Algunas cuestiones disputadas sobre el anarcocapitalismo (XXXV): lecturas para el verano
Como es costumbre en tiempo de estío me gusta recomendar desde está página algunas lecturas que pudieran ser interesantes para quien quiera adentrarse aún más en los temas que aquí acostumbramos a abordar. Desde estas páginas recomiendo muchas veces la lectura de autores anarquistas no capitalistas, pues si bien podemos discrepar en el aspecto económico, encuentro en ellos, en muchas ocasiones, reflexiones muy interesantes sobre la naturaleza del Estado y la sociedad. Por ello, la primera lectura que recomiendo es de un anarquista español, poco conocido en nuestros mundos, pero cuyos libros son oro puro para un ancap. Se trata de Félix Rodrigo Mora, y si no lo conocen aún intenten conseguir sus libros, aunque por desgracia no son muy fáciles de conseguir. El libro que recomiendo aquí es su El giro estatolátrico. Repudio experiencial del estado de bienestar, Maldecap, Barcelona, 2011. Esta es una de las críticas más duras que he leído nunca contra el estado del bienestar, entendido este como una muy eficaz forma de dominio, que no solo domina, sino que aun por encima se quiere presentar como un avance moral de primer orden, algo que nuestro autor por supuesto niega. Es un maravilloso texto solo que escrito con el lenguaje del anarquismo de izquierdas y que si se lee bien coincide con muchas de las propuestas que los ancap llevan mucho tiempo haciendo. El libro tiene un doble mérito, el primero el de su calidad, y el segundo el de su enorme valentía. Lo que él dice es habitual oírlo en ambientes liberales o libertarios, aunque no con tanta claridad, pues cuando se hacen en nuestros ámbitos críticas al estado del bienestar se hacen como pidiendo perdón, mientras que su ataque es frontal y demoledor contra algo que considera negativo desde un principio. Coincide con nosotros en la busca de soluciones en la sociedad civil para atender los problemas derivados de la incapacidad o la pobreza, solo que nosotros nos centramos más en los mercados y él en la autoorganización de la sociedad civil. Pero ambas no son incompatibles y coinciden en evitar el uso de medios políticos a la hora de afrontar los problemas sociales. Si pueden conseguirlo, no dejen de leerlo.
Si bien el autor anterior es un autor a mi entender muy injustamente tratado en medios académicos, al que nos vamos a referir ahora es todo lo contrario. Si algo puede decirse de Jeffrey Sachs es que representa a la perfección el paradigma de intelectual cortesano. Profesor desde muy joven de una prestigiada universidad, asesor de presidentes y gobernantes y escritor de influyentes libros sobre pobreza y desarrollo, que en muchas ocasiones se han transformado en bien dotados programas de ayuda, tendría sin embargo muy pocas probabilidades de encontrarse recomendado en esta sección, dedicada normalmente a oscuros y olvidados pensadores antiestatistas si no fuese por el contenido de uno de sus últimos libros [Jeffrey D. Sachs, El precio de la civilización, Galaxia Gutemberg, Barcelona, 2012]. En este libro se nos describe el poder estatal y sus grupos aliadas en términos muy semejantes a los que aquí planteamos. El grupo de los políticos no es más que unos de los poderes presentes en el aparato estatal poblado por grupos de intereses económicos a él asociados y actores de gran peso, asociados a sus sistemas de defensa y seguridad. Si lo escribiese otro podría haber pasado casi por un libro conspiranoico, pero el autor es un insider del poder, o por lo menos está lo suficientemente cerca de él como para poder percibir su funcionamiento. En este aspecto se asemeja a otro clásico del estudio del poder escrito por otro insider, Tragedy and Hope de Carroll Quigley. No es de extrañar que a pesar de ser un libro relevante no haya sido tan discutido y comentado como el resto de su obra. Hasta parece como si el libro quisiese ocultar su contenido en las páginas centrales del mismo, dejando el resto del libro para abordar cuestiones que en principio no tendrían mucho que ver con estas temáticas.
