Mamografías en Uruguay, el paternalismo estatal con las mujeres
El 8 de marzo se festeja el “Día Internacional de la Mujer”. Su objetivo es contribuir a erradicar una arraigada cultura patriarcal y machista -que en mayor o menor grado- tiñe a todas las sociedades. El método utilizado es la denuncia de las infames consecuencias que ella acarrea: injusticias (por ejemplo con respecto a las remuneraciones), violencia doméstica (que en ocasiones lleva al asesinato) y la poca valoración a nivel empresarial, lo que se visualiza en la escasa presencia de mujeres en los altos cargos a pesar de que son mayoría dentro de los egresados universitarios.
En Uruguay se conmemoró esa fecha con una multitudinaria marcha. En la oratoria se realizaron reivindicaciones de diferentes tipos sobre diversas cuestiones. Esa jornada estuvo precedida de una intensa campaña de formación de opinión pública, a través de los medios de comunicación masivos y las redes sociales.
Entre tanto tema que se tocó, hay uno que pasó desapercibido, a pesar de que constituye una de las manifestaciones más claras de la cultura patriarcal y machista que abusa de las mujeres uruguayas: el obligarlas bajo coacción gubernamental a que se realicen una mamografía cada dos años.
Ninguna de las feministas que se manifestaron en ese acto -al menos que sepamos- mencionó ese grave asunto ni antes ni durante ni después del 8 de marzo.
Posiblemente eso se deba a que al mayor mito de nuestros tiempos es la denominada “ciencia”. Actualmente, cualquier discusión se zanja con el argumento de que “está científicamente probado”. No importa si realmente es así, dado que la palabra “ciencia” tiene una connotación “mágica” que acalla cualquier voz crítica. Además, desde el campo epistemológico se han sacado a la superficie la cantidad de aspectos “extra científicos” que la tiñen. Entre ellos, la relaciones de poder imperantes dentro de una sociedad.
Los hechos son los siguientes: Tabaré Vázquez en su calidad de presidente y oncólogo -empresario en este último rubro- emitió en 2006 el decreto N°571/006. Mediante esa norma se forzó a las mujeres que habitan dentro del territorio nacional, a realizarse una mamografía cada dos años. Debían hacerlo todas mujeres cuyas edades estuvieran comprendidas entre los 40 y 59 años de edad; en el 2015 el decretó fue modificado y la obligación pasó a regir en el rango etario 50 – 69 años.
Si no lo hacen, no se les otorgará el Carnet de Salud, con todos los prejuicios que derivan de ello como por ejemplo poder trabajar, conducir un auto, cobrar subsidios estatales y estudiar en instituciones formales.
En 2012 se conoció el caso de Ana Rosengurtt, que considerándose lo suficientemente inteligente e informada, decidió no hacerse más la mamografía. En consecuencia, presentó una solicitud ante el Ministerio de Salud Pública (MSP) para que la exoneraran de volver a realizársela cuando venciera su carnet de salud (setiembre de 2012). Justificó su petición con el siguiente argumento: “Me amparé en la ley de los pacientes y los usuarios de salud (Ley Nº 18.335) que en el artículo N°11 dice bien claro que te podés negar a un procedimiento diagnóstico sin dar explicaciones de por qué”.
Sin embargo, entre el 2012 y setiembre de 2016 -en que el Tribunal de lo Contencioso Administrativo falló a su favor- el MSP le hizo sufrir las consecuencias de querer ser autónoma, complicándole la vida para otorgarle el Carnet de Salud.
A pesar de esa sentencia donde el Tribunal afirma que el gobierno no puede forzar a las mujeres a realizarse una mamografía, el Ejecutivo no derogó al citado decreto.
Este caso ilustra los problemas involucrados en este tema: Por un lado el tema jurídico y por el otro, la cultura patriarcal y machista.
A consecuencia de la Segunda Guerra Mundial -debido al horror de los experimentos realizados por médicos nazis- se impuso a nivel mundial el dogma de que nadie puede ser obligado a someterse a intervenciones médicas sin su expreso consentimiento.
Lo que está ocurriendo en Uruguay es una aberración desde el punto de vista médico, del Derecho y ético. Tanto es así, que en 2013 ameritó un artículo de la revista British Medical Journal, una de las publicaciones médicas más prestigiosas de Reino Unido. Allí se señala que “Investigaciones internacionales han alertado sobre los riesgos potenciales de las mamografías porque pueden llevar a tratamientos de tumores que nunca habrían amenazado la salud de la mujer. Un aumento del riesgo de cáncer por exposición a los rayos X ha sido otra de las advertencias”, y se menciona como algo increíble que “en Uruguay este estudio es realizado obligatoriamente a mujeres entre 40 y 59 años porque de lo contrario no se les otorga el carnet de salud, exigido a todo empleado”.
Por su parte Juan Gérvas -médico, profesor e investigador español que fue presidente de la Red Europea de Investigación en Medicina General- enfatizó que “internacionalmente es incomprensible la exigencia de Uruguay de la realización de la mamografía de cribado (preventiva). Respecto a la prueba en sí, hay dudas sobre el balance entre daños y perjuicios y además la imposición (de un estudio) es algo increíble en salud pública en el mundo”.
Como símbolo de la sociedad patriarcal en la cual estamos insertos, esa exigencia trasluce paternalismo (una de las tantas formas en que se manifiesta el autoritarismo). Es decir, está implícita la idea de que las mujeres son seres inferiores intelectualmente con relación a los hombres y en consecuencia, son incapaces de juzgar qué es lo más conveniente para sí mismas.
Vayamos a los datos para probar este aserto:
Según las cifras de la Comisión Honoraria de Cáncer, en Uruguay el cáncer de mama es la mayor causa de muerte entre las mujeres, con una incidencia del 68,86 % y una mortalidad del 20,54 %. Se detectan unos 1.800 nuevos casos por año y mueren anualmente 700 mujeres por esta causa.
Entre los hombres, la mayor causa de muerte es el cáncer de próstata, con una incidencia del 61,68 % y una mortalidad del 20, 83 %. Anualmente se detectan alrededor de 1.492 nuevos casos y por año mueren 622 hombres por esta causa.
Como es posible observar, las cifras son muy semejantes. Sin embargo, los gobernantes no obligan bajo coacción a los hombres a realizarse periódicamente el examen de detección precoz del cáncer de próstata.
Vale la pena reflexionar sobre lo que aquí se plantea, y afinar la puntería con respecto a las luchas que deberían llevarse adelante en pro del bienestar de las mujeres.
La autora es uruguaya. Es escritora, investigadora y columnista de temas internacionales en distintos medios de prensa. Especializada en filosofía, política y economía, es autora de varios libros y ha recibido menciones honoríficas.
- 28 de diciembre, 2009
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- 4 de septiembre, 2015
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