Xi Jinping contra Taiwán: un bloqueo, un video y un dilema
El jefe del régimen chino actuó de acuerdo a su propio manual. Xi Jinping no podía mantenerse inmóvil ante el breve pero contundente despliegue diplomático exhibido por su alter ego, la presidenta taiwanesa Tsai Ing-wen en América Latina y en los Estados Unidos, donde se reunió con Kevin McCarthy, el titular de la Cámara de Representantes norteamericana. Pero tampoco podía desencadenar una reacción de consecuencias imprevisibles.
Eligió un camino intermedio, intimidante aunque conocido. Ordenó un despliegue militar conjunto -ejército, fuerza área y marina- coordinado, en el cual simuló cómo sería un ataque con misiles para una posterior invasión a la isla separada por apenas 180 kilómetros de mar. En esa geografía, Beijing no contó a Kinmen, una superficie de 150 kilómetros cuadrados a apenas 4 kilómetros de la provincia de Xiamen, en el continente.
Kinmen -y el archipiélago que la conforman- es, para muchos, la primera barrera que debería derrumbar el Ejército Popular de Liberación (EPL) en una avanzada bélica contra Taiwán. Nunca pudo tomar esa isla pese a la proximidad. Esa isla fue escenario de varios combates, el primero de ellos en 1949, cuando los nacionalistas de Chiang Kai-shek se instalaron definitivamente en Taiwán. También hubo enfrentamientos en 1954 y 1958. Pero siempre fueron repelidos.
Nota al margen, la isla es conocida además por una pintoresca peculiaridad, ya obsoleta: una torre de diez metros de altura donde funciona un monumental altoparlante colocado en el acantilado de Beishan mirando hacia Xiamen para transmitir propaganda, canciones taiwanesas e instar a los soldados del EPL a cambiar de bando. Los sonidos ensordecedores que emitía esa torre fueron escuchados del otro lado del mar durante dos décadas, entre 1960 y 1970. Tiempos de guerra fría.
Pero no sólo de anécdotas está dotada la isla. Además de los llamativos parlantes de hormigón, cuenta con decenas de miles de soldados taiwaneses entrenados y esperando el desembarco de las tropas de Xi Jinping. Un combate allí desataría una batalla sangrienta, donde vecinos que suelen cruzar los escasos metros que separan el archipiélago del continente a diario para intercambiar productos serían las primeras víctimas de una guerra no provocada. Esa matanza se convertiría, además, en una herida difícil de sanar.
Sin embargo, ante la visita de Tsai a los Estados Unidos el EPL sólo dispuso algunos ensayos de fuego, aviones caza patrullando el espacio aéreo taiwanés y un breve bloqueo naval. Operaciones ya conocidas. Esta vez incluyó, cinematográficamente, un video muy gráfico y colorido que mostraba cómo sería el bombardeo previo a una invasión anfibia. Una animación en el que se veía el uso de misiles desde aviones, buques de guerra y móviles terrestres impactando en todo Taiwán. Salvo Kinmen.
¿Xi Jinping piensa destruir la isla que tanto anhela? Ese es el gran dilema que carcome a los estrategas chinos. Bombardear hasta el cansancio el archipiélago provocaría la desaparición de sus poderosas industrias. Sobre todo una que obsesiona a Beijing: la de los semiconductores, la más poderosa del mundo. En la era de la carrera por la Inteligencia Artificial podría ser una torpeza para la eternidad.
Pero además de las consecuencias tecnológicas inmediatas, otros serían los escenarios futuros. Sin ese poderoso sector funcionando al ciento por ciento de sus capacidades, no sólo se detendría la economía taiwanesa. Sino que gran parte de la cadena de producción mundial se vería sometida a una recesión sin precedentes. La crisis económica que provocó la invasión de Vladimir Putin a Ucrania sería apenas un rasguño.
El otro plan de Xi tampoco cuadra. No sólo un bombardeo generaría un cimbronazo financiero mundial. Quienes desde el Partido Comunista Chino (PCC) piensan en hostigar a Taipei y a su administración mediante bloqueos marítimos y aéreos, también deberían contar con esa arriesgada posibilidad. Por el Estrecho de Taiwán navega gran parte del comercio internacional. De sus puertos parte tecnología avanzada que posibilita a los países más desarrollados mantener sus números en verde. China sería la primera en ver su economía gravemente comprometida.
El ejército del régimen chino dijo que los juegos de guerra también incluían “sellar” la isla, y los medios estatales chinos informaron de que docenas de aviones habían practicado un “bloqueo aéreo”. Habrá que esperar nuevos movimientos para ver si finalmente este es el plan final para aislar a Taiwán definitivamente.
En tanto, los movimientos militares en el Océano Pacífico continúan. También en el Índico. Cada vez son mayores y más notorios. Luego de que Estados Unidos consiguiera la semana pasada acceso a nuevas bases en Filipinas cerca de Taiwán y el Mar de China Meridional -cuatro en total-, este martes se iniciaron acciones militares conjuntas entre ambas armadas.
Se trata de las mayores maniobras de combate en décadas en aguas del Mar de China Meridional y el estrecho de Taiwán. Participarán 17 mil marines de uno y otro lado y durará hasta el 27 de abril. Mucho más tiempo del que China dispuso para amedrentar a Taiwán. Serán 12.200 militares estadounidenses, 5.400 filipinos y 111 australianos los que tomarán parte de las maniobras, las más grandes de los últimos 30 años. Es probable que una próxima acción involucre a más países.
Seguramente, Beijing enfurezca. Pero tampoco podrá sobreactuar.
Quizás fue por este motivo que mintió al decir que terminaron sus simulacros en torno a Taiwán. Pese a haber asegurado que el EPL “ha cumplido todas las tareas en la patrulla de preparación para el combate y los ejercicios militares llevados a cabo desde el 8 hasta el 10 de abril alrededor de la isla” -de acuerdo a la agencia oficial Xinhua-, sus buques de guerra siguen allí.
China había informado este lunes por la noche que las maniobras habían concluido. Sin embargo, la televisión estatal afirmó que varios buques de guerra “continuaron realizando entrenamientos de combate real en aguas próximas a Taiwán”. El buque de guerra Xuzhou realizó misiones de patrulla de preparación para el combate, llevando a cabo entrenamientos de defensa aérea y antimisiles, mientras que en otra zona no especificada, el destructor Xian realizó entrenamientos de misiles sobre el horizonte, según el informe reproducido por Reuters.
Mientras tanto, Taiwán continúa con su estrategia de mostrarse al mundo cada vez más. Una delegación de parlamentarios de Canadá llegó a Tapei para una visita de una semana. Se reunirán con la presidenta Tsai y con representantes empresariales. Son diez legisladores, algunos de ellos vinculados con los departamentos de Defensa y Exteriores.
Le mostrarán a los legisladores los valores fundamentales que diferencian a Taipei de Beijing: democracia y libertad individual, un contraste que enfurece a Xi Jinping.
- 23 de julio, 2015
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