Ben Bernanke, otro Nobel de Economía para el desperdicio
Tyler Cowen ya se ha encargado de hacer un estupendo resumen de las contribuciones académico teóricas de Ben Bernanke, pero vamos a hablar de la polémica que implica el Nobel de Economía 2022 para Bernanke. Para lo políticamente correcto habrá otro día, porque, a fin de cuentas, lo que importa de una figura pública (que trabaja para el Estado) al final del día es lo que hace, no lo que dice.
Desde luego que el Nobel de Economía es polémico, un año más que otro, pero el de 2022 recuerda otros galardonados igualmente polémicos como Paul Samuelson, galardonado en 1970. Samuelson es probablemente el más infame por haber llegado incluso a encubrir los pecados del comunismo afirmando en 1989 que “la economía soviética es una prueba de que una economía socialista puede funcionar e incluso prosperar”.
Otros igualmente infames y nefastos son los otorgados a Joseph Stiglitz en 2001 y el de Paul Krugman en 2008 por el mismo motivo, porque, por un lado, pretenden que la realidad se adapte a sus modelos, y no al revés, lo cual es ciertamente perverso, y por el otro, se sirven políticamente de la autoridad que el Nobel les confiere de alguna manera.
Cuando se critica a estos economistas, los “puristas” académicos que pretenden hacer creer al público que la Ciencia Económica debe estar libre de juicios de valor, saltan sin piedad a la yugular de sus críticos tratando de separar el polvo de la paja, o de separar lo estrictamente académico de lo político, cuando en realidad sabemos todos perfectamente que no existe tal cosa, que los Nobel de la Paz, Literatura y Economía son otorgados con un propósito inconfundible, el de marcar una línea de influencia en el mundo.
De hecho, esto fue justamente lo que F.A. von Hayek criticó a lo largo de su discurso al recibir el mismo galardón en 1974, que los economistas habían hecho de la Ciencia Económica un desastre por distintos motivos, primero por confundir el método de las ciencias sociales donde pertenece, con el de las ciencias naturales; y segundo, por el poder que el Nobel les confiere.
No importa si están escandalosamente equivocados, pero una vez que se les otorga el Nobel de Economía, los economistas conceden automáticamente a los galardonados un reconocimiento incuestionable. Es decir, la manera de pensar sobre quien ha ganado el Nobel entonces se considera que su trabajo es lo actual y lo moderno, que constituye el aporte científico más avanzado y refinado hasta el momento.
En este sentido, se supone que Bernanke es experto en estudios y análisis de banca y crisis financieras, pero no vió venir ni la burbuja inmobiliaria desde 2001 ni su explosión entre 2006 y 2007, hasta que simplemente sucedió. Peor aún, luego, cuando escribió sus memorias y una serie de conferencias al respecto en cuanto se retiró, afirmó que el origen de aquella crisis no había estado vinculada de manera alguna con la política de tasas de interés artificialmente bajas de la Reserva Federal durante demasiado tiempo, sino en aspectos meramente psicológicos del público.
Para mayor inri, Bernanke dijo en determinado momento que su trabajo para encarar el inicio de la Gran Recesión, el famoso programa de monetización masiva de deuda Quantitative Easing (QE) y la Zero Interest Rate Policy (ZIRP), que multiplicó varias veces la base monetaria estadounidense, estuvo inspirado en el trabajo de Milton Friedman y Anna Schwartz. De hecho, fue por eso que incluso se atrevió a prometer que la Reserva Federal no volvería a cometer los errores del pasado, a lo cual, por cierto, Schwartz respondió muy negativamente.
Probablemente lo peor de todo es que el público presupone que Ben Bernanke ha sido no sólo un gran economista, sino un auténtico héroe que rescató tanto la economía de Estados Unidos y la del mundo entero con sus políticas de monetización masiva de deuda, además sin haber provocado inflación, y que a partir de tal experiencia aquello constituye la nueva economía moderna y la regla a seguir hacia adelante incuestionablemente.
Sin embargo, nada mpas alejado de la realidad. Ben Bernanke solamente postergó los efectos de la crisis a cambio de agravarlos, no solucionó ningún problema. Al respecto ya comentamos que las políticas de Bernanke al frente de la Fed sí que generaron inflación, y mucha, pero ahora mismo, y al menos desde 2021, la inflación se ha disparado a máximos de 40 años utilizando exactamente las mismas medidas de Bernanke para tratar de encarar la crisis de Covid-19.
Finalmente, si alguien se pregunta cuáles son los Nobeles que resulta más constructivo estudiar, aquí hay algunos: F.A. von Hayek (1974), Milton Friedman (1976), James Buchanan (1986), Vernon Smith (2002), Elinor Ostrom (2009), tal vez Paul Romer (2018) y quien definitivamente tendría que haberlo recibido ya es Israel Kirzner.
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