Alianzas y partidos mal bautizados
El Colombiano, Medellín
“Puede entonces, Hermógenes, que no sea banal, como tú crees, la imposición de nombres, ni obra de hombres vulgares o de cualesquiera hombres. Conque Crátilo tiene razón cuando afirma que las cosas tienen el nombre por naturaleza y que el artesano de los nombres no es cualquiera, sino sólo aquel que se fija en el nombre que cada cosa tiene por naturaleza”. Del Crátilo de Platón.
Ayer hace 62 años adherían a la Organización del Tratado del Atlántico Norte, Grecia y Turquía, que de Norte no tienen nada y de Atlántico menos, pero se necesitaban para cumplir con uno de los objetivos geopolíticos estadounidenses durante la Guerra Fría, como evitar que la Unión Soviética tuviera acceso ilimitado al Mediterráneo y finalmente que nunca pudiera convertirse en un poder marítimo, como siempre lo fueron y lo son los EE. UU.
La semana anterior el gobierno colombiano, en otra muestra de su caudalosa catarata de torpezas, celebró la reunión de la “Alianza del Pacífico” en el “Atlántico” colombiano, ya sea porque parece que nunca sabe dónde está parado, o porque para quien vive de las apariencias desde que nació, llevar a los visitantes extranjeros a nuestra costa pacífica era una vergüenza que dejaba en evidencia que el Pacífico colombiano nunca ha estado integrado a nuestra concepción de país.
La tan cacareada Alianza del Pacífico pareciera que cada vez tiene menos de Pacífico, así uno de sus objetivos dice ser “Convertirse en una plataforma de articulación política, de integración económica y comercial y de proyección al mundo, con especial énfasis en Asia-Pacífico”.
La Alianza tiene como miembros originales a cuatro países latinoamericanos, dos de ellos solo con costa en el Pacífico, pero los otros dos bioceánicos. Ahora tienen el estatus de Estados Observadores: Japón, China, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda, lo que resulta más que lógico, y hasta uno entiende la presencia de bioceánicos como Canadá, Panamá y Estados Unidos.
Pero la cosa empieza a tornarse incoherente cuando también son observadores el caribeño República Dominicana, el atlántico Portugal, los atlánticos y mediterráneos España y Francia, y más exótica aun la presencia de Turquía y Alemania.
Ojalá que esta dispersión no termine diluyendo el objetivo inicial y por mostrarse exitosa y “no excluyente”, la alianza pierda el foco y por ende su credibilidad, como la mayoría de nuestras organizaciones subregionales. Si finalmente el Pacífico no era realmente el objetivo, pues que le cambien el nombre.
Otro ejemplo de nombre que hoy ya no representa la realidad, es el mal llamado “Partido de la U”, que verdaderamente es el nombre de un partido “que hizo la U” conceptualmente, cambiando de dirección y que va de regreso al pasado. Típica conducta de quien ahora quiere ser reelegido en su nombre, además de haberse convertido en el “Candidato de las Farc”.
El “Partido de la U” ya no representa para nada las ideas uribistas que siguen la mayoría de los colombianos, pero sí es una manifestación evidente de los tramposos que por sus limitadas condiciones, en vez de convencer, solo aspiran a confundir.
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