Los países más felices del mundo
Al leer una reciente encuesta de Gallup sobre los países más felices del mundo, no pude evitar sorprenderme por el hecho de que nueve de los 10 países más felices — encabezados por Paraguay — resultaron estar en América Latina.
Según el Indice de Emociones Positivas de la empresa encuestadora Gallup, uno de varios estudios que miden la felicidad de las personas a nivel mundial, Paraguay es por tercer año consecutivo el país donde el mayor número de gente dice haber experimentado emociones positivas.
La encuesta preguntó a ciudadanos de 138 países si tuvieron emociones positivas — como estar divertidos, reírse, sonreír, sentirse bien descansado y ser tratados con respeto — en las últimas 24 horas.
En Paraguay, el 87 por ciento de los encuestados reportó haber tenido experiencias positivas en la mayoría de los rubros el día anterior. Le siguen en la lista Panamá (86 por ciento), Guatemala, Nicaragua y Ecuador (83 por ciento), Costa Rica, Colombia y Dinamarca (82 por ciento), y Honduras, Venezuela y El Salvador (81 por ciento).
Más abajo en la lista se encuentran Estados Unidos, Suecia, Argentina, Chile y otros países con un 78 por ciento. México, China y Francia se situaron alrededor del 76 por ciento. Al final de la lista está Siria, con 36 por ciento.
Otras encuestas incluidas en el Informe Mundial de la Felicidad de las Naciones Unidas, que hicieron preguntas con un mayor énfasis en el bienestar de las personas, llegaron a conclusiones diferentes. El Informe Mundial de la Felicidad identifica a Dinamarca, Noruega, Suiza, Países Bajos y Suecia como las naciones con los niveles más altos de felicidad.
¿A cuál de estos estudios hay que creerle? Según los encuestadores de Gallup, depende si queremos medir las emociones positivas o el bienestar, que son conceptos diferentes. Las emociones positivas reflejan sobre todo un estado de ánimo en un momento determinado, mientras que el bienestar refleja más una satisfacción general con el estándar de vida de la gente.
Hace algunos días, tuve la oportunidad de entrevistar al ganador del Premio Nobel de Economía, Daniel Kahneman, uno de los principales expertos en el mundo en los mecanismos psicológicos que mueven la economía, y le pregunté sobre estos rankings que buscan medir a los países más felices del mundo.
Kahneman, de 80 años, es un psicólogo israelí-estadounidense de la Universidad de Princeton y autor del bestseller “Pensar, rápido y lento”. Es uno de los pocos ganadores del Nobel en economía que no son economistas. Los resultados del Indice de Emociones Positivas de Gallup no lo sorprendieron en lo mínimo.
Kahneman me dijo que los latinoamericanos “son más emocionales, no necesariamente más felices”. Y añadió: “cuando observas la manera en que los latinoamericanos responden a las preguntas acerca de lo infelices que son, a veces encuentras que son más infelices que los demás. De manera que ellos son al mismo tiempo más felices que otras personas, y más infelices”.
Agregó que “lo que quiero decir es que los latinoamericanos probablemente expresan más sus emociones que otras culturas, y esto es tan cierto para las buenas emociones como para las no tan buenas”.
Según Kahneman, el dinero compra la felicidad, pero solo hasta cierto punto. Sus estudios han demostrado que en los Estados Unidos, el dinero influencia las emociones positivas de la gente hasta un nivel de ingreso de $75,000 al año. Después de ese límite, el nivel de ingreso ya no hace mucha diferencia en cuanto a la felicidad personal.
“El dinero no compra la experiencia de la felicidad, pero la falta de dinero si compra la miseria”, me dijo Kahneman. “No se trata tanto de que ser rico sea bueno, sino de que ser pobre puede ser muy malo”.
Pero lo que me pareció más interesante de todo lo que dijo Kahneman es que las encuestas de felicidad se centran en la pregunta equivocada.
“Yo no creo que sea tan importante medir qué tan feliz es la gente”, me dijo. “La gente sigue discutiendo sobre cómo medir mejor la felicidad y el bienestar, pero lo que es realmente más importante es medir la miseria. Es mucho más importante para una sociedad reducir la miseria de su población”.
Mi opinión: Estoy totalmente de acuerdo. Las encuestas que miden la felicidad no sólo son muy subjetivas, sino que incluso pueden llegar a crear una ilusión que lleva a la complacencia y a un falso sentido de éxito. Si el Indice de Emociones Positivas de Gallup hubiese añadido una interrogante preguntando a los paraguayos si están conformes con los servicios públicos que reciben del Estado, o si creen que son tan felices como los escandinavos, sospecho que los resultados habrían sido distintos.
La conclusión, como dice Kahneman, es que en lugar de hacer preguntas sobre la felicidad, habría que hacer más preguntas sobre la infelicidad, y hacer algo al respecto. Sería menos divertido, pero más productivo.
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