El Gobierno puso restricciones a las exportaciones de maíz para redistribuir migajas
De acuerdo con el comunicado del Ministerio de Agricultura: “Esta decisión se basa en la necesidad de asegurar el abastecimiento del grano para los sectores que lo utilizan como materia prima en sus procesos de transformación, básicamente la producción de proteína animal como carne de cerdo, pollo, huevos, leche y feedlot, donde el cereal representa un componente significativo de sus costos de producción”.
En otras palabras, al restringirse la exportación de maíz, por ahora solo el grano grueso, lo que hace el Gobierno es limitar artificialmente la demanda agregada, buscando bajar artificialmente su precio.
¿Quiénes se benefician con esta restricción? Como lo dice el comunicado, los productores de carne de cerdo, pollo, huevos, leche y feedlot. Es decir, se decidió transferir renta del productor de maíz a quienes lo utilizan como insumo.
Supuestamente, este abaratamiento del costo del insumo maíz haría que baje el precio del pollo, los huevos, la carne de feedlot y la de cerdo, algo que no necesariamente va a ocurrir porque lo más probable es que la moneda nacional se siga depreciando, caiga el poder adquisitivo del salario y la gente, a pesar del subsidio por restricción de la demanda, pueda comprar menos huevos, carne, pollo, etc. con su ingreso. De ahí que la posibilidad de que esta medida pueda llegar a beneficiar el consumo interno es dudosa, dado el desborde fiscal y monetario acumulado.
No es reduciendo artificialmente el precio y el margen de utilidad de los productores de maíz, y tal vez en el futuro de otros granos y carne, como van a mejorar el ingreso y la capacidad de compra de la población, si paralelamente no se logran inversiones que creen puestos de trabajo y no se tenga un peso que licua mes a mes el salario.
En el corto plazo, de cara a las elecciones de medio término, se le podrá hacer llegar a la población el asado de tira más barato, pero en el largo plazo habrá menos empleo, más pobreza y menos carne en la mesa de los argentinos.
Menos restricciones más producción y exportaciones
Luego, cuando la gestión de Mauricio Macri levantó las restricciones a las ventas de trigo al resto del mundo se duplicó el área sembrada. La producción de trigo, que había caído a 8 millones de toneladas, e incluso el país del trigo y de las vacas había llegado a importar trigo para producir harina, se recuperó y en la campaña 2019/20 la cosecha llegó a 9,7 millones de toneladas.
La producción de maíz, que al final de la era K estaba en el orden de los 33 millones de toneladas, trepó a 58,5 millones en la última campaña agrícola del Gobierno de Cambiemos.
Según datos del Indec, en 2002 había 333.000 explotaciones agropecuarias y en 2018 quedaban 250.881 y se perdieron unos 10 millones de cabezas de bovinos. En la era K el sector agropecuario perdió, aproximadamente 20.000 puestos de trabajo directos, conforme a datos de la cartera laboral.
La medida adoptada por el Gobierno, si se extiende a otros rubros, producirá una transferencia de ingresos de los sectores perjudicados a los beneficiados sin que se garantice carne más barata porque la expansión monetaria es tan alta que la gente no percibirá la baja de precios, por la suba de otros, si es que llegara ocurrir.
Pero, lo más grave, es la señal que se envía a los inversores. Si alguien pensaba hundir capital en la Argentina, esta es una nueva medida que atenta contra ese proceso y la consecuente creación de puestos de trabajo.
Falta de un insumo básico
El BCRA agoniza en las reservas en divisas que tiene de libre disponibilidad propias.
En el mercado faltan dólares y sobran pesos y el Gobierno se encarga de restringir la entrada de divisas, tanto por el lado del tipo de cambio efectivo de los exportadores, como por el lado del tipo de cambio real con una brecha cercana al 100% que es insostenible, de modo que en lugar de fomentar que haya cada vez más dólares, hace que sobren cada vez más pesos.
La concepción del Gobierno es muy clara: la economía es una cuestión de suma cero, lo que gana uno, lo pierde otro. La política oficial no apunta a aumentar la generación de riqueza, sino a repartir las migajas que van quedando de una actividad económica que agoniza por la cuarentena, pero, sobre todo, por la inestabilidad en las reglas de juego y los desestímulos para invertir y producir.
Sencillamente, pretenden llevar a que la economía consuma sin que se produzca y, a decir verdad, el único que ha podido multiplicar los panes hasta ahora, ha sido Nuestro Señor Jesucristo.
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