Argentina: Inculcando ideología a través de la enseñanza
La educación primaria en Argentina suele estar fundamentada en la incorporación de los contenidos básicos y necesarios para cada materia. Sin embargo, una vez que se inicia la educación secundaria, también comienzan las intentonas de inculcar en los alumnos las preferencias e ideas políticas de determinados docentes.
Esta tendencia suele observarse en materias tales como historia, ciudadanía, ética, sociología, y ciencia política, ya que son áreas que prestan a las discusiones de aula. A pesar de esto, algunas veces el adoctrinamiento se hace presente en materias que no necesariamente se vinculan a tópicos políticos o económicos.
Quien escribe, puede afirmar que a lo largo de la educación secundaria, se reciben constantes críticas provenientes de los profesores ante diversos u opuestos modos de pensamiento.
La realidad de la historia nos demuestra lo importante y útil que resulta el debate de ideas y preferencias políticas, debido a que, los alumnos que cuentan con determinadas inclinaciones en términos de ideas, encuentran una fuente para buscar fundamentos y argumentos en defensa de las teorías en las que cada uno piensa y cree. Y, otras veces, puede hacer que los jóvenes se replanteen sus ideas.
Uno de los problemas cruciales radica en que una buena parte de los alumnos no está del todo informada, los adolescentes no poseen conocimientos básicos o no cuentan con alguna inclinación política determinada. Esto no está mal, los jóvenes no están obligados a tener una idea puntual a tan temprana edad, sin embargo, las inquietudes y la educación deberían hacer que, al menos, tengan idea alguna de lo que acontece en su país.
Asimismo, no es un dato menor que a partir de los 16 años se puede votar en elecciones nacionales, según lo dicta la ley en Argentina. Más allá de esto, existen varios factores que empeoran aún más la situación:
En primero término, y tal vez sea uno de los factores más preocupantes, es que durante las clases se inculcan contenidos desde la perspectiva que cada profesor cree correcta y con la inclinación política que cada uno de ellos persigue.
Muchos dirán que no está nada mal demostrar la inclinación política al ejercer la docencia. Cierto, algunas veces resulta inevitable, sin embargo, lo que es totalmente injusto es que los alumnos no puedan expresarse libremente sin ser juzgados o sin que se los intente convencer para cambiar de ideas.
En este sentido, los docentes, que suelen tener tendencias de izquierda, pretenden dejar por obsoletas, falaces o ridículas las ideas que no creen correctas. Lo peor resulta ser que jamás enseñan los dos lados de la historia, los dos lados de las ideas. La tendencia es enseñar un determinado punto de vista y los alumnos se irán a casa convencidos de que eso que oyeron es lo correcto y lo único que existe.
No entra en los términos de justo que los docentes busquen inculcarnos sus ideales y que, cada vez que un alumno presenta una idea contraria, el adulto la intente corregir o la presente como errónea. Esto no sólo afecta al alumno que preguntó, sino también afecta a todos los demás compañeros, tanto en el corto como en el largo plazo.
Una cosa es “corregir” al alumno cuando se equivoca en términos conceptuales, pero otra es corregirlo para silenciar sus ideas e intentar que cambie de opinión por el mero gusto y deseo del docente.
Otro de los factores tiene su fundamento en lo poco que se conversa en algunos hogares acerca de ideas. Hoy, pareciera ser que las conversaciones de mesa se han vuelto algo más superfluas, y poco interesa lo que acontece en el país o en otras partes del mundo.
Esto importa porque, las ideas que los adolescentes no oyen en las escuelas, tampoco las oyen en sus hogares, y quizás se gradúen convencidos de una ideología por el simple motivo de que jamás han conocido argumentos diferentes, por el simple hecho de que jamás han tenido acceso a ellos.
Asimismo, resulta similar lo que sucede con los medios de comunicación, quienes tampoco parecen presentar ideas diversas o una determinada predisposición al debate. Las tendencias ideológicas parecen estar bastante marcadas tanto en la academia como en los medios de comunicación y las artes.
Desde la propia experiencia y de las vivencias de otros tantos jóvenes que padecen esto, se espera con ansias el día que esto muestre un cambio sustancial.
Hoy resulta fundamental hablar con los adolescentes. Esa es una tarea que los adultos deben emprender, sin embargo, una cosa es hablar y otra es adoctrinar. No nos equivoquemos.
- 23 de enero, 2009
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