Cuba o el fin de la eternidad
Cabría imaginar que el futuro es más negro para el gobierno que para la oposición democrática en Cuba. A fin de cuentas la dictadura, liderada por dos hermanos octogenarios, apenas soporta el peso de cincuenta y cinco años de represión y pobreza.
Sin embargo hasta ahora la realidad desafía el sentido común. Fidel y Raúl Castro no han pagado por sus crímenes y su dinastía continúa rigiendo el destino de la población. A lo largo de los años han surgido diferentes grupos opositores en busca de espacios de libertad, pero el acoso tarde o temprano los atenaza, condenando a los disidentes al presidio político o al destierro. Algunos han sido fusilados e incluso han muerto en circunstancias extrañas como Oswaldo Payá o Laura Pollán, fundadora del movimiento de las Damas de Blanco.
Precisamente en las últimas semanas se han publicado informaciones acerca de las fisuras que está sufriendo el grupo de mujeres que en los últimos años cada fin de semana ha desfilado con gladiolos blancos en señal de protesta pacífica contra el gobierno. Al parecer hay diferencias entre Berta Soler, una de sus líderes, y más de una treintena de miembros que han abandonado la organización. Ha habido cruces de acusaciones y desacuerdos a la hora de diseñar estrategias para contrarrestar la persecución de la Seguridad del Estado. También, como era de esperar, la sospecha de que no todas las Damas son tales, pues podría haber infiltradas del régimen que enrarecen el ya de por sí tenso ambiente que se vive entre los opositores.
A nadie debe extrañarle que los gladiolos de las Damas de Blanco despidan un aroma envenenado. Lo raro es que no hubiera sucedido antes. Si en algo es experto el castrismo es en intimidar y carcomer cualquier atisbo de libertad. La policía política ha revelado vídeos del conocido disidente Elizardo Sánchez recibiendo alguna chatarra que el gobierno llama medalla. En su día María Elena Cruz Varela, después de ser liberada tras dos años presa, le respondió al ex corresponsal de El País Mauricio Vicent cuando éste le preguntó en presencia de dos oficiales si su estancia en la cárcel la había cambiado: “…En estos momentos en que la situación de mi país es crítica, yo cuelgo el hábito dentro de la oposición.” Se han filtrado filmaciones de disidentes en huelga de hambre llevándose a la boca un trozo de pan. Y si hiciera falta, como el triste caso de Heberto Padilla, exhiben a los intelectuales díscolos declamando un mea culpa que les despoja el corazón de la última gota de poesía.
Hoy toca ensuciar a las Damas de Blanco. No es el comején de la canción de Silvio Rodríguez (otro cómplice), sino la plaga que disemina el régimen. No me cansaré de citar hasta la saciedad esa película tan necesaria y dolorosamente lúcida, La vida de los otros, que tan bien explica la naturaleza perversa de los sistemas totalitarios, cuya subsistencia depende de su capacidad para envilecer a la sociedad cautiva. En las familias hay delaciones. En el barrio los vecinos se vigilan unos a otros. En la cama los amantes se traicionan. Entre los disidentes se ocultan los informantes que cultivan las intrigas como una mala hierba que emponzoña ese jardín (volvamos al célebre affaire Padilla) en el que a duras penas pastan los héroes.
En medio de esta nueva zozobra el Papa Francisco le hizo llegar una misiva a todos los cubanos animándolos a “sobreponerse” a las adversidades y no dejarse sucumbir por el “desánimo”. Debe ser el tempo de Dios: cuando la eternidad se enquista tanto en la Tierra como en el cielo.
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