Inseguridad pública: medio para establecer autoritarismos con apoyo popular
La seguridad para los habitantes de un país es tan relevante, que es considerada uno de los fines esenciales del Estado. Es lo que justifica su razón de ser. En el orden interno, la inseguridad proviene de la delincuencia; en lo externo, de ataques de naciones extranjeras.
En las repúblicas se ha ido aprendiendo paulatinamente –en un proceso que continúa hasta hoy- el difícil arte de armonizar la protección de los ciudadanos con el respeto a sus derechos individuales. El aprendizaje incluye una teoría enraizada en la filosofía de la libertad y lo que va enseñando la experiencia solucionando problemas reales.
Estas dos patas son esenciales; no se puede debilitar una con la excusa de fortalecer la otra. Benjamín Franklin previene que “aquellos que renunciarían a una libertad esencial para conseguir un poco de seguridad momentánea, no merecen ni libertad ni seguridad”.
Nosotros con mayor contundencia señalamos que con el correr del tiempo esos pueblos descubrirían –mediante lágrimas y sangre- que la seguridad se alcanza mediante la libertad. No se puede sacrificar una en pos de la otra porque ambas se nutren mutuamente. Por consiguiente, se fortalecen o debilitan conjuntamente.
Observamos con alarma cómo se está utilizando a la inseguridad como medio para cimentar autoritarismos en naciones con larga tradición democrática. Nos estamos refiriendo a los Estados Unidos y Uruguay. En el primero de los casos, el temor que se alimenta es frente al terrorismo; en el segundo, ante el auge descomunal de la delincuencia.
Como es sabido, el domingo pasado hubo una serie de atentados en Estados Unidos ocurridos en las ciudades de St. Cloud (Minnesota), Elizabeth (New Jersey) y Nueva York que dejaron como saldo un terrorista muerto y varios civiles heridos.
Frente a esa situación, Donald Trump apeló a fomentar el temor afirmando: "Vamos a tener que ser muy duros (…) Hemos sido débiles, nuestro país ha sido débil. Hemos dejado entrar a decenas de miles de personas". Y en su cuenta Twitter arengó a la población con estas palabras: ¡Conmigo Estados Unidos volverá a estar seguro!"
Se hubiera que describir a Trump a través de esos dichos, diríamos que “está fuera de sí” y que quiere contagiar ese estado emocional a los estadounidenses.
José Ortega y Gasset opina que la serenidad es el atributo primario del hombre. Cuando una persona la pierde, “rebrota en él el animal”. Trump pretende inducir a los norteamericanos a ser esclavos “de la inquietud de su contorno, en perpetuo azoramiento y nerviosismo” que es lo que caracteriza a los seres irracionales. Ortega expone que “conseguir liberarse de ese servilismo, dejar de ser un autómata que el contorno moviliza mecánicamente […] es el privilegio y el honor de nuestra especie” y lo que nos diferencia de las bestias.
Los políticos con tendencias autoritarias buscan perturbar a la gente de modo tal, que ya no sean capaces de discernir correctamente entre el bien y el mal; estado del alma ideal para que acepten voluntariamente que las libertades y derechos sean recortados.
Nunca un pueblo ganó seguridad a costa de sacrificar a la sociedad abierta y al Estado de Derecho. La razón es que el mayor peligro para los individuos lo constituyen los propios gobernantes.
Con respecto a Uruguay, desde que los gobiernos izquierdistas han tomado las riendas del país, la delincuencia se ha desbocado. Esto ha llevado a que la adhesión a la democracia venga decayendo a una velocidad preocupante. Eso surge de los datos publicados por Latinobarómetro, una ONG sin fines de lucro con sede en Santiago de Chile.
En el citado informe se expresa, que en “2016 Uruguay alcanza su punto más bajo en el apoyo a la democracia en 21 años (68%)”. Dado que “ha sido históricamente el país de América Latina donde el apoyo a la democracia es más alto […] la caída abrupta llama doblemente la atención”.
En efecto, en el período 2015-2016, el 32% de los uruguayos encuestados consideró que "da lo mismo un gobierno democrático o uno autoritario" o que "en algunas circunstancias un gobierno autoritario puede ser preferible a uno democrático". O sea que actualmente, sólo para el 68% "la democracia es preferible ante cualquier otra forma de gobierno". En el lapso 2014-2015, 76% de los uruguayos respaldaba a la democracia; en el año 2009, lo hacía el 82%.
Esa situación está estrechamente relacionada con el auge de la delincuencia, tal como lo demuestra el indicador “Orden versus libertad individual”. Eso se expresa mediante la demanda de mano dura. Se aspira a una sociedad ordenada aunque sea a costa de la disminución de libertades individuales. Uruguay se encuentra en el grupo de los países en que se reclama más orden (58%) que libertad (39%).
En 1995, sólo 32,2% de los uruguayos creía que "no viene mal" la mano dura. En 2004, 45,8% creían eso y 45,9% consideraba que "no es buena" esa idea. En 2005 la izquierda accede al poder. Once años después, 71% de la población reclama mano dura.
En aquellos países donde han obtenido el poder partidos políticos afiliados al Foro de San Pablo –entre los que se encuentra el uruguayo Frente Amplio- la delincuencia se ha exacerbado. Si pensamos que el objetivo es establecer regímenes inspirados en el cubano, esa situación tiene una explicación porque se ha ideado un plan para lograrlo.
Entre sus pautas, este programa secreto indica que es primordial aumentar exponencialmente y dar impunidad a la delincuencia común. Eso es esencial para la implantación del neocomunismo porque los “hechos de violencia neutralizan, atomizan, aíslan y recluyen los posibles actos de protesta” de la clase media.
En conclusión, la inseguridad es el arma a la que apelan los liberticidas de cualquier pelo para establecer sus autoritarismos. Por ello, suscribimos la alerta del presidente estadounidense Barack Obama: no debemos sucumbir al miedo.
Debemos exigirles a nuestros gobernantes que garanticen la seguridad -actuando dentro del Estado de Derecho y en el marco de una Sociedad Abierta- porque es lo que nos humaniza.
Hana Fischer es uruguaya. Es escritora, investigadora y columnista de temas internacionales en distintos medios de prensa. Especializada en filosofía, política y economía, es autora de varios libros y ha recibido menciones honoríficas.
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