23 años de destrucción en Venezuela
Febrero es un mes importante para Venezuela y los venezolanos. Varios patriotas de los siglos XIX y XX nacieron este mes, y también sucedieron hechos fundamentales de nuestra historia, como lo fue la Batalla de la Victoria de 1814. Lamentablemente en nuestros días, febrero significa el comienzo de la debacle de nuestro país, primero con la intentona golpista de Hugo Chávez en 1992 y, años más tarde con su su toma del poder por las vías democráticas, en 1999.
De esa primera fecha, han pasado 30 años ya. El 4 de febrero de 1992 fue el primer gran golpe a la democracia venezolana, cuando unos militares decidieron tomar el poder por la fuerza y asesinar al presidente de la República, Carlos Andrés Pérez. No lograron acabar con la vida del primer mandatario, ni con la de su esposa e hijas que resistieron en el Palacio de Miraflores los ataques de hombres armados. Pero lamentablemente decenas de inocentes no corrieron con la misma suerte y fueron asesinados por los golpistas. Por esos mismos que, una vez en el poder, decidieron también matar a la democracia venezolana que con errores, desaciertos y problemas, había sido una de las más longevas, estables e importantes de la región.
Seis años después de aquella fatal madrugada, en 1998, Hugo Chávez ganó las elecciones presidenciales. Esta vez decidió usar los mecanismos democráticos para tomar el poder, en el que estuvo hasta su muerte. Fue en 1999, específicamente el 2 de febrero, cuando Chávez juró como presidente de Venezuela. En la historia de las naciones hay fechas que se celebran con algarabía, pero también hay fechas que lamentamos con profundo dolor, y si tenemos una, los venezolanos, es precisamente esa en la que un grupo de personas que no creían en la democracia, pero sabían que para destruirla debían usarla, llegaron al poder. Antes destinaron las armas de la República para intentar tomar el poder por la fuerza, y hoy las usan para no perderlo.
A la fecha, son 23 años desde que el chavismo llegó al poder. Estamos hablando de una generación entera y, sin lugar a dudas, de la época más oscura de nuestra historia contemporánea. Si miramos un siglo atrás, e incluso más, no encontraremos algo parecido en nuestro país. Ningún gobierno tan corrupto como el de Chávez y Maduro, el creador del desastre y el sucesor del mismo. Ningún gobierno tan empobrecedor, ningún gobierno tan violador de Derechos Humanos, y ciertamente, ningún gobierno que haya manejado tanto dinero en nuestros casi 211 años como República.
Durante estas dos décadas, los gobiernos chavistas han manejado más de un billón de dólares. Ni en los 40 años de democracia, es decir, casi el doble de tiempo, ingresaron sumas cercanas. A pesar de ello, hoy Venezuela vive una Emergencia Humanitaria Compleja nunca antes vista en la región, como tampoco fue vista en el continente una crisis migratoria de la magnitud de la venezolana. Son seis millones de personas que huyeron de la crisis económica producida por la dictadura, de la delincuencia promovida desde el poder y de la represión ejercida por los grupos de tarea de Nicolás Maduro contra aquellos que luchan por un cambio en el país.
El chavismo, que se ha autoimpuesto diferentes etiquetas grandilocuentes como “revolucionarios”, “defensores de los más necesitados” y “antiimperialistas”, no puede, a estas alturas, evitar que el mundo entero los reconozca por lo que han causado en Venezuela: pobreza, corrupción y represión. Y es que, cuando Chávez alcanzó al poder, la pobreza en Venezuela no llegaba al 40%, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), pero a la fecha, el 96% de los venezolanos se encuentran bajo la línea de pobreza y el 79% en pobreza extrema, de acuerdo con datos emitidos por la Encuesta Nacional sobre Condiciones de Vida (ENCOVI) de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB). Es decir, duplicaron y más la pobreza, a pesar de manejar dinero suficiente para que hoy, en Venezuela, no existiera ni una sola persona pasando hambre.
