¿Qué se enseña en nuestras escuelas?
A principios de marzo, el Padre Pedro Opeka, un sacerdote argentino propuesto varias veces al Premio Nobel de la Paz por su incansable trabajo con los más pobres en Madagascar, hizo pública una carta abierta condenando la invasión a Ucrania.
En sus propias palabras: “Hermano Vladimir, este jueves 24 de febrero nos despertamos con gran asombro, al enterarnos de que declaraste la guerra y desencadenaste el ataque sobre la población ucraniana, nación soberana que respeta las leyes internacionales y nunca tuvo como intención atacar a Rusia. Los ciudadanos de numerosos países sentimos una gran amargura, tristeza y vergüenza por tus acciones, llenas de locura y megalomanía… ¡Hombres y mujeres libres, humanistas de nuestro mundo! ¡Levanten su voz y condenen estas acciones bárbaras, atroces, contra el pueblo ucraniano!”.
Hoy, casi un mes después, la condena al criminal accionar de Vladimir Putin es generalizada.
Por ejemplo, el pasado lunes 23, Josep Borrell, Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores declaró a la prensa: “Rusia está verdaderamente cometiendo muchos crímenes de guerra, esa es la palabra. Lo que está pasando en Mariupol es un masivo crimen de guerra, destruyendo todo, bombardeando y matando a todo el mundo, de forma indiscriminada”. Una posición similar es sostenida por el gobierno norteamericano, como reporta CNN: “El gobierno de Estados Unidos ha declarado formalmente que miembros de las fuerzas armadas rusas han cometido crímenes de guerra”. A esta altura hay crecientes llamamientos a nivel internacional para que la Corte Penal Internacional procese a Vladimir Putin como criminal de guerra por los ataques llevados a cabo contra civiles indefensos.
¿Qué se enseña sobre esta tragedia en nuestras escuelas? Al fin y al cabo, educar es más que la educación formal. Educar es también educar en valores, como bien lo señala Alberto Benegas Lynch (h) en su libro “Nada es Gratis”: “Cuando nos referimos a la relevancia de la educación, no estamos circunscribiendo nuestra atención a lo formal y mucho menos a lo estatal, estamos enfatizando la importancia de valores y principios sin los cuales nada puede hacerse bien”.
Valores, he aquí la cuestión. De lo contrario podríamos llegar al absurdo de aceptar, como nos advierte Benegas Lynch, que un pueblo educado como el alemán permitió llegar al gobierno a Adolf Hitler; cuando en realidad el pueblo alemán era profundamente deseducado en contra de los valores de la libertad, por el estudio sistemático de ideas de autores como Herder, Fitche, Hegel, Schelling y List en colegios y universidades. Por ello, agrega: “Siempre la educación, para bien o para mal, prepara el ámbito de lo que sucederá en el terreno político”.
Retornemos a la tragedia ucraniana. Ursula von der Leyen, presidente de la Comisión Europea, expresó al respecto: “Si la libertad tiene un nombre, ese nombre es Ucrania”. Y agregó que “la bandera de Ucrania es la bandera de la libertad”, elogiando su valentía frente al criminal accionar de Rusia.
¿Qué enseñamos en nuestras escuelas? ¿No se debería enseñar el valioso ejemplo del pueblo ucraniano en defensa de su libertad? Yo creo que sí.
Si deseamos nunca más ser gobernados por descabellados y/o corruptos iluminados, sean de la ideología que sean, debemos educar a nuestros jóvenes para la libertad, nuestro futuro como sociedad depende de ello.
El autor es Rector de la Universidad del CEMA y Miembro de la Academia Nacional de Educación.
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