La reforma educativa imprescindible para Argentina: ¿Quién está dispuesto a ignorarla?
Durante mayo 2018, invitado por la Fundación Friedrich Naumann, tuve la oportunidad de visitar varias ciudades alemanas y comprobar “in situ” las virtudes de su particular sistema de educación, el cual permite que alrededor de dos tercios de los jóvenes que se encuentran cursando sus estudios secundarios y no desean, o no califican, para seguir estudios universitarios, no deserten de los mismos, sino que se gradúen capacitados para ingresar exitosamente en el mundo laboral.
A mi regreso, publiqué en este mismo espacio una nota titulada, “Es posible enfrentar con éxito la crisis educativa” proponiendo la adaptación del mismo, el denominado sistema de educación dual alemán, a nuestra realidad, la cual se caracterizaba por una alta deserción de la escuela secundaria y por el hecho de que miles de jóvenes, muchos de los cuales habían terminado su educación obligatoria, no estudiaban ni trabajaban.
Por cierto, dicha propuesta la he venido realizando en varias columnas publicadas en este mismo espacio a partir de 2015.
Es claro que nada ha cambiado para mejor en nuestra realidad educativa, sino todo lo contrario; por ello, esta nota retoma y profundiza la propuesta en este año electoral, pues la misma constituye la reforma que requiere la educación argentina para evitar que miles de jóvenes abandonen sus estudios secundarios y otros tantos, habiéndolos finalizado, no cuenten con el capital humano requerido para incorporarse exitosamente al mundo laboral, en caso de no desear o no estar calificados, para continuar estudios superiores.
En el llamado sistema de educación dual, originario de Alemania, los estudiantes que optan por realizar el mismo pasan una cantidad importante de tiempo en un lugar de trabajo, durante la segunda parte de su educación secundaria. Conforme va transcurriendo el proceso de aprendizaje, el estudiante incrementa el tiempo de entrenamiento en la empresa y reduce el tiempo de aprendizaje en la institución educativa.
Al finalizar sus estudios, muchos ingresan directamente a puestos de trabajo en las empresas en las que realizaron sus entrenamientos. El resultado de ello es que se incorporan a la empresa no tan sólo con los conocimientos técnicos específicos necesarios, sino también conociendo la cultura organizacional de la misma y habiendo adquirido las habilidades sociales necesarias para desenvolverse exitosamente en dicho ámbito.
En Alemania existen alrededor de 350 profesiones con una duración de 2 a 3,5 años. Usualmente los estudiantes perciben durante este período un salario próximo a un tercio del que percibe un trabajador al inicio de su vida laboral. Por supuesto las empresas participantes, alrededor del 80% de las cuales pertenecen al sector privado, cuentan con incentivos fiscales del gobierno federal y/o estatales. El sistema se encuentra reglamentado por la Ley de Formación Profesional y cuenta con el apoyo de los sindicatos.
Austria, Luxemburgo, Suiza, Noruega y Bélgica utilizan también esquemas similares. Es más, a lo largo de los últimos años, varios países de la Unión Europea que han buscado reducir el desempleo de sus jóvenes mejorando la transición desde la escuela secundaria al mundo profesional, han centrado cada vez más su atención en el sistema dual (Eslovaquia, España, Grecia, Italia, Letonia y Portugal). El interés se ha extendido más allá del continente europeo, ejemplos de ello lo constituyen China, India, Rusia y Vietnam, quienes han firmado acuerdos de cooperación con el gobierno de Alemania, y el Estado de Minnesota en EEUU.
Como muestra basta un botón, como no recordar cuando hace un par de años, en agosto 2021, Toyota Argentina no logró contratar tan sólo 200 operarios con secundario completo en la zona de Zárate-Campana, ofreciendo salarios superiores al promedio del mercado. La razón, como bien lo señalaba Mariano Narodowski, era el perfil de la población objetivo, varones pobres de la zona, quienes en general no terminan el secundario.
Una adaptación del sistema dual a nuestra realidad ayudaría, no tan sólo a motivar a muchos jóvenes a no abandonar el secundario, como viene sucediendo desde años en nuestro país, sino también a enfrentar la tremenda deserción que ha dejado la política llevada a cabo por nuestro gobierno para enfrentar la pandemia, al motivarlos a retomar sus estudios en función de la salida laboral a lo que ello conduciría.
Si deseamos que los jóvenes, fundamentalmente aquellos pertenecientes a las familias de menores ingresos, terminen el secundario con calificaciones que les permita incorporarse exitosamente al mercado laboral es necesario llevar a cabo una real reforma educativa y no soluciones cosméticas que sólo habrán de mejorar las estadísticas de graduación, estafando a quienes supuestamente se desea beneficiar al dejarlos desamparados una vez que terminan su educación secundaria o desertan de la misma.
En este año electoral que estamos transitando no es tiempo de hablar generalidades sobre los problemas que enfrenta la educación argentina, es tiempo de proponer soluciones concretas y ya no de prometer una mejor y más justa educación para todos y todas, mientras miles de jóvenes ven cercenadas sus oportunidades de realizar una vida productiva y muchos de ellos se convierten en futuros beneficiarios de planes sociales.
Por ello propongo una adaptación del sistema dual alemán a nuestra realidad como la reforma educativa que nuestro país requiere para enfrentar la crisis de deserción y desempleo de nuestros jóvenes. ¿Quiénes de los potenciales candidatos apoyaría una reforma educativa de estas características? ¿Quiénes se opondrían a la misma? ¿No sería importante que los ciudadanos lo supiésemos al momento de emitir nuestro sufragio?
El autor es Rector de la Universidad del CEMA y Miembro de la Academia Nacional de Educación.
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