Inmigración (XXX): La lucidez del comerciante Pieter
“Tras la libertad de servir a Dios viene la libertad de ganarse el sustento, no mediante la compra de codiciados privilegios de la ciudad sino en virtud de la aplicación al residente de reglas comunes aplicables a todos los habitantes: lo que es muy necesario aquí para mantener la población ya existente y para invitar a los extranjeros a instalarse entre nosotros”. Pieter de la Court.
“Es muy necesario que dejemos todas las vías abiertas para dejar a la gente subsistir, permitir una libertad plena como la ya mencionada para seducir a los extranjeros a morar entre nosotros. Por otra parte, aunque no fuere en general conveniente dejar a los extranjeros (…) participar en los asuntos del gobierno, sin embargo es muy necesario, con el fin de que permanezcan aquí, que no se les excluya mediante las leyes”. Pieter de la Court.
Pieter de la Court fue un próspero hombre de negocios que vivió en la época dorada comercial y financiera de Holanda del siglo XVII. Siguiendo la tradición familiar, dirigió junto a su hermano Johan un renombrado centro manufacturero de telas en Leiden.
De padres protestantes e inmigrantes (procedían de la ciudad flamenca de Ypres), hizo fortuna en su país de adopción y, además, tuvo la habilidad de codearse con su élite mercantil y política. Trabó amistad, entre otros, con Johan Eleman y John de Witt (gobernante de facto este último de las Provincias Unidas de 1653 a 1672).
Una vez establecido en Ámsterdam, lideró un consorcio de mercaderes para hacer frente al mastodóntico monopolio holandés de la Compañía de las Indias Orientales –de concesión estatal- conocido por sus siglas VOC (Vereenigde Oostindische Compagnie). Dicha mega corporación es considerada la primera multinacional por acciones salida a bolsa de la historia y en la que pudieron participar todos los habitantes de las Provincias Unidas que lo desearan. Su poder llegó a ser cuasi gubernamental pues podía emitir moneda, negociar tratados, declarar la guerra, establecer colonias, encarcelar a personas y hasta ejecutarlas. Eclipsó durante mucho tiempo cualquier compañía rival en el comercio con Asia (tuvo un gran volumen de negocios y pagó un dividendo medio anual de 18% durante casi 200 años). Pieter de la Court buscó, con escaso éxito, minar su excesiva preponderancia.
Pese a estar implicado de lleno en los quehaceres prácticos de la vida, en sus ratos libres escribió acerca de diversos asuntos económicos y políticos. Después de varios escritos publicó en 1662 Verdadero Interés y Máximas Políticas de la República de Holanda (más conocido por Interest van Holland). Fue una obra importante para su época y, con mucho, la que más repercusión tuvo dentro y fuera de su país.
En dicho escrito Pieter de la Court hace un análisis de los motivos y orígenes del milagro del éxito económico de Holanda -Provincia que lideraba la Unión federada de los siete Países Bajos- para luego establecer cuáles serían los principios esenciales para mantener y ampliar dicha prosperidad.
En plena época enmarcada por el mercantilismo en que las barreras estamentales y gremiales no estaban aún cuestionadas y en que la movilidad social e intraterritorial permanecían muy restringidas, aparece este fascinante alegato a favor de la libertad en un momento histórico de transición entre el viejo mundo precapitalista (caracterizado por el inmovilismo y escasa elección personal en la que uno vivía en el mismo terruño que sus antepasados, dedicado al mismo oficio y con los mismos horizontes previsibles para todos) y el nuevo mundo que surgiría con la incipiente Revolución Industrial trayendo desafíos, destrucción dinámica e innovaciones.
Interest van Holland es uno de los más hermosos y coherentes alegatos surgidos en el siglo XVII a favor del libre comercio, la libertad de los mares, la forma republicana y descentralizada de gobernar (en contraposición a los orangistas centralistas) y la libre competencia. Es asimismo una defensa de la tolerancia y la libertad religiosa y de pensamiento. Por otra parte, se opone rotundamente a los monopolios y a los gremios al ser considerados contrarios a la innovación y creatividad de los negocios y de los oficios. También se posiciona contra el inicio de las contiendas bélicas cuyos efectos perjudiciales se hacen sentir sobremanera en la población y la economía (Holanda padeció varias guerras en dicha centuria), debiendo evitarse a toda costa las mismas a no ser que fueran netamente defensivas.
