La pasividad del pueblo salvadoreño
Nunca se ha extrañado usted de la pasividad del pueblo salvadoreño? Mire usted un ejemplo clarísimo. El FMLN tuvo el año pasado un congreso en el que reafirmó su vocación de ser un partido marxista que quiere proceder de acuerdo a las tradiciones de la Revolución Rusa de 1917, estableciendo un régimen que no admite la propiedad privada y eliminando cualquier foco de oposición a su poder totalitario. Sus documentos dejan claro que el objetivo del partido es destruir la democracia con todo y los derechos ciudadanos al libre pensamiento, a la libertad de expresión, a la propiedad, y a su autodeterminación. En el Foro de Sao Paulo que se celebrará en El Salvador la última semana uno de los puntos principales es buscar maneras de controlar al poder judicial para obtener el poder total y ejercer la “hegemonía de la izquierda”.
Estas intenciones las valida el FMLN todos los días con sus acciones, todas orientadas a ir acorralando a cualquier oposición para ejercer el poder total sin ningún impedimento. El FMLN y el gobierno expresan también su vocación en sus apoyos incondicionales a Cuba y Venezuela, y a cualquier causa que estos países quieran apoyar. Este comportamiento muestra que el FMLN es un partido que quiere cambiar drásticamente la institucionalidad del país, eliminando, como en la Unión Soviética y en Cuba, cualquier trazo de democracia para establecer una tiranía terrible en nombre del proletariado, que sería parte de los oprimidos.
Nada de esto queda en palabras. Poco a poco, el FMLN ha ido adquiriendo el poder en cada institución del país, llenándolas con sus partidarios. Van quedando muy pocas instituciones independientes. La Sala de lo Constitucional, la única defensa que mantiene el régimen de derecho en El Salvador, es víctima de ataques continuos por parte del gobierno y del FMLN.
La pasividad del pueblo salvadoreño es obvia en todo este proceso. El FMLN trabaja continuamente para lograr el poder total aunque sólo entre el 20 y el 30 por ciento de la población lo apoya. El partido nunca ha ganado más del 30 por ciento del electorado. Y sin embargo el pueblo ha permitido que el FMLN ganara dos elecciones presidenciales y ahora, con cerca del 70 por ciento pensando que el país está en el rumbo equivocado, no hace sentir su exigencia de que se mejoren las cosas ni para evitar que esa minoría nos quite todas las libertades y nos lleve a un infierno como Venezuela o Cuba. Si las cosas siguen como están, el FMLN puede ganar un tercer periodo en el poder en 2019 sólo porque, en su displicencia, cerca del 50 de la población, la inmensa mayoría de ellos refractarios al FMLN, no vota. Este tercer período no sería como el tercer período de cualquier otro partido político. Sería el final de la democracia en nuestro país.
¿A qué se debe esta pasividad? En gran parte se debe a que el FMLN ha sido muy efectivo en inyectar una actitud de adormilamiento en la población. Mientras en sus comunicaciones siempre hay una parte dedicada a proclamarse marxistas y antidemocráticos, hay otra parte dedicada a hacer creer a la población que estas proclamaciones son “solo” para mantener tranquilas a sus bases revolucionarias, pero que en realidad no reflejan lo que realmente harán. De esta forma, cualquier advertencia de que nos están llevando por el mismo camino que Venezuela lo descuentan como “alarmista”, y en cada oportunidad que tienen dicen que están dispuestos al “diálogo”, una palabra a la que le han quitado todo contenido porque cuando supuestamente lo practican no sólo no hay ningún resultado sino que los acompañan con quemazones de llantas para intimidar a los que han invitado al diálogo.
El pueblo tiene que despertar de este adormilamiento para que no pase lo que ha pasado en Venezuela, que cuando despertó ya era demasiado tarde para reaccionar. Los Socialistas del Siglo XXI ya tenían tanto control del poder que no les ha importado ni perder la Asamblea. En El Salvador vamos por ese camino. Poco a poco, calladamente, el FMLN está tomando todos los espacios y cuando nos demos cuenta ya los habremos perdido todos. Y entonces, mucha gente dirá, ¿Y por qué nadie nos advirtió?
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