Ecuador: El CPCCS debe desaparecer
El Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS) fue parte de la ficción que les vendió exitosamente el expresidente Rafael Correa a los ecuatorianos. Según esa ficción, supuestamente para acabar con la llamada “partidocracia” corrupta había que crear a este nuevo organismo con amplios poderes concentrados en sus integrantes. En esa época una mayoría abrumadora del electorado se comió el cuento de la participación ciudadana solo para que una vez materializado el CPCCS, este esté permanentemente conformado por allegados al partido del gobierno que actuaron al servicio del poder, no de los ciudadanos comunes y corrientes. Lo que decía Bertrand de Jouvenel acerca de la Revolución francesa podemos decir hoy los ecuatorianos acerca de la llamada “Revolución Ciudadana”: “La Revolución sirvió al poder, no a la libertad”.
Vivimos una década con autoridades de control, Corte Constitucional, Consejo Nacional Electoral y un CPCCS sometidos a un solo partido. Tal fue el grado de descomposición que llegamos a apreciar incluso esos viejos tiempos de la partidocracia, porque al menos en esas épocas los partidos se veían obligados a compartir el poder y a negociar entre ellos, controlarse entre ellos, en busca de avanzar sus propios intereses partidistas. La competencia entre distintas facciones acababa como por accidente limitando en algo el poder del Estado.
Nada de esto es para idealizar el pasado inmediatamente anterior al reinado de Alianza PAIS, sino para recordar que siempre existirán los grupos de intereses especiales o facciones como los llamaban en los Papeles Federalistas de EE.UU. James Madison afirmaba:
“La libertad es al espíritu faccioso lo que el aire al fuego, un alimento sin el cual se extingue. Pero no sería menor locura suprimir la libertad, que es esencial para la vida política, porque nutre a las facciones, que el desear la desaparición del aire, indispensable a la vida animal, porque comunica al fuego su energía destructora”.
Algunos dirán que esto es aplicable a EE.UU. y algo que inspiró esa república, pero nuestros Padres Fundadores Vicente Rocafuerte y José Joaquín de Olmedo eran lectores y admiradores de los Papeles Federalistas y lograron influir en esa dirección de tal forma que la República del Ecuador nació como una república federal y con poderes fraccionados entre las provincias y entre los distintos poderes del Estado, cosa que evidentemente no duró.
El problema con las elecciones que tendremos este fin de semana no es quiénes vayan a llegar al CPCCS, sino los poderes que esa institución concentra. Eso no se arregla cambiando de caras sino aboliendo la institución.
Raras veces se da el caso de que un funcionario público o político llegue al poder y proponga “apagar las luces”. Una de esas brillantes excepciones es el señor Julio César Trujillo, quien preside la misma institución que ha propuesto eliminar. El voto nulo es el primer paso hacia la eliminación del CPCCS. No es una locura pensar que es una posibilidad relativamente cercana proceder a su efectiva desaparición y un retorno a la democracia representativa en la que las personas electas por los ciudadanos son las encargadas de designar a las autoridades de control en torno a una terna presentada por el Ejecutivo.
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