Rousseff y la ‘parálisis’ de Brasil
El ex presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso confirmó esta semana en una entrevista algo que muchos de nosotros sospechábamos: si la oposición gana las elecciones de Brasil del 5 de octubre, tal como lo indican algunas encuestas, habrá cambios en la política exterior que pueden afectar a toda Latinoamérica.
Cardoso, que modernizó la mayor economía latinoamericana durante dos períodos presidenciales (1995-2003), y que sigue siendo uno de los políticos más respetados de Brasil, me dijo en una extensa entrevista que la candidata opositora Marina Silva probablemente no dará un respaldo incondicional a Venezuela, Argentina y a otros gobiernos populistas de izquierda, como lo ha hecho en los últimos años la presidenta Dilma Rousseff.
Según las últimas encuestas, es probable que ningún candidato gane en la primera vuelta de los comicios. En la segunda vuelta, programada para el 26 de octubre, Silva, candidata del Partido Socialista Brasileño, lograría el 47 por ciento de los votos, mientras que Rousseff, del gobernante Partido de los Trabajadores, obtendría el 43 por ciento, según la encuesta Ibope publicada el miércoles.
Cardoso apoya a otro candidato opositor, Aécio Neves del Partido de la Social Democracia Brasileña . Pero el ex presidente dice que si Neves no llega a la segunda vuelta, él apoyará a Silva.
“Sí, yo creo que sí, que habrá cambios” si gana Silva, me dijo Cardoso. “La victoria de la oposición podría significar una especie de ruptura en la política exterior de Brasil, especialmente respecto a Sudamérica”.
Agregó que bajo el gobierno de Rousseff “hay una parálisis de la política externa de Brasil”, porque la presidenta se ha concentrado en tratar de revitalizar el Mercosur, el deteriorado Mercado Común del Sur, en lugar de también abocarse a firmar acuerdos de libre comercio con la Unión Europea, Estados Unidos y Japón.
“El corazón de muchos funcionarios del gobierno es, para decirlo en una palabra sencilla, ‘Bolivariano’. Están con Chávez”, me dijo Cardoso. “Pero en la cabeza no, porque los intereses de Brasil no coinciden con eso. Entonces, no saben qué hacer. Quedan un tanto paralizados”.
Cardoso añadió: “La visión prevaleciente (en el gobierno) es anticuada, tercermundista, del tiempo de los años sesentas o setentas. Yo creo que Marina Silva no tiene esa misma visión, tan anticuada. Ella es más abierta en lo que hace a la cuestión externa".
Si gana Silva, procurará apartarse de las actuales políticas aislacionistas de Brasil, que se centran en el Mercosur, dijo Cardoso. Según las actuales regulaciones del Mercosur, que Rousseff apoya, ningún miembro del grupo puede negociar unilateralmente acuerdos de libre comercio con terceros.
Además, Brasil haría más por defender la democracia en la región, dijo Cardoso. “Venezuela fue integrada a Mercosur sin que hubiera habido ningún esfuerzo del gobierno de Brasil para que allá se cumpliera con la cláusula democrática del Mercosur”, dijo. “Yo dudo que, con la oposición en el gobierno (de Brasil), eso hubiera ocurrido de ese modo”.
Con respecto a Argentina, Cardoso dijo que “hay una suerte de casi complicidad del gobierno de Brasil con los desatinos de Argentina”. Dijo que Argentina está pidiendo cada vez más excepciones a las reglas de libre comercio del Mercosur, y que el gobierno argentino ha puesto trabas a las conversaciones de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea.
Brasil no está firmando un acuerdo de libre comercio con Europa “porque nuestros aliados del Mercosur, especialmente Argentina, no lo aceptan, porque tienen temor a bajar sus aranceles. Entonces, yo creo que todo esto cambiaría”, dijo Cardoso.
Cuando le pregunté por qué confía tanto en que ganará la oposición, considerando que varias de las últimas encuestas muestran un empate técnico en la segunda vuelta electoral, Cardoso citó el hecho de que el partido de gobierno solo está primero en 3 de los 27 estados, y que Rousseff tiene una imagen mucho más negativa que Silva.
Mi opinión: La ventaja de la oposición que muestran algunas encuestas podría disminuir en las próximas tres semanas, porque Rousseff tendrá mucho más tiempo televisivo que Silva, y porque la campaña negativa de la presidenta contra Silva podría debilitar el apoyo a la candidata opositora.
No obstante, hay un 50 por ciento de posibilidades de una victoria de la oposición, si no más. Si eso ocurre, habría una gran presión social para sacar a Brasil de su actual parálisis, que está resultando en un crecimiento prácticamente nulo, proyectado en un 0.3 por ciento para este año.
Como dice Cardoso, una victoria opositora resultaría en un menor alineamiento automático con gobiernos “tercermundistas”, y en un nuevo impulso de insertar a Brasil en la economía global por medio de acuerdos comerciales con los mayores países industrializados. Eso podría ayudar a Brasil a volver a la senda del crecimiento y — considerando que Brasil representa más del 60 por ciento del producto bruto interno de Sudamérica— podría hacer cambiar el rumbo económico de toda la región.
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