Lo que revela acerca de Fidel Castro, referente comunista mundial, su fortuna de USD $900 millones
Para todo aquel que no esté cegado por el fanatismo y la ideología, resulta evidente que el comunismo de los hermanos Castro en Cuba, es una variante a gran escala del proxenetismo. Ellos, sus familias y cómplices viven como reyes a expensas del trabajo de la gente común. Principalmente de los cubanos, pero no solo de ellos sino también de los ciudadanos de otros Estados. Obviamente que para lograr esto último, necesitan la complicidad de los gobernantes de esos otros países.
Desde que tomó el poder, Fidel manejó Cuba como si fuera su finca particular. El Estado es el único empleador y por tanto, todos los cubanos producen para él. Pero como Fidel -al igual que el rey francés Luis XV- siempre consideró que “el Estado soy Yo”, entonces, todos los cubanos han estado trabajando para él, sin derecho a reclamo y por un sueldo miserable. Esta práctica ha sido seguida por su hermano Raúl.
Tanto el proletariado como los profesionales cubanos reciben salarios de apenas unos pocos dólares mensuales. A muchos los “alquilan” para que realicen labores en empresas extranjeras que hacen negocios en la isla o directamente los envían al exterior. Uno de los ejemplos más conocidos es con los oftalmólogos, que en el marco de la “Operación Milagro” son enviados a varios países para que operen de las cataratas.
Son remitidos a naciones con gobernantes amigos como por ejemplo Venezuela, Ecuador, Bolivia o Uruguay. Por supuesto que tanto los Castro como esos mandatarios izquierdistas resaltan “la solidaridad” y “humanismo” que entraña esta relación bilateral.
Pero la realidad es bien diferente. Contando con la complicidad de los presidentes latinoamericanos que firman esos acuerdos, la dictadura castrista se apropia de la mayor parte de los sueldos en divisas que esos profesionales, en “los papeles”, reciben por su labor. La dinámica es la siguiente: los Estados extranjeros no les pagan directamente a los oftalmólogos cubanos sino que envían los dólares a una cuenta a nombre de los Castro, quienes hacen las veces de “prestador de servicios”.
Ese dinero va a parar a la “reserva del Comandante” creada en la década 1970. Se trata de una cuenta particular constituida con fondos especiales, extraídos de la actividad económica nacional. Fue de uso exclusivo de Fidel mientras ejerció el poder; luego, junto con todo lo demás, de Raúl. La excusa para no informar nada relacionado con ella, es la cantinela de “la amenaza de una agresión imperialista”.
Idéntico modus operandi se aplica con los sueldos de los cubanos que trabajan en los hoteles extranjeros (franceses, españoles e italianos) radicados en la isla. El Estado cubano factura dicha mano de obra a precio de oro y en divisas; al proletariado le entrega una ínfima parte y en pesos cubanos, cuyo poder de compra es bajísimo.
El exguardaespaldas de Fidel, Juan Reinaldo Sánchez, en su libro “La vida oculta de Fidel Castro” denuncia lo siguiente:
En realidad, la reserva sirve tanto para los intereses privados de Fidel Castro como para la acción pública. Es la paga que le permite vivir como un rey sin preocuparse jamás de los gastos. Pero también es la que lo autoriza a mostrarse magnánimo cual gran señor cuando se desplaza por “sus” tierras, a través de “su” isla.
Por eso no debería sorprender que en la lista que elabora anualmente la revista Forbes -con los nombres de los diez líderes políticos más ricos del mundo- en los últimos tiempos siempre haya aparecido el de Fidel junto con el de sultanes, incluso superando en riqueza a la Reina Isabel II de Inglaterra.
Según Forbes, la mayor parte de la fortuna de Fidel –estimada en unos USD 900 millones- fue originada en la última década. Esta información nos brinda una pista acerca de la riqueza que por su parte acumuló Raúl.
Pero a pesar de ello, los hermanos Castro lloran miseria y andan mendigando por el mundo. Y con total impudicia, sus aliados gobernantes de la región, obligan a los desamparados habitantes de sus propios países, a que contribuyan a engrosar la fortuna de los miembros de la familia Castro.
Un ejemplo estridente ocurrió en Uruguay en junio de 2015. A impulsos del expresidente José “Pepe” Mujica, el senado le condonó al Estado cubano una deuda de USD 30 millones. En su fundamentación, Mujica expresó que en su decisión pesó “la necesidad de agradecerle a su colega Raúl Castro por los miles de uruguayos que fueron operados por oftalmólogos de aquel país”.
En el debate en el parlamento, la base de la argumentación de los que apoyaban la medida fue el concepto de “solidaridad”. “Varios recordaron el apoyo del régimen castrista a la llamada Operación Milagro que permitió que más de 50.000 uruguayos se operaran de los ojos sin pagar”.
Los políticos hipócritamente recurren a la falacia de que el Estado brinda algo “gratuitamente”. Eso es absolutamente falso porque como dijo con acierto Milton Friedman, “no hay almuerzo gratis”. O sea, invariablemente alguien paga por ese bien o servicio, aunque no siempre el que desembolsó el dinero sea quien se beneficia. En ese contexto, políticos y burócratas se han hecho expertos en el arte de vivir a expensas de los demás.
En el caso concreto de la condonación de esta deuda de los hermanos Castro, el cinismo de Mujica y senadores que la aprobaron, es triplemente impúdico:
Primero, porque los uruguayos –a través de sus impuestos- pagaron a precio de oro el trabajo de los oftalmólogos cubanos (aunque el dinero no lo recibieran ellos). Segundo, porque también por vía de impuestos y tarifas públicas, están cubriendo el cráter fiscal producto de tanta “solidaridad” de nuestros gobernantes. Como botón de muestra, vale decir que Mujica dejó un déficit fiscal de 3,5 % del PBI, cifra que se mantiene hasta nuestros días. Y tercero, porque lo que se estaba condonando era una deuda de Fidel Castro que, como ya se expuso, era uno de los hombres más ricos del mundo.
Pero quizás, la prueba más cabal de la analogía del comunismo castrista con el cafisho, sea su actitud con respecto a Venezuela. Como es ampliamente sabido, durante un largo período de tiempo el extinto Hugo Chávez les regaló volúmenes colosales de petróleo a los hermanos Castro. Concretamente, desde poco después de asumir al poder hasta que murió, Chávez le suministró anualmente a Cuba 100.000 barriles a un precio preferencia. Luego, y en la medida de las posibilidades de una PDVSA en franca declinación, Nicolás Maduro continuó con esa práctica.
Con el chavismo, Venezuela fue convertida en una fuente de recursos económicos y financieros para los Castro. Por su parte, ellos les enviaron a Chávez y Maduro gente experta en el arte de instalar totalitarismos y mantener oprimida a la población.
Sin embargo, recientemente los venezolanos se han enterado de que los cubanos despojaron unilateralmente a PDVSA de su parte en la propiedad de la refinería Camilo Cienfuegos, con la excusa del impago de “servicios prestados”.
Esa maniobra deja al desnudo el verdadero rostro –cual retrato de Dorian Grey– del comunismo cubano y de los hermanos Castro.
Solo los tontos seguirán creyendo que el socialismo es pura solidaridad y humanismo…
Hana Fischer es uruguaya. Es escritora, investigadora y columnista de temas internacionales en distintos medios de prensa. Especializada en filosofía, política y economía, es autora de varios libros y ha recibido menciones honoríficas.
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