Estamos mucho mejor que antes
Muchas veces no nos damos cuenta de lo fascinante que es la época en la que vivimos. Afortunadamente, gracias a muchas innovaciones, hoy es posible acceder a un mercado mundial sin salir de nuestra casa. Hoy decenas de miles de personas alrededor del mundo tienen jefes en otro país, colegas de trabajo repartidos en múltiples continentes, todos conectados en un mundo cada vez más próspero y pequeño. Algunos pesimistas dirán que esta es la realidad de un 1%, pero ignorarían la imagen a gran escala y es una imagen maravillosa. Cada vez hay menos pobreza, hambre, contaminación y violencia. Gozamos hoy de vidas más largas y de mejor calidad. Esto nos indican los datos a nivel mundial.
Cuando nacimos los de mi generación, todavía estábamos en la Guerra Fría, el Muro de Berlín no había caído y China empezaba a abrirse al mundo. Según el sitio Your Life in Numbers, desde mi nacimiento en 1983, la expectativa de vida en Ecuador ha mejorado en un 17% (de 64 años en 1983 hasta llegar a 76 años en 2015), la tasa de mortalidad infantil en un 69%, el ingreso por persona (ajustado por inflación y poder adquisitivo) en un 38%, la oferta de alimentos en un 13%, la cantidad promedio de años que una persona va a la escuela en un 19% y el nivel de democracia ha caído en un 20%. Lamentablemente, no hemos progresado tanto en algunos de estos aspectos como nuestros vecinos: Colombia, Perú y Chile.
Johan Norberg presentó recientemente su libro Progress y señaló que estas mejoras son evidentes a nivel global. Norberg explica a qué se debe este progreso: “Exploración, experimentación e intercambio… esto significa que necesitamos libertad… para pensar, libertad para ser innovadores, libertad para implementar nuestras ideas y experimentar con ellas, libertad para comerciar a través de las fronteras… Más personas que nunca antes pueden contribuir ahora a este progreso porque ellas tienen acceso a más información que nunca antes y son más libres que nunca antes para experimentar con sus ideas e intercambiar esto con otras personas”.
Pero muchos presumen que los tiempos de antes eran mejores y siguen con la mentalidad de la tribu. Siguen hablando del comercio como si fuera una guerra en la que unos pierden y otros ganan, siguen considerando que el flujo de ideas debe ser administrado por censores que supuestamente saben qué es la verdad, siguen obstaculizando la libertad de las personas para innovar y experimentar con sus ideas pensando que solamente ellos saben lo que conviene consumir, producir y cómo. Además, siguen legislando para un mundo pasado en que las fronteras eran infranqueables. Son reliquias del pasado que resultan sumamente peligrosas cuando llegan al poder y tiran al traste las bases del progreso logrado hasta ahora.
Norberg explicó que “el miedo es la salud del Estado”. Si ignoramos la realidad del progreso logrado gracias al incremento en la libertad individual a nivel mundial, también ignoraremos lo que arriesgamos eligiendo a aquellos individuos que nos prometen mejores materiales a cambio de renunciar a cada vez más libertades individuales. No coma cuentos. El mundo está cada vez mejor, quien le diga lo contrario, o es fácil presa del próximo caudillo o es aspirante a serlo.
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