El Salvador: La crisis fiscal y el problema de ANDA

El gobierno tiene una idea equivocada de la crisis fiscal. Piensa que la crisis está en que no logra conseguir por ningún medio—impuestos, préstamos, donaciones o cualquier otro medio—recursos en las cantidades suficientes para cubrir los enormes y crecientes gastos del gobierno.

Es cierto que al gobierno no le alcanza el dinero, pero la verdadera crisis fiscal está en que no está cumpliendo con su deber de proveer los servicios públicos que la población requiere como contrapartida de los impuestos que paga. A pesar de que ningún gobierno ha tenido y gastado tantos recursos—tanto en impuestos como en créditos—el volumen y la calidad de dichos servicios ha declinado drásticamente durante esta administración. Es decir, mientras más gasta este gobierno, menores son los volúmenes y la calidad de lo que el gobierno debe proveer.

Este problema es igual al del abastecimiento de agua en el país, que, de acuerdo a lo que ha dicho el presidente de Anda, consiste en que las tuberías están llenas de hoyos y filtraciones, tantas que las pérdidas de agua en el camino desde las fuentes hasta los usuarios se acercan al 50 por ciento. Obviamente, en estas circunstancias, antes de invertir en más bombas y pozos es necesario invertir en tapar los hoyos de las tuberías. Hacerlo sería equivalente a duplicar la oferta de agua en el sistema. Seguir invirtiendo en bombas y pozos, por otro lado, sería carísimo porque habría que invertir el doble de lo necesario para proveer cada litro adicional de agua a los usuarios, ya que la mitad se perdería. El problema sería peor porque los hoyos crecen con el volumen de agua que pasa por ellos, de tal manera que las pérdidas se aumentarían con el tiempo.

Igual, lo que pasa con el financiamiento del gobierno es que la circulación de sus recursos está llena de hoyos y filtraciones, que son los grandes desperdicios que se dan en la administración pública. En los últimos tres gobiernos el volumen de los gastos innecesarios han aumentado a una velocidad mucho mayor que el volumen de los ingresos del gobierno, de tal forma que han capturado no solo el crecimiento de los recursos sino también han capturado recursos que antes se dedicaban a propósitos útiles para desperdiciarlos en actividades que no benefician a la población.

La solución del problema de Anda está en encontrar los hoyos en las tuberías y taparlos. La solución del problema fiscal está en encontrar los rubros en los que los gastos representan un desperdicio, eliminarlos y ahorrar el dinero ahora malgastado en ellos, o invertirlo en actividades que sí dejen un beneficio para la población. Esto requiere establecer prioridades alienadas con las prioridades de la población.

Este gobierno pretende tener objetivos de desarrollo social y dice que en eso se le van los recursos—más que nada en pagar más de 850 millones de dólares en subsidios de gas, de uniformes, de energía eléctrica y otros similares, un programa inaugurado por el expresidente Tony Saca, y en la contratación de decenas de miles de personas en sus planillas. Pero al mismo tiempo que hace esto, que no deja prácticamente nada para la población, las cosas que de verdad le interesan a la población—el cuidado de la sanidad y la salud públicas, la educación, la seguridad, el transporte público—están cada vez más descuidados.

Ahórrese usted 350 millones de los subsidios, con lo que reduciría el déficit a un nivel razonable. Ahora tome usted los 500 millones restantes y dedíquelos a inversión social, digamos a salud. ¿Se da cuenta de que con el dinero que ahora se bota en subsidios de 10 en 10 dólares usted podría construir o reparar 500 unidades de salud de un millón de dólares, en un año, y de que el año siguiente usted volvería a tener 500 millones para invertir un millón de dólares por escuela en reparar 500 escuelas? Y así, en un período presidencial podría invertir 2,500 millones de dólares en puro desarrollo social? Un gobierno así haría mil veces más que lo que este gobierno está haciendo, y le alcanzaría el dinero.