Computadoras ‘gratis’ en Bolivia: la fiesta populista continúa
El Día, Santa Cruz
Milton Friedman, Premio Nobel de Economía, solía decir que “si ponemos al Gobierno a cargo del desierto del Sahara, en cinco años habría escasez de arena”.
Friedman decía esto en alusión a la tremenda ineficiencia con que las entidades, empresas y oficinas públicas trabajan; explicaba cómo las organizaciones privadas, por el simple hecho de funcionar con capitales propios son mucho más productivas y rentables ya sea a corto, mediano o largo plazo.
Cualquiera sea en Bolivia el Gobierno de turno —de izquierda o derecha, azul, verde o rojo— las empresas públicas siempre han sido corruptas y extremadamente burocráticas, además de ser nada o poco rentables. A pesar de los altos niveles de ineptitud y despilfarro, el crecimiento de estos ha sido alarmante desde 2005, año en que el partido Movimiento al Socialismo (MAS) ocupó la silla presidencial.
Es esencial para el modelo socialista brindar los empleos que promete. Es por esto que a partir de 2005 el Gobierno boliviano comenzó a contratar a miles de personas para que administren el país. Según datos del periódico La Razón, para el año 2004 existían en el país 49.743 declaraciones juradas de funcionarios públicos. En 2013 estas sumaron 121.600, un aumento del 145%.
Por otro lado, hablando de empresas públicas, datos de un informe del Ministerio de Desarrollo Productivo nos muestra que Yacimientos Petrolíferos Fiscales de Bolivia (YPFB), empresa nacionalizada en el 2006, pasó de tener 525 trabajadores ese año a 1.621 solo cinco años después. El número de empleados en 2014 aún no se conoce.
Otra de las empresas que tuvo un extravagante crecimiento en su cantidad de empleados fue la Corporación Minera de Bolivia (COMIBOL) que, según el mismo informe, pasó de tener 315 empleados en el año 2005 a 5.732 empleados en el 2011. Esta cifra también se desconoce para el presente año.
Tomando en cuenta todos los ministerios, las más de 40 empresas públicas y oficinas administrativas, el número de empleados públicos del país se incrementó de 75.290 en 2006 a 125.281 en 2012, lo que representa un crecimiento del 66%.
Hasta este punto del análisis parece algo bueno que el Estado y sus empresas brinden tantos empleos a los bolivianos. Sin embargo, de nada sirve la creación puestos de trabajo si estos en lugar de generar utilidades incrementan la burocracia, ineficiencia y corrupción.
Según un informe de la Fundación Milenio, durante 2013 se registró un déficit de US$329 millones en 10 empresas estatales. Además, este informe dio a conocer que las compañías públicas más grandes cuentan con un total de créditos del Banco Central de Bolivia de $1.790 millones.
Es muy usual ver en las noticias bolivianas datos e historias sobre el despilfarro y las pérdidas que generan las empresas bolivianas. La última noticia trata sobre la entrega de 14.000 computadoras que realizó el presidente Evo Morales a estudiantes de 6º año de secundaria del departamento de Santa Cruz.
Las malas noticias son varias. Por un lado, las computadoras, si bien tienen un alumno asignado, no pueden salir del centro educativo. Pero estos institutos no cuentan con internet, por lo tanto no se pueden activar las licencias de programas esenciales de educación ni realizar búsquedas académicas en la web. También muchas de las computadoras presentan problemas de configuración.
El Gobierno boliviano prevé entregar 160.000 computadoras más y alcanzar a todos los estudiantes de 6º de secundaria. Aunque los 11 millones de bolivianos pagan impuestos, solo los prestigiados alumnos de 6º de secundaria de escuelas públicas y de convenio reciben las computadoras — que fueron fabricadas por la nueva empresa estatal Quipus, que demandó una innecesaria inversión de $60 millones.
En resumen, las computadoras son solo un objeto más de discurso político del presidente para atraer a jóvenes, que claro, se enamoran del sistema por una computadora. Mientras tanto, el dinero de todos los bolivianos se despilfarra en artefactos que al cabo de un año serán chatarra.
La última mala noticia es que, mientras los precios internacionales de recursos naturales que exporta Bolivia sigan altos, la borrachera de poder populista continuará y la resaca será insostenible, pues los gastos extravagantes del Estado y los empleos artificiales, algún día—por las buenas o las malas— tendrán que acabar.
El autor es Director de Estudiantes por la Libertad Bolivia.
- 23 de julio, 2015
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