Argentina: Un gobierno que no sabe, no puede ni quiere estabilizar la economía
No es la primera vez que en la historia de la Argentina ante una creciente desconfianza en el peso y en la gestión, el dólar libre se dispara como forma de refugio de valor. Tampoco es la primera vez que los gobiernos que no generan confianza intenten dominar el tipo de cambio libre, no regulable, recurriendo a artificios financieros en vez de girar 180 grados en sus políticas económicas y en el discurso político, principal fuente de incertidumbre que hace que los agentes económicos huyan del peso.
En las clases de Moneda, en la universidad, se enseña que cuando se inician los procesos inflacionarios, la gente cree que el aumento de precios, producto de la expansión monetaria, es transitorio y, por lo tanto, posterga compras (aumenta la demanda de moneda) hasta que se restablece el punto de partida.
Pero cuando la gente percibe que ese aumento de precios no es transitorio comienza a comprar bienes y a deshacerse de los pesos. Y cuando esto ocurre, toda la emisión monetaria derivada del financiamiento del déficit fiscal impulsa una mayor suba de los precios porque se combinan caída en la demanda de moneda con expansión de dinero en circulación.
En otras palabras, la población, a diferencia de lo que ocurre al inicio del proceso inflacionario en que se postergan compras a la espera de que los precios bajen, aumenta la demanda de bienes y huye del peso anticipando adquisiciones de bienes y servicios antes que los precios vuelvan a subir. Uno de ellos es el dólar libre.
Pese a esa constancia empírica, un economista vinculado a la ideología gobernante sostuvo en televisión que el Estado tenía que controlar el precio del dólar libre. Más precisamente dijo: “hay que ponerle un precio máximo”. Y cuando se le preguntó cómo se podría hacer eso respondió: “No sé, por teléfono (sic) o mandando la AFIP”.
En otras palabras, en primer lugar aparentemente hay economistas que creen que se puede crear una especie de SIDE del dólar libre, y en segundo lugar, utilizar a la AFIP como una suerte de KGB o Gestapo.
Pero lo más brutal es el concepto económico. El dólar libre o “blue” existe porque el Estado estableció controles de cambios y regula el precio. Si por un instante se quisiera extender los controles a ese segmento del mercado, rápidamente aparecería el “blue bis”, porque el sistema siempre busca un cauce para hacer sus transacciones. Basta leer los libros sobre la historia de los controles de precios para advertir que 4.000 años de historia de controles de precios y salarios no sirvieron para combatir la inflación, sino cuando se atacaron las causas fundamentales.
En números, se observa que desde que el kirchnerismo volvió al poder en diciembre 2019, el dinero en circulación aumentó 65%. Basta con ver la impresión de billetes de $1.000, que es el de mayor denominación, para percibir la fenomenal emisión monetaria.
A fines de noviembre 2019, último mes completo del gobierno de Cambiemos, había 255,4 millones de unidades de $1.000 en circulación y a fines de septiembre, último dato disponible, ya superaba los 743 millones de unidades, aumentó 191% y pasó de representar 5% del total de los billetes en circulación a 11%. Se trata de un indicador anticipado de camino a la hiperinflación si no se detiene a tiempo.
Una forma de ver la depreciación del peso es viendo a cuántos dólares equivale un billete de $1.000. Tomando el dólar blue, en noviembre pasado el billete de mayor denominación en circulación equivalía a USD 15, en septiembre a USD 7,4 y ayer se ubicaba apenas por arriba de USD 5, es decir se depreció a la tercera parte en sólo 10 meses de gobierno.
Estado ausente
Mal que le pese a la vicepresidente, Cristina Fernández de Kirchner, el problema económico es el emergente de una gran desconfianza política por falta de credibilidad en el Presidente y también de la ex presidente y su pata política La Cámpora.
Mientras la gente ve cómo el Estado está ausente ante la generalizada toma de campos y tierras, sin que el Presidente o funcionarios públicos salgan a repudiar tales actos, la desconfianza crece porque se observa que no solo no hay un plan económico consistente (en rigor no hay plan económico), sino que, además, existe una total falta de respeto por los derechos de propiedad.
Podrán cambiar al ministro de Economía Martín Guzmán y a otros funcionarios del área, pero el problema de falta de confianza continuará existiendo mientras el kirchnerismo se mantenga en el gobierno. Es esa parte del peronismo la que genera la fuga hacia el dólar.
Son las declaraciones del presidente Alberto Fernández las que generan una corrida cambiaria cuando afirma que los dólares son para producir y no para ahorrar. Con esas afirmaciones produce pánico en la gente que piensa que el Estado puede llegar a confiscarle sus ahorros, como ya pasó en el pasado.
A esta altura ya no habrá instrumento que pueda frenar la caída en la demanda de moneda y el aumento del tipo de cambio. La devaluación que el gobierno sistemáticamente niega que vaya a ocurrir, va a ocurrir porque ya faltan dólares a $83 para importar insumos, lo cual llevará a desabastecimientos de bienes finales y a mayor crisis económica y social.
En los primeros nueve meses del año las exportaciones acumulan una caída del 12,6% y las importaciones una baja del 21%, aunque en septiembre quebraron una racha de 24 meses consecutivos de caída, por el impulso de las compras de bienes finales, principalmente.
El mensaje de la vicepresidente
Cristina Fernández de Kirchner cuestionó ayer, a través de un comunicado, la situación económica y culpó a la herencia recibida del gobierno de Mauricio Macri, a la pandemia y a una supuesta conspiración de los medios y el empresariado por la suba del tipo de cambio y la crisis recesiva.
Se equivoca de punta a punta. La actual crisis económica es la herencia que dejó en 2015 cuando completó su segundo mandato presidencial. Macri se encargó solamente de cambiar la forma de financiar los fenomenales desequilibrios macroeconómicos que había recibido.
En otras palabras, el Gobierno está desconcertado porque recibió el campo minado que le había dejado Cristina Fernández de Kirchner a Mauricio Macri, pero con el agravante que ya no tiene la soja a USD 600 para financiar el populismo que impulsó desde el inicio de 12 años de la anterior etapa K, por eso sube continuamente el dólar libre: es el termómetro que marca la desconfianza en un gobierno que no sabe, no puede, ni quiere estabilizar las variables macroeconómicas y revertir la delicada situación social.
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