Los estados desunidos de Latinoamérica
Mientras que los presidentes latinoamericanos se reúnen casi todos los meses en cumbres que por lo general terminan con grandes promesas de aumentar drásticamente la integración económica, varios informes que han pasado casi desapercibidos pintan un panorama muy diferente: muestran que el comercio intra-regional está cayendo.
Un informe publicado en enero por la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), un grupo formado por la mayoría de naciones sudamericanas y México, dice que el comercio entre sus países miembros se ha reducido en más de un 17 por ciento en los últimos tres años, y que la últimas cifras de diciembre del 2014 confirman una continua “tendencia a la baja”.
Otro informe anterior realizado por el Ministerio de Defensa del Reino Unido es aún más dramático. Dice que “es probable que América Latina y el Caribe permanezcan políticamente y económicamente fragmentados” durante las próximas tres décadas, “con países individuales persiguiendo relaciones bilaterales en lugar de formar un sólido bloque unificado”.
El informe titulado “Tendencias Estratégicas Globales hacia 2045”, y disponible en internet, afirma que “es probable que la región seguirá siendo una comunidad de países no muy unidos en lugar de convertirse en una entidad federal institucionalizada”.
Añade que “mientras que es probable que las organizaciones subregionales como la CELAC, la CARICOM y el MERCOSUR continúen, es poco probable que se conviertan en instituciones poderosas, y unificadas. Esto hace probable que las relaciones con actores externos se llevarán a cabo de manera bilateral”.
En otras palabras, los analistas militares británicos predicen que los países latinoamericanos, especialmente los miembros del bloque comercial sudamericano de Mercosur, que prohíbe a sus miembros firmar individualmente acuerdos de libre comercio con Estados Unidos, la Unión Europea u otros bloques externos, pronto se quitarán las ataduras y perseguirán sus intereses nacionales mediante la firma de acuerdos comerciales bilaterales con potencias extra regionales.
Esto significaría que eventualmente muchos países latinoamericanos comenzarían a reconsiderar su decisión del 2005 en la IV Cumbre de las Américas en Mar del Plata, Argentina, de rechazar formalmente la idea de un Área de Libre Comercio de las Américas.
En ese momento, Brasil, Argentina y Venezuela se envalentonaron por el aumento de los precios mundiales del petróleo, la soja y otras exportaciones de materias primas, que los enriquecieron de un día para otro. Creían que las materias primas reinarían para siempre.
Pero ahora que los precios mundiales de las materias primas se han derrumbado — el petróleo ha caído más de un 50 por ciento en los últimos seis meses —, los miembros de Mercosur están sintiendo el impacto. Hay crecientes presiones dentro del país más importante de Mercosur, Brasil, para cambiar las reglas del bloque y permitir que los países miembros puedan firmar acuerdos de libre comercio con quien quieran, incluyendo Europa y Estados Unidos.
Las exportaciones de Brasil a Argentina, por ejemplo, han caído en un 35 por ciento en el último año y medio, según las cifras de la ALADI. Otros miembros como Uruguay y Paraguay están aún más ansiosos por firmar acuerdos de libre comercio con socios extra regionales.
Pero, en lugar de abrir sus economías entre sí y negociar conjuntamente con el resto del mundo, la mayoría de los presidentes latinoamericanos — especialmente los de Venezuela, Argentina, Ecuador y Bolivia — están engañando a sus pueblos con cuentos de hadas según los cuales la región está cada vez más integrada.
De hecho, según datos de las Naciones Unidas, el comercio interregional de América Latina es de apenas el 19 por ciento de su comercio en todo el mundo, en comparación con Asia que está en un 40 por ciento, y Europa con más del 60 por ciento.
Mi opinión: América Latina tiene una sopa de letras de instituciones regionales dedicadas parcialmente o totalmente a promover la integración (CELAC, UNASUR, MERCOSUR, ALADI, SICA, SIECA, el ALBA, AP, CARIFTA, CARICOM, CAN, y la OEA son sólo algunos de ellas). Algunos bloques, como Unasur, funcionan como sociedades de protección mutua para regímenes represivos, como se vió tras las protestas que dejaron 43 muertos en Venezuela el año pasado.
Ahora que el auge de los precios de los productos básicos se terminó, es hora de fusionar la mayoría de estos bloques, especialmente el alicaido Mercosur con la mucho más eficiente Alianza del Pacífico — integrada por Chile, Perú, Colombia y México — e iniciar negociaciones conjuntas con las economías más grandes del mundo.
Los vientos políticos están cambiando. No sería de extrañar que quien sea electo presidente de Estados Unidos en el 2016 reflote la idea de un Área de Libre Comercio de las Américas (con otro nombre, por supuesto) para aquellos que estén dispuestos a participar. Y no sería raro que el nuevo presidente — o la nueva presidenta — lo haga a petición de varios países latinoamericanos.
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