Otro insider de relevancia, este en el ámbito de la teoría de las relaciones internacionales y después devenido alto responsable de la política exterior norteamericana es Zbigniew Brzezinski. Antes de ser uno de los grandes actores teóricos de la guerra fría (véase su El gran tablero mundial) nuestro autor fue un reputado especialista en la Rusia soviética. A aquellos años en el inicio de su carrera académica debemos una de sus mejores obras, La purga permanente [Emece editores, Buenos Aires, 1958], en la que se nos analiza de forma técnica el proceso de purgas que se llevó a cabo en el régimen soviético en los años 30. Este fue un proceso de guerra interna entre los primitivos bolcheviques, muchos de los cuales perdieron la vida o fueron encarcelados en condiciones digamos que no muy correctas. El libro nos ilustra acerca de dos aspectos muy importantes del funcionamiento político. Uno, la propia anarquía interna a cualquier organización política, que se salda con el exterminio del rival dado que aún no están establecidas normas y reglas tácitas de ordenación dentro de la nueva élite política que mitiguen la lucha violenta entre la propia clase política. Al carecer de legitimidad, interna y externa, el nuevo poder tiene que usar de medios muy violentos para imponerse, a diferencia de los poderes ya instalados y legitimados, en los que la violencia se minimiza. La segunda lección que podemos sacar de este libro magistral es que las purgas no son un resultado contingente de la actividad política en un ambiente revolucionario, sino que es algo querido e incluso necesario en la constitución de un nuevo orden estatal de corte revolucionario. Es necesario contentar a todas las cohortes de revolucionarios advenedizos que se acercan al nuevo poder, y para mantener su lealtad hay que expulsar a los revolucionarios de primera hora para sustituirlos por advenedizos. Recordemos que las reglas de la política son duras, y al igual que en las relaciones amorosas, manda más quien quiere menos, y por razones bastante parecidas.
Otro libro que quisiera recomendar es el de un viejo capitalista victoriano, Samuel Smiles, que si bien gozó de favor en nuestro ambiente a comienzos del siglo XX hace ya bastante tiempo que ha sido olvidado. Smiles fue un apóstol del capitalismo entre las clases obreras de la Inglaterra victoriana. Industrial de éxito decidió dedicar los años de su retiro a propagar los valores de ahorro y trabajo que hicieron próspera a su tierra y la apartaron de la pobreza. Para él estos logros no se podrían haber alcanzado sin la difusión entre parte de la población de una serie de hábitos mentales que consiguieron producir la acumulación de capital necesaria para permitir el desarrollo de la revolución industrial. Escribió varios libros sobre este tema, pero me gustaría destacar uno, Vida y trabajo [Ramón Sopena, Barcelona, 1935], que representa muy bien al conjunto de su obra. En él, nuestro autor insiste en el autoperfeccionamiento del trabajador, que debe incorporar hábitos diligentes de trabajo y al tiempo buscar siempre a través de la formación o de la práctica mejorar el desempeño de su trabajo sin nunca conformarse. También fue un adalid de la frugalidad y de la difusión de la cultura financiera entre las clases trabajadoras. Memorable es su ejemplo de cómo capitalizar una cerveza al día y transformarla en un pequeño capital para la jubilación o para atender imprevistos o adquirir un seguro de vida que permitiese no dejar desatendido al resto de la familia. Creo que hay una reedición reciente de su Ayúdate, que es otro ejemplo de su sabiduría aplicada al fin de conseguir una vida mejor para los más desfavorecidos. Un ejemplo loable que debería inspirar nuestros esfuerzos en el ámbito de las ideas, pues no debemos olvidar que los logros del capitalismo se deben al esfuerzo de millones de personas dotadas de valores de este tipo, valores que me temo se están perdiendo.