El capítulo XV de esta inestimable obra está dedicado a la inmigración. Es notoria su claridad de juicio en defensa de la llegada de extranjeros a Holanda y de la libertad que han de tener para lograr su honesto sustento de vida como mejor lo juzguen. Describe certeramente que los habitantes autóctonos tienen de partida mayores ventajas que los inmigrantes que, al carecer al inicio estos últimos de abultado capital o propiedades inmobiliarias, se ven obligados a poner toda su habilidad en la formación de nuevas empresas y negocios mediante su trabajo y su pericia, lo que supone un beneficio evidente para la actividad económica de Holanda en su conjunto.
El inmigrante que permanece inactivo no puede esperar otra cosa que una segura y rápida pobreza. Por tanto, tiende a ser un miembro productivo de la comunidad donde se encuentre y, por ello, ha de permitírsele vivir pacíficamente entre los holandeses y tener libertad de disponer de sus propiedades adquiridas y negocios como mejor le convenga.
Pieter de la Court reconoce que alguno de los nativos autóctonos puede verse perjudicado por la concurrencia del trabajo de algún extranjero, pero esto no debiera ser óbice para que deba ser perturbado el recién llegado o para que se proteja al habitante antiguo si las ganancias o ventajas del extranjero han sido obtenidas en buena lid comercial o empresarial.
Sería en perjuicio del bien común de Holanda poner trabas a la actividad de los inmigrantes (“residentes también de esa tierra”) u otorgar privilegios desde el poder del Estado a los autóctonos de ciudades en detrimento de los extranjeros de tal forma que no tengan las mismas libertades de la que disfrutan el resto de los ciudadanos de las urbes. Por el contrario, las diversas autoridades debieran esforzarse continuamente por atraer al negociante o artesano de otros lugares y no excluirle de ninguna manera por medio de las leyes.
Según certero juicio de Pieter de la Court, la prosperidad de los gobernantes depende del número y de la riqueza de sus ciudadanos. No importa que no existan suficientes recursos en el Estado. El aumento de población activa, especialmente concentrada en las ciudades mercantiles e industriosas, no solo no era una desventaja sino que, por el contrario, suponía un gran beneficio para el país. El comercio, el tráfico y la transformación de los productos permitirían ganancias con las que importar todo lo necesario. La llegada de extranjeros era, por tanto, también beneficiosa para el gobierno del país.
Pese a las diversas vicisitudes del autor –que tuvo que refugiarse finalmente en Amberes tras la vuelta al poder de los Orange-, Interest van Holland se convirtió en un indiscutible best seller de su época y se tradujo a multitud de idiomas. Se puede considerar el escrito más influyente del pasado surgido de los Países Bajos en el terreno de las ideas políticas y económicas. Fue, de facto, el manifiesto del republicanismo comercial de las Provincias Unidas (tal vez incluso John de Witt redactara de forma anónima alguno de sus párrafos). Se publicaron numerosas ediciones del libro y fue analizado por toda la élite europea y americana de los dos siglos posteriores.
Fueron lectores ávidos de Interest van Holland Madison, Turgot y Adam Smith, entre otros muchos. Lástima que sea prácticamente ignorado por nuestros coetáneos.
Debiera rescatarse para su estudio este magnífico escrito pues la visión de la sociedad y de la economía de Pieter de la Court era la de un comerciante abierto al mundo y sus posibilidades.
(Este comentario es parte de una serie acerca de los beneficios de la libertad de inmigración. Para una lectura completa de la serie, ver también I, II, III, IV, V, VI, VII, VIII, IX, X, XI, XII, XIII, XIV, XV, XVI, XVII, XVIII, XIX, XX, XI, XII, XXIII, XXIV, XXV, XXVI, XXVII, XXVIII y XXX)
- 28 de diciembre, 2009
- 23 de julio, 2015
- 14 de noviembre, 2014
- 8 de junio, 2012
Artículo de blog relacionados
- 1 de junio, 2020
Antes que nada e independientemente del contenido que Galeano estampa en su prosa,...
30 de diciembre, 2014Clarín La pelea del Gobierno con el Banco Central le borró la sonrisa...
15 de enero, 2010- 15 de enero, 2009