El drama del Partido Republicano
(Puede verse también EE.UU.: ¿Avalancha republicana? por Álvaro Vargas Llosa)
WASHINGTON – Esta es la paradoja de las elecciones legislativas del martes: los republicanos podrían ganar el control de ambas cámaras del Congreso, pero es probable que elijan una nueva camada de extremistas antiinmigrantes apoyados por el Tea Party, de extrema derecha, que ahuyentarán aún más a los votantes latinos y aumentarán las posibilidades de que su partido pierda las elecciones presidenciales del 2016.
Según la mayoría de las encuestas, el partido republicano — que está envalentonado por sus denuncias de que el presidente Barack Obama no se anticipó a las crisis del Ebola y del Estado Islámico— probablemente aumente su actual mayoría en la Cámara de Representantes, y podría lograr control del Senado.
En el Senado, los republicanos podrían ganar las seis bancas que necesitan para conseguir la mayoría, dicen las encuestas. En la Cámara de Representantes, se espera que los republicanos aumenten su actual mayoría con entre ocho y 10 escaños.
No es inusual que el partido opositor gane las elecciones legislativas en Estados Unidos, especialmente durante un segundo mandato presidencial. Casi siempre, a esta altura del partido la oposición está más motivada para votar que los partidarios del gobierno, y tanto los hispanos como los afroamericanos —que votan mayoritariamente a los demócratas— tendrán una baja concurrencia a las urnas.
Pero podría ser una victoria pírrica para los republicanos. Según un artículo del 29 de octubre publicado por The Washington Post, titulado “Los conservadores del Tea Party probablemente ganen más bancas en la Cámara”, las encuestas muestran que entre seis y ocho candidatos republicanos apoyados por el Tea Party reemplazarían a legisladores más moderados de su propio partido que se están retirando.
Eso significaría que el líder republicano de la Cámara de Representantes, John A. Boehner, tendrá aún más dificultades que las que ha tenido para moderar a su bloque legislativo. El bloque de los republicanos antiinmigración de la Cámara de Representantes ha bloqueado la reforma migratoria integral aprobada por el Senado el año pasado, pese al hecho de que republicanos clave como el ex presidente George W. Bush y el posible aspirante republicano Jeb Bush la habían apoyado.
“Si los republicanos logran controlar ambas Cámaras, propondrán las medidas inmigratorias más duras desde que trataron de convertir a los inmigrantes indocumentados en criminales en el 2005”, dice Frank Sharry, director del grupo proinmigración America's Voice. “Con tal de contentar a su base antiinmigrante, tratarán de detener cualquier acción ejecutiva que tome el presidente Obama en materia de inmigración”
Se podría alegar que hay republicanos que entienden que su partido no puede ganar las elecciones presidenciales del 2016 sin aumentar su magra proporción de votos hispanos —como Jeb Bush, o los representantes Ileana Ros- Lehtinen y Mario Díaz-Balart—, y que éstos lograrán hacer que el Partido Republicano sea más flexible en temas inmigratorios después de las elecciones del martes.
Pero esa lógica falló en el 2012, cuando muchos de nosotros pronosticamos que Mitt Romney sería derrotado debido a sus propuestas inmigratorias de “auto deportación”, que tenían un tono antilatino. Pero el temor de hostilizar el ala derecha de su partido prevaleció sobre el deseo de Romney de seducir a los votantes latinos, y eso es algo que puede volver a ocurrir en los dos próximos años.
“Los republicanos del Tea Party odian más a Obama de lo que les importa captar más votos hispanos para las elecciones presidenciales del 2016”, me dijo Sharry. “¿Es eso autodestructivo? Definitivamente sí. ¿Pueden evitar la tentación de hacerlo? Definitivamente no”.
Mi opinión: Si las encuestas están acertadas y los republicanos ganan ambas Cámaras del Congreso, es probable que Obama cumpla con su demorada promesa de tomar una acción ejecutiva en inmigración, y ofrecer una vía para obtener permisos de trabajo a casi 8 millones de trabajadores indocumentados.
Eso enloquecerá a los republicanos del Tea Party en el Congreso. Acusarán a Obama de ser un dictador que legisla por encima del Congreso —curioso, porque ahora lo acusan de ser un indeciso—, y pedirán un juicio político al presidente, lo que no llegará a ningún lado.
Un congreso controlado por la extrema derecha, sumado a un proceso de elecciones primarias por el cual los estados de mayoría blanca del noreste tendrán gran influencia en decidir quién será el próximo candidato del partido, podrían resultar en la nominación de un candidato presidencial republicano inelegible.
Todo indicaría que los republicanos, cuyo porcentaje del voto hispano cayó del 44 por ciento en las elecciones presidenciales del 2004 al 27 por ciento en las del 2012, podrían ser derrotados otra vez en el 2016 por ahuyentar el voto latino.
Ya estoy viendo a la probable candidata demócrata Hillary Clinton con una sonrisa de oreja a oreja después de las elecciones del martes.
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