonial y precolombino, ya nos hace atractivos. La falta de seguridad jurídica, falta de libertad, ausencia de oportunidades de negocios, inestabilidad política, violencia y corrupción hacen que esto se limite a ciertas áreas donde o no han llegado a altos niveles la violencia o donde el costo de vida es tan bajo que las otras molestias se vuelven irrelevantes, en tanto y cuanto se cuente con un nivel de ingresos bueno y asegurado. Gracias a las maravillas del internet y el trabajo remoto les permiten a muchos de estos expatriados digitales o jubilados disfrutar de nuestra región a pesar de las dificultades auto impuestas por nuestra excesiva regulación y la inoperancia del gobierno en proveer seguridad y justicia.
Tenemos que cambiar dichas políticas que nos tienen en el subdesarrollo, inflación, falta de protección de derechos de propiedad, justicia o falta de seguridad. Esto requiere dejar de escoger líderes populistas que vienen a ofrecer casas, trabajos, o a resolvernos la vida por vías aparentemente fáciles como una mayor intervención del gobierno en vez de dejar que las fuerzas del mercado lo hagan. Hay que abrir y no cerrar nuestras economías, dejar de vilipendiar a los emprendedores a través de esquemas de odio, que buscan quitarles a unos para regalarles a otros. Debemos de fomentar una cultura de admiración por los emprendedores y de entender de que solo vamos a salir del subdesarrollo, sin apoyo del gobierno, a través del esfuerzo y el trabajo honrado y exigiendo que el gobierno deje de sobre regular los mercados y que nos deje trabajar y hacer fortuna. El rol del gobierno no debe de ser de productor o creador o de banco, si no un rol neutro y mínimo, de no estorbar y más bien evitar que solo unos pocos enchufados puedan operar en el mercado por que reciben un privilegio o beneficio del gobierno. La historia de Hispanoamérica está plagada de historias de mercantilismo, el estado, la corona o los cabildos dando permisos o dirigiendo quien hace que, en vez de proveer lo más básico y elemental que es seguridad y justicia.
Hay que dejar de luchar contra la corriente, el mundo es cada vez más globalizado, abierto e interconectado, tenemos que integrarnos hacia adentro y hacia afuera y remar con la corriente, con la apertura de mercados. Nuestra región debe de ser una potencia no solo cultural y familiar, como lo es a pesar de todas nuestras dificultades, pero que pasemos a ser una potencia económica, y eso requiere apertura y globalización, no proteccionismo o populismo o lloriqueos y lamentos soberanistas. Buscar una mayor integración económica regional y mundial, pero no a través de tratados de libre comercio que crean nuevas barreras de entrada, si no de apertura a otros mercados. El mundo lamentablemente se está de alguna manera dividiendo en grandes bloques políticos o comerciales. Asia y China es una región que tiene mucho potencial comercial, pero las perspectivas democráticas y de libertad de países como China o Vietnam a pesar de su gran desarrollo económico no son de lo más prometedoras. Por otro lado, Europa, aunque sigue siendo una región muy rica culturalmente y cuna de nuestra civilización occidental, enfrenta serias dificultades debido a la excesiva regulación de la union europea y a la batalla interna que tiene con la descontrolada inmigración musulmana y su falta de integración a la cultura occidental, al nihilismo, y al abandono de sus raíces culturales cristianas. Adicionalmente, se enfrenta a una Rusia que, aunque no es nominalmente comunista, tiene grandes sueños imperiales y antidemocráticos y que no deja de usar las mismas técnicas de engaño, confusión, decepción y expansionismo propios de la era soviética. En las Américas tenemos a Estados Unidos dispuesto a no dejarse engullir por este nihilismo cultural y la creciente amenaza rusa y ellos, por lo menos en esta administración que comienza, está abrazando nuevamente un papel fuerte e incluso imperialista y expansionista. No podemos y no debemos darnos el lujo de luchar a contracorriente y quejarnos eternamente del imperialismo yanki, soviético o europeo, deberíamos de ver cómo hacemos que nuestra región sea próspera y alejarnos de esa actitud de queja permanente y de no asumir la responsabilidad de nuestras propias decisiones políticas. Pongamos la casa en orden, y evitemos unirnos a países que les han robado la libertad a sus conciudadanos y que los esclavizan y que solo han sembrado discordia en el continente, o en lugares tan lejanos como África, como lo han hecho Venezuela, Cuba y Nicaragua. Integrémonos en libertad y rememos para beneficio propio junto con el resto del mundo desarrollado, no existen terceras vías, mal que bien somos la reserva moral, de capital humano del mismo y herederos de la cultura occidental, asumamos el reto de la prosperidad y el florecimiento humano.
- 23 de julio, 2015
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