Economía convencional
“Mainstream economics”,que podría traducirse como “economía convencional”, ha estado equivocada muchas veces, en distintas épocas, causando mucha pobreza. Como resultado, han perdido credibilidad los economistas “mainstrean”.
Recientemente, los Ph.D.’s “mainstream” de las prestigiosas universidades no anticiparon las consecuencias de la burbuja crediticia del mercado inmobiliario, producto de la política económica del gobierno de EE. UU., diseñada, por cierto, por economistas “mainstrean”.
Los “expertos” M.B.A.s de los bancos, casas de bolsa y agencias acreditadoras, cuya función es, irónicamente, evaluar riesgos, impulsaron con mágicas fórmulas financieras el fracaso en cadena de grandes bancos y empresas “demasiado grandes para fallar”. Quienes confiaron en los modelos sofisticados de los economistas “convencionales” perdieron considerable patrimonio. Solo los economistas “Austriacos” vieron venir la actual crisis financiera, pues ofrecen una teoría lógica, confirmada empíricamente por experiencia de siglos, La Teoría del Ciclo, que explica tanto la crisis actual como las anteriores.
En la segunda mitad del siglo pasado los errores “mainstream” fueron empobrecedores. Se creó el Fondo Monetario para mantener por decreto paridades fijas irreales y fracasó en su misión; pero como las burocracias nunca mueren, se inventaron nueva misión y se autotransformaron en banco de desarrollo. Hoy tambalea y pide más aportes. Otro error fue la teoría que la inflación era necesaria para mantener alto nivel de empleo (la curva de Phillips). Otro fue el modelo de sustitución de importaciones propiciada por los siete sabios de la Alianza Para El Progreso, (mercantilismo que había refutado Adam Smith).
Pero el más caro error, evidente en los textos de economía “convencional” (ej. texto de Paul Samuelson), fue el de presentar el sistema socialista y la economía planificada como una opción factible. Lamentablemente, el solo intento de implementarla costó más de cien millones de muertos (Ver The Black Book of Communism, S. Courtois, ed., Harvard).
Hoy goza de popularidad en la “economía convencional” la idea de que la redistribución de la riqueza ayuda a disminuir pobreza como si la riqueza de unos causara la pobreza de otros, lo cual es cierto en el mercantilismo pero no en la economía de mercado.
La única escuela económica que ha comprobado validez desde el siglo XV, la economía liberal, de mercado, tiene una prestigiosa genealogía. Entre sus precursores, basándose en el derecho natural de Tomás de Aquino, surgieron en Italia y Francia del siglo XIV teólogos Católicos, como Jean Burdan y Nicolás Oresme; en España, la Escuela de Salamanca del siglo XV al XVII con Jesuitas, Franciscanos, Dominicos y Benedictinos, como Francisco de Vitoria, Martin de Azpilcueta, Tomás de Mercado, Luis de Molina, Francisco Juárez, Juan de Mariana; seguidos en Holanda en el siglo XVIII por Leonardo Lessio; en Francia, Ricardo Cantillon, y en Escocia, Adam Smith. En Inglaterra, en el siglo XIX, David Ricardo, W. Stanley Jevons e Irving Fisher; y en Austria, Carl Menger y Eungen Boehm Bawerk. En el siglo XX la “economía de mercado” se conoce —con sus diferencias epistemológicas— como escuela Austriaca, personificada en L.von Mises y F.A. Hayek, y como escuela de Chicago personificada en Frank Knight y Milton Friedman.
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