Irán: un régimen agobiado impulsa su economía con trueques y acuerdos secretos
La política de Washington de aplicar la “presión máxima” sobre Irán con sanciones de gran alcance ha destrozado los ingresos petroleros del país y ha llevado a su economía a una recesión e inflación que devaluó dramáticamente su moneda nacional.
Sin embargo, Irán sigue desafiante frente a los esfuerzos de Estados Unidos por obligarlo a aceptar restricciones en su programa nuclear y reducir el apoyo a los grupos terroristas regionales en Siria, Libano, Irak, Yemen y Gaza. Irán se resiste a volver sobre sus pasos y apartarse de las guerras de poder que los khomeinistas fogonean en todo el Oriente Medio.
Funcionarios iraníes, empresarios y analistas dicen que el país se mantiene en pie debido a que ha aumentado las exportaciones de productos no petroleros y a los aumentos de los ingresos fiscales, pero lo más importante para demostrar la debacle del régimen khomeinista es que Irán ya está recurriendo al trueque y al contrabando.
Según declaraciones de funcionarios de rangos medios en áreas económicas del régimen, con la finalidad de eludir las sanciones bancarias y financieras de los EEUU, los gobernantes de Irán han creado una red de comerciantes, empresas, oficinas de cambio y recaudadores de dinero en diferentes países. “Estados Unidos no puede aislar a Irán”, dijo un alto funcionario iraní, que al igual que otros funcionarios pidió no ser identificado.
El director de proyectos de Irán en el International Crisis Group declaró que aunque la economía iraní está en una situación desesperada, aún está lejos de verse abrumada. “Irán tiene bastante experiencia viviendo bajo coacción económica", indica el documento ofrecido a Reuters. “En los últimos años, las exportaciones no petroleras han crecido significativamente, también su comercio con países vecinos como Irak y Afganistán”, según la agencia de noticias.
“Irán también puede contrabandear petróleo y generar algunos ingresos”, según la International Crisis Group.
Sanciones severas
Las nuevas sanciones, impuestas después de que el presidente Donald Trump se retiró del Acuerdo Nuclear, son las más severas jamás impuestas por Washington, están dirigidas a casi todos los sectores de la economía de Irán, incluida la forma en que financia su comercio internacional. Las exportaciones de crudo de los miembros de la OPEP se han reducido en más del 80 % desde el año pasado, en comparación con 2012, cuando las exportaciones cayeron en picada a menos de 1,3 millones de barriles por día (bpd) a aproximadamente 2,5 millones de bpd.
Aunque los alimentos y la medicina están exentos, la falta de acceso al sistema financiero mundial ha dado lugar a una crisis humanitaria con escasez de medicina especializada. El Fondo Monetario Internacional (FMI) pronosticó que la economía de Irán se contraerá en 2019 en un 4% debido a la disminución de los ingresos petroleros. El Banco Mundial prevé que la inflación salte a 34.2 por ciento en 2019-20 desde 23,8 % en 2018-19 y 9,6 % el año anterior.
Sin embargo, algunos economistas especializados en Irán creen que la inflación ya ha superado el 48 %. Las autoridades iraníes sostienen repetidamente que el país puede capear la tormenta, pero la realidad en el terreno es diferente al discurso de régimen y demasiado dura para los ciudadanos iraníes de a pie. La fuerte devaluación de la moneda nacional de Irán y la dificultad para pagar las necesidades urgentes de importación han llevado a aumentos descontrolados en los precios del pan, el arroz y otros productos básicos.
“Es fácil para los funcionarios hablar sobre resistir la presión de Estados Unidos. No tienen que preocuparse por el alquiler o el aumento de los precios de los productos”, declaro a Reuters Ali Kamali, un maestro jubilado de 63 años de Teherán. “Los precios están subiendo todos los días”. No se vislumbra el final de las sanciones en el corto plazo, y Trump dijo el miércoles pasado que la presión se intensificará sobre Irán.
El presidente iraní, Hassan Rouhani, pronunció su discurso en la Asamblea General de la ONU el miércoles pasado evitando mencionar si Teherán volverá a dialogar y comprometerse con Estados Unidos. Los ataques del 14 de septiembre en los sitios petroleros de Arabia Saudita aumentaron aún más el repudio internacional al régimen khomeinista, y Washington, Riad y la Unión Europea culpan abiertamente a Irán.
Teherán niega su participación en los ataques, que fueron reivindicados por milicias hutíes alineadas con Irán en Yemen. ”Irán no tiene muchas otras fuentes de ingresos, más allá del petróleo, por lo que su economía está en caída libre. Aún disponen de considerables reservas presupuestarias para superarlos en los próximos meses, pero la situación no es sostenible de cara al futuro", declaró Chuck Freilich, investigador senior del Centro Belfer para Ciencia y Asuntos Internacionales.
Las reservas financieras se van acabando. Las sanciones financieras han afectado a bancos, instituciones, particulares y empresas de primera línea en varios países como Turquía y Qatar. En estos días, Irán está utilizando el sistema de trueque como forma para evadir las sanciones, esa modalidad es muy amplia en variedad de productos y lo hace especialmente con los países vecinos, incluidos Irak, Pakistán y Afganistán.
“Somos un país rico con largas fronteras con varios países. Si se vende algo por debajo de su precio de mercado se puede encontrar docenas de compradores y transferir el efectivo por tierra, mar o incluso a través de un tercer país”, dijo un funcionario iraní del área del ministerio de Economía. La mayoría de las exportaciones no petroleras de Irán son de la industria petroquímica, cuya producción alcanzó 44,8 millones de toneladas en los primeros diez meses del último año iraní que terminó en marzo.
Las exportaciones generaron más de 9.700 millones de dólares, esos números siguen muy lejos de las ganancias petroleras previas a la ultima ronda de sanciones. Sin embargo, Irán todavía se las arregla para exportar cargas de productos petroquímicos y gas licuado de petróleo a Asia, específicamente a China y Malasia.
“Nuestros clientes vienen a Irán o nos encontramos con ellos en un país vecino. Esto es un negocio y cuando el precio es más bajo que el precio de mercado, puedes encontrar muchos compradores”, declaró un funcionario khomeinista a la agencia de noticias oficial rusa. En una visita reciente a Estambul, Reuters fue invitada a una reunión de tres funcionarios iraníes con un pequeño grupo de comerciantes extranjeros para discutir acuerdos de exportación no petroleros. Después de horas de discusiones y varias llamadas a Teherán para obtener orientación sobre el precio y la ubicación de la entrega, se alcanzaron dos acuerdos por valor de alrededor de dos mil millones de dólares. “Sin seguro, sin bancos, solo efectivo”, dicen los empresarios y funcionarios iraníes que gestionan ese tipo de operaciones de importaciones y exportaciones vinculadas al gobierno.
La buena noticia para Irán es que, de momento, es la única modalidad que dispone el régimen khomeinista para paliar la incómoda situación que atraviesa por el estrangulamiento al que lo somete la reimplantación y profundización de las últimas sanciones económicas. La noticia no tan buena es que tal modalidad no tiene posibilidades de prosperar eternamente.
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