La oscuridad del Iluminismo
Decían los chinos que muy al Oriente se encontraba Occidente. Parece una confusión geográfica de conformidad con nuestra posición respecto a los puntos cardinales. El problema más grave en la actualidad no es la posible equivocación geográfica, sino la presente confusión histórica que impide comprender el mundo en que vivimos. Ella se manifiesta en la falacia de la civilización occidental y cristiana. Esa no es una concepción histórica, sino que pretende ser un juicio de valor que implica que todo lo que no es Occidente no es civilizado.
Esta concepción histórica, ética y filosófica ignora que hasta hace unos 200 años el mundo occidental vivía como lo hizo Jesucristo. Podría decir que el primero que tomó conciencia de esta realidad fue Karl Marx, quien en el Manifiesto Comunista dijo: “La burguesía, durante su dominio de escasamente 100 años, ha creado más masivas y más colosales fuerzas productivas que todas las generaciones precedentes en conjunto”.
Lamentablemente, jamás se enteró de cuál fue la causa de ese proceso que descalificó de forma ética como capitalismo o la explotación del hombre por el hombre.
La realidad fue este mundo que tomamos por dado y que nos empeñamos en desconocer, y aun en destruir las concepciones éticas que determinaron la libertad por primera vez en la historia. Y en esa confusión reside también la creencia de que el Iluminismo que determinara la Revolución Francesa fuera el inicio de la libertad en Occidente. De partida puedo decir que el jacobinismo fue el antecesor del comunismo en el mundo y, por consiguiente, la concepción ética del totalitarismo. Es decir, la racionalización del despotismo.
En ese sentido vale recordar las palabras de Peter Drucker: “Tan popular y falaz como la creencia de que el Iluminismo trajo la libertad en el siglo XIX, es como creer que la Revolución Americana se basó en los mismos principios que la Revolución Francesa”. Visto lo que antecede es propio recordar el principio ético por antonomasia que representó el inicio de la concepción misma de la libertad en la historia expuesto por John Locke: “El derecho a la búsqueda de la felicidad es el principio fundamental de la libertad”. Este principio fue reconocido en Inglaterra a partir de la Glorious Revolution de 1688, y llevado a sus últimas consecuencias en Estados Unidos en la Constitución de 1787 y el Bill of Rights de 1791.
Debo destacar, entonces, que ese principio está en peligro ante el avance de la supuesta ética del altruismo. Del Iluminismo surgió el proceso político europeo continental, al respecto del que Ayn Rand dice: “La idea de emancipación predominante en Europa consiste en cambiar el concepto del hombre como esclavo absoluto personificado por el monarca, al concepto del hombre como esclavo absoluto encarnado en el pueblo”. Tal como decía Lamartine de Marat: “Amaba al pueblo y odiaba a los hombres”.
Podemos ver, entonces, que Rousseau y Kant, ambos occidentales, desarrollaron las doctrinas del totalitarismo en pleno Iluminismo. De conformidad con el primero, el origen de las desigualdades del hombre era la propiedad privada, y seguidamente estableció el principio de la soberanía basado en la voluntad general, como principios políticos fundamentales que llevaron a Hegel a considerar al Estado como la divina idea, tal como se manifiesta en la tierra. Por supuesto, fue Kant quien declarara que la búsqueda de la felicidad era deshonesta, pues se hacía por interés y no por deber. O sea, el supuesto altruismo que implica que el hombre no tiene derecho a existir por su propia razón. En consecuencia, el comercio es deshonesto y la guerra, el momento ético de la sociedad.
Esta es la oscuridad del Iluminismo que se manifiesta hoy en Occidente. Así el socialismo, que a mi juicio fuera la denominación que le diera el Iluminismo a la demagogia, está presente. En Europa, impera el Estado de bienestar, causante del malestar creado por la crisis económica. Crisis de la que se pretende culpar a la codicia de los banqueros. Se ignora así que la misma depende del altruismo de los gobiernos que han elevado el gasto público a niveles insostenibles y creado una deuda impagable. Demás está decir que impera la cleptocracia socialista. No obstante esta realidad, según un estudio de Stephan Theil, en Alemania y Francia se le enseña a los alumnos que el capitalismo es brutal, salvaje, neoliberal y americano. El Iluminismo está presente en su oscuridad.
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