El año nuevo en El Salvador
Es decir, el 2014 es un año decisivo sólo en un sentido potencialmente negativo. Puede pasarnos algo terrible pero lo positivo no parece estar en las cartas. El FMLN nos amenaza con convertirnos en una sociedad esclavizada como Cuba. ARENA nos ofrece no convertirnos en una sociedad de ese tipo. Pero, aparte de esto, hasta ahora no ha prefigurado el futuro que nos ofrece de una manera simple y definida. El plan de casi 200 páginas que ha presentado no parece haberlo leído nadie y no da un sentido de prioridades ni de liderazgo. Da toda la impresión de un plan elaborado por técnicos que no tienen ni tendrán el poder político para convertirlo en realidad. Simétricamente, el candidato no parece tener una idea clara de hacia adónde orientaría las políticas nacionales ni una concepción estructurada de cuáles son los problemas del país. La razón para votar por él es evitar irnos al precipicio, por ahora.
Esta situación es parte de la trampa en la que ha caído el país. El Salvador tiene problemas económicos pero su problema fundamental es político: su dinámica política ha sido profundamente divisiva por varias décadas. Esta dinámica ha inundado al país en dos emociones negativas: el odio y el miedo. Estas dos emociones han producido éxitos electorales para un lado y para el otro pero han sido terriblemente costosas.
El odio generó la guerra con sus ochenta mil muertos. También ha forjado un ambiente de violencia, de crimen y de terror a la supresión de las libertades y los derechos individuales. ¿Quién puede esperar otra cosa de una sociedad que vive sumergida en el odio? Naturalmente, la violencia y el crimen también llevan al miedo, que ha generado una economía que languidece por falta de inversión. ¿Quien va a invertir en un ambiente así?. Entre las dos, el odio y el miedo, han logrado crear una clase política incompetente, que no tiene capacidad de mejorar el país y que justifica su existencia política en términos de su capacidad de generar odio o miedo dependiendo del lado en el que están en esta lucha sin sentido.
Así, poco a poco, nos vamos destruyendo. Es como una casa dividida, en la que dos facciones de dueños tratan de quedarse con la casa entera destruyendo el pedazo que controla la facción rival. Con el tiempo la casa entera queda destruida.
Para los que se mueven por el odio no es importante si la casa se destruye. El que odia no busca la obtención o la preservación del bien para sí mismo, sino el mal para el otro. De este modo, para ellos la destrucción mutua es altamente deseable. Es lo que han hecho en Cuba y en Venezuela. Pero para los demás, para los que no se mueven por la envidia o el odio, la destrucción de la casa común no es aceptable, ni para ellos ni para sus hijos y sus nietos. Esta es la mayoría del país. Tiene que haber una respuesta para ellos.
El reto fundamental del país es cambiar la agenda de las elecciones y de los futuros procesos políticos. La disyuntiva actual de irse o no irse al precipicio debe cambiarse por la de irse al precipicio o entrar a una ruta de progreso bien definido que nos aparte para siempre del precipicio. Ante esta disyuntiva el FMLN naturalmente tendrá que abandonar el odio o resignarse a desaparecer.
Lograr este cambio de agenda es un problema fundamentalmente político, no económico. No está ni mencionado en el plan de ARENA ni de ningún partido. Países mucho más pobres que nosotros lo han logrado. Es hora de que lo logremos en El Salvador. Todavía hay tiempo en estas elecciones.
El autor es Máster en Economía, Northwestern University y columnista de El Diario de Hoy.
- 28 de diciembre, 2009
- 28 de marzo, 2016
- 29 de mayo, 2015
Artículo de blog relacionados
Diario de América “Cualquier hombre o estado que luche contra el nazismo tendrá...
31 de mayo, 2010La Escuela Austríaca de Economía ha diagnosticado en forma consistente las raíces de...
9 de febrero, 2009Por Rosendo Fraga El Diario Exterior Estados Unidos desarrolla una ofensiva diplomática para...
20 de febrero, 2007- 15 de abril, 2016