Ginger & Pickles
Margaret Thatcher, hija de un tendero, declaró que The Tale of Ginger & Pickles (“El cuento de Jengibre y Pepinillos”) era “el mejor libro de negocios que puede leer un empresario”. Se trata de un relato infantil escrito e ilustrado por Beatrix Potter y publicado en 1909. En 2010, veinte años después de que la señora Thatcher abandonara el 10 de Downing Street, la radio 4 de la BBC emitió la serie The Beatrix Potter Guide to Business, y dedicó uno de sus episodios, titulado “Kings of Credit”, a las desventuras de Ginger y Pickles, un gato y un perro que se asocian para poner una tienda donde acuden los demás animales del pueblo a comprar de todo, desde pañuelos de bolsillo hasta galochas, pasando por azúcar y rapé.
Podrá parecer absurdo presentar como guía para empresarios del siglo XXI a una señora que no sólo escribió para niños, sino que además murió en 1943. Pero Beatrix Potter era una diestra mujer de negocios, que compró una granja y acabó teniendo veinte, y empleando a cientos de trabajadores. Sobre el éxito comercial de sus personajes, empezando por Peter Rabbit, apuntó Richard Collins, el presentador de la serie: “Potter inventó elmerchandising. La gente cree que fue Disney, pero ella fue la primera”.
A propósito de Ginger & Pickles, la editora jefe de Economía de la BBC, Stephanie Flanders, dijo que se trata de “una parábola perfecta de la economía de auge y depresión”. La clave, como en toda burbuja, es el crédito excesivo, aunque Potter no hace referencia al sistema financiero ni al banco central: los tenderos caen ellos mismos en una burbuja de crédito, porque descubren que si lo conceden pueden vender más, y de hecho llegan a vender diez veces más que Tabitha Twitchit, una gata que aparece en varias de las historias de Potter, y que es la dueña de la otra tienda del pueblo. Al final, Ginger y Pickles, despreocupados de la solvencia de sus deudores, quiebran y cierran. Tabitha Twitchit, sin deudores morosos, aprovecha para aumentar en medio penique el precio de todo.
Hay más lecciones económicas, aparte de la prudencia a la hora de endeudarse. La subida de precios anima la entrada de nuevos empresarios, pero no cualquiera vale. Unos ratones montan una tienda, pero sólo venden pastillas de menta y unas velas que se curvan con el calor, y que no aceptan cambiar cuando los clientes se quejan. Al poco tiempo cierran, claro.
Finalmente, la tienda de Ginger y Pickles abre otra vez sus puertas con una nueva propietaria, la gallina Sally Henny Penny, que baja los precios, no vende alocadamente a crédito y se preocupa de que haya muchas cosas que la gente compre. Y así termina el cuento: “there is something to please everybody”.
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