La destrucción chavista es imposible de ocultar e imposible de excusar alegando falsos bloqueos o supuestos ataques que ni existen, ni han existido. Los únicos responsables de esta realidad son quienes han ocupado la silla en Miraflores y sus asesores expertos en autoritarismo; los cubanos. Cuantitativamente hablando, es mucho lo que se puede demostrar. Algunos datos que dan cuenta de la barbarie cleptocrática y dictatorial “revolucionaria”, recientemente enumerados por el diputado y economista José Guerra, son elocuentes:
– En 1998 Venezuela produjo 3.288.000 barriles diarios de petróleo. En 2021, apenas 638.000 barriles diarios. También disfrutó de los mayores precios petroleros de la historia. Hoy el país importa gasolina. Destruyeron PDVSA, que durante la democracia fue modelo en el mundo.
– Hugo Chávez recibió 14.849 millones de dólares en reservas internacionales en el Banco Central de Venezuela, pero en 2021 esas reservas fueron 5.914 millones de dólares. Venezuela está en bancarrota.
– Hugo Chávez recibió una deuda externa de 32.809 millones de dólares, la cual saltó hasta 120.000 millones de dólares en 2021. Triplicaron la deuda, hipotecando el futuro.
– La economía cayó cada año en promedio -3,8% y la inflación fue 240%, en promedio, en el lapso 1999-2021. Este es un récord planetario difícil de igualar.
– El tipo de cambio del bolívar en 1998 fue Bs/$510 y en 2021 Bs/$49.000.000.000.000, (con 14 ceros reconversiones).
– Como resultado de lo anterior, el ingreso por habitante que en 1998 fue de 3.930 dólares, cayó hasta 1.010 dólares. Ningún país en situación no bélica ha tenido esta catástrofe.
– El salario mínimo, hoy, es de 2.40 dólares mensuales, mientras que en 1998, cuando Chávez llegó al poder, era de 337 dólares.
Si los números son devastadores, las historias de las personas detrás de cada indicador de pobreza, sus realidades y la forma en la que hoy sobreviven a pesar de la dictadura, son desgarradoras. La Emergencia Humanitaria Compleja ha dejado a millones de familias fracturadas; familias que tienen a sus abuelos viviendo solos en Venezuela pues sus hijos y nietos emigraron buscando una vida digna, a pesar de los peligros que supone recorrer las fronteras o huir del país en una balsa. Sí, como los cubanos. Hay un país fuera de un país, y es precisamente esa la cara de la destrucción de nuestra tierra a manos de delincuentes, pues Venezuela no había conocido, en su historia republicana, un gobierno más represor y asesino, que ha hecho de la violación a los Derechos Humanos una política de Estado.
A la fecha, hay casi 250 presos políticos en los calabozos de la dictadura de Nicolás Maduro, muchos de ellos, probablemente siendo torturados en este preciso momento. Bajo esa situación, la tortura, ya han asesinado a muchos inocentes que fueron apresados solo por oponerse al régimen venezolanos. Sumado a eso, los asesinatos en protestas como la de 2014 (43 venezolanos asesinados), 2017 (163 venezolanos asesinados) y 2019 (67 venezolanos asesinados), y las ejecuciones extrajudiciales cometidas por los grupos de tarea, donde solo las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) desde su creación en 2016, han sido responsables de casi 20.000, de acuerdo con datos de organizaciones como Human Rights Watch.
Lo descrito hasta aquí es apenas lo más visible de una estructura criminal hoy investigada por la Corte Penal Internacional por Crímenes de Lesa Humanidad, pero suficiente para demostrar que el “legado” de Hugo Chávez, continuado por Nicolás Maduro, ha sido 23 años de destrucción en Venezuela.
Y lejos de ser un problema solo de los venezolanos, mientras más dure esta situación, mayor será el riesgo para toda la región pues cada día los grupos armados, terroristas y narcos aumentan su presencia en el país con el apoyo de la dictadura, para desarrollar sus actividades delincuenciales, tal como han demostrado diferentes y recientes investigaciones de El Tiempo, Semana, , Armando.Info y El País.
Rescatar a Venezuela es una tarea de todos los demócratas en el mundo. 276 meses de esta tragedia, ha sido demasiado. Venezuela libre, democrática y reconstruida es y debe ser el objetivo de hoy, no de mañana.
La autora es representante de la Asamblea Nacional de Venezuela en Argentina.
- 28 de diciembre, 2009
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