Con relación a este mismo tema siempre es un placer recomendar otro clásico hoy ya olvidado del sociólogo norteamericano Daniel Bell [Las contradicciones culturales del capitalismo, Alianza, Madrid, 1977]. Bell se hizo famoso en los años 60 y 70 por sus tesis sobre el fin de las ideologías y por sus descripciones de la nueva sociedad posindustrial, realizadas desde postulados no marxistas, a diferencia de la mayoría de la sociología académica de su época. Sin embargo, mi libro favorito de entre los suyos es aquel que advierte de los peligros de un capitalismo sin valores, que es al que nos referimos. En este libro, a mi entender el más conservador de los suyos, Bell advierte de la destrucción de los valores que nos han llevado a una sociedad capitalista e industrial (ahorro, trabajo, sacrificio, diligencia) precisamente por la prosperidad que estos han creado. Las nuevas generaciones que ya han nacido en situaciones más desahogadas no ven la necesidad de mantener estos valores, pues entienden la riqueza como algo dado, algo así como un hecho natural. Las nuevas generaciones se lanzan a reclamar derechos que le son concedidos gracias a la riqueza disponible, pero sin preocuparse nunca del deber de conservarla. Este olvido de los viejos valores y su sustitución por valores bien de corte hedonista bien posmateriales puede tener consecuencias fatídicas a medio plazo para mantener los valores de vida alcanzados (e incluso para los valores posmateriales añadiría yo, pues a duras penas una sociedad sin recursos suficientes podrá mantener los elevados estándares medioambientales o de conservación, por lo que estos sufrirían bastante en una sociedad más pobre). En suma, un libro de hace 50 años que ha resistido muy bien el paso del tiempo y que ha anticipado muchos de los problemas que presumiblemente afrontaremos, si no lo estamos haciendo ya, en los próximos años.
La Revolución francesa es uno de los grandes mitos políticos de nuestro tiempo y con un relato dominante único, a diferencia de otras revoluciones, como la rusa, que son más discutidas. Aún recuerdo en un debate académico cómo se me reprochó con indignación que cuestionase tal relato y discutiese las bondades de tal revolución. Es una revolución muy querida tanto por liberales como por marxistas, pues ambos encontraron en ella inspiración para sus movimientos, si bien claro está que por razones distintas. El relato habitual de la razón, las luces y el abandono del oscurantismo del antiguo régimen solo fue discutido hasta hace poco tiempo por algunos viejos reaccionarios (el discurso académico sobre la Revolución ha cambiado sustancialmente desde el último centenario). Quisiera por tanto recomendar el libro de uno de estos [Pierre Gaxotte, La revolución francesa, Doncel, Madrid 1975; existen varias ediciones, incluso creo que se puede descargar en el blog www.quenotelacuenten.org, en su sección sobre libros recomendados; en este blog reaccionario hay también material muy interesante sobre la Edad Media y otros temas del gusto de los paleos)]. Este no es obviamente un libro objetivo, sino que es parcial, y precisamente por ello pone el foco en asuntos que los libros convencionales olvidan o quieren olvidar. Temas como el terror jacobino, las matanzas de la Vendée, los cultos a la Revolución, la educación obligatoria en valores revolucionarios o la persecución del clero refractario (aquellos que se negaron a jurar acatamiento al Estado y que, según Florin Aftalion en su libro sobre la economía de la Revolución, predicaban la resistencia fiscal desde el púlpito) no son muy tratados en las historias convencionales, que se centran en la abolición de los privilegios o en las políticas igualitarias y progresistas de girondinos y jacobinos. Es un libro muy bien escrito y que debe ser leído para contrastar con las historias convencionales, como las de Soboul, por ejemplo, y sacar cada uno sus propias conclusiones.
Por último, una novela [Israel Yehoshúa Singer, Los hermanos Ashkenazi, Ediciones B, Barcelona, 2003]. Soy lector aficionado a la lectura de novelas y esta me ha parecido excelente, en todos los sentidos, tanto el literario como en lo que respecta al contenido de la misma. La novela se refiere a dos hermanos empresarios judíos en la Polonia de finales del siglo XIX y comienzos del XX. Aparte de la trama, que no es cuestión de desvelar aquí, el libro se refiere a las prácticas de un empresario judío de la época y a la evolución de la vida económica en una sociedad que comienza a experimentar la revolución industrial, sin incurrir en los viejos tópicos maniqueos de empresario malo y obrero bueno. Pero lo que más interés me despertó es como el autor describe el funcionamiento de los tribunales de justicia en el ámbito económico y cómo los judíos optaban siempre por tribunales no estatales para resolver sus problemas y cómo los rabinos se especializaban en procedimientos mercantiles para atender sus demandas. La descripción del funcionamiento de los tribunales estatales no tiene desperdicio, o la crítica del papel moneda y la inflación. También describe a su manera una suerte de héroe empresarial, con sus miserias y decepciones, pero que siempre sale adelante, aún en las circunstancias más complicadas. En suma, una novela excelente, sinceramente una de las mejores que he leído en los últimos años.
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