El tao del inversor austriaco
La economía es extremadamente compleja. Como enseñaba Leonard Read, ningún individuo en el mundo sabe cómo hacer algo tan simple como un lápiz. El nivel de complejidad solo ha aumentado con el tiempo con la expansión del conocimiento, la tecnología, el transporte y el comercio internacional. Nuestra labor individual se centra cada vez más en una porción más estrecha del proceso general de producción.
Incluso la imagen estática, si pudiera verse, se complica por el hecho de que nuestro mundo es un trabajo en marcha que se remonta a miles de años. Mirad a vuestro alrededor y veréis los ahorros, inversiones y obras de personas que murieron hace mucho. Las generaciones anteriores tomaron sus decisiones, algunas de las cuales se han mantenido, reconvertido, olvidado o destruido. La propiedad de todo ese capital se reconoce en forma de acciones, bonos, títulos y derechos.
La economía austriaca enseña que la comprensión de la “economía” solo puede realizarse con la ayuda de la teoría económica. No hay fórmula o ecuación para entender la economía. No puede medirse de una forma científica con sentido. Solo nos ayuda la construcción lógica de causa y efecto. Un ejemplo sencillo de esto sería cuando John intercambia sus tres manzanas con Mary por sus tres naranjas porque ambos, John y Mary, piensan que mejorarían al hacerlo.
Mark Spitznagel, un gestor de fondos de inversión, trata de tomar teoría económica, concretamente teoría económica austriaca, e insuflar vida para entender cómo funciona la economía y por qué no lo hace algunas veces. En su libro, The Dao of Capital: Austrian Investing in a Distorted World, usa esas ideas para explicar el proceso de inversión que usa.
El título se refiere a la paradójica filosofía china del taoísmo. En esta filosofía, para alcanzar tu objetivo, debes hacer lo opuesto o Shi. Por ejemplo: “gira a la derecha para ir a la izquierda”. Esto se usa, en último término para subrayar la forma indirecta del proceso del mercado, en el que los procesos de producción se hacen cada vez más complejos para hacerse más productivos. En inversión, para Spitznagel, esto significa dar pasos atrás y asumir pequeñas pérdidas como preparación para obtener ganancias más grandes, una variación del “value investing”, en el que debes mantener tu visión del futuro como uno de los procesos que tienen lugar a lo largo del tiempo.
Como joven trader en el mercado de bonos la Cámara de Comercio de Chicago, el autor tuvo la suerte de encontrarse con La economía en una lección, de Hazlitt y La acción humana, de Mises. Encontró en estos libros una explicación teórica para el por otro lado desconcertante mundo de los mercados primarios en la Cámara de Comercio de Chicago: posteriormente fue socio de Nassim Taleb, conocido por su Cisne negro, y más tarde creó su propia empresa para emplear su concepto de “inversión austriaca”.
Spitznagel empieza con la metáfora del árbol y el bosque. En pocas palabras, las coníferas no pueden competir con los árboles de madera dura en las llanuras fértiles, así que deben retirarse a terrenos más elevados que son menos fértiles y más extremos, donde pueden superar a aquellos. Allí prosperan en condiciones duras, incluso luchando contra glaciares de diversas épocas glaciares. Es un ejemplo de competencia y ventaja comparativa en la naturaleza.
El fuego desempeña un papel en la competencia entre coníferas y maderas duras, sirviendo para aclarar pequeñas áreas con matorral bajo denso para dejar paso nuevas competencias entre semillas. Este flujo y reflujo entre coníferas y maderas duras nos muestra como pérdidas aparentes por el fuego pueden llevar a un refuerzo y un crecimiento general en la productividad. En la economía, las empresas quiebran, los productos se ven desplazados y nuevos procesos de producción aparecen con el tiempo.
De forma similar, muestra como las políticas de supresión de incendios de los gobiernos son como la intervención pública en la economía. La política de supresión de incendios busca acabar con la mayoría de los incendios forestales tan pronto como sea posible. Esto puede llevar a que haya mucho matorral bajo, de forma que los incendios pueden acabar siendo catastróficos. Es un ejemplo de la naturaleza del caos causado por la intervención pública entrometiéndose en la competencia de la naturaleza. En la economía, el banco público central puede tratar de suprimir recesiones y deflación, pero esto puede generar depresiones catastróficas, como la Gran Depresión. Como demostraba Rothbard en su America’s Great Depression, las intervenciones del presidente Hoover para suprimir deflación y depresión solo empeoraron las cosas.
En el capítulo 3, “Shi: The Intertemporal Strategy”, se explican las ideas de los famosos filósofos militares Sun Tzu y Carl von Clausewitz apoyando el concepto taoísta del shi. Es el concepto de ventaja estratégica en la guerra en el que no lanzas a tus tropas de cabeza directamente a posiciones enemigas para una victoria inmediata. Por el contrario, conservas tus tropas y recursos y aprovechas puntos con ventajas defensivas y estratégicas en una aproximación más indirecta a la victoria final. La historia militar ha confirmado la sabiduría de esta aproximación desde los campos de batalla de la Guerra de Secesión a las más recientes guerras de guerrillas contra los imperios modernos de Estados Unidos y la Unión Soviética. Aplicada a la inversión, esta explicación hace que el lector esté preparado e incluso ansioso por asumir pequeñas pérdidas para alcanzar el objetivo final de hacer crecer tu riqueza en el futuro.
Normalmente no me gustan los ejemplos de la naturaleza y la guerra usados para mostrar los beneficios de la producción indirecta, la conservación del capital y la competencia, pero reconozco que en este caso son eficaces.
El libro nos lleva en un viaje a través del tiempo para explorar el carácter, historia y contribuciones de los economistas austriacos. Empieza con Frédéric Bastiat (lo que se ve y lo que no se ve) y continúa con J. B. Say (emprendimiento), Carl Menger (utilidad marginal y formación de precios), Eugen Böhm-Bawerk (producción indirecta e interés) e incluso Henry Ford (la producción en cadena como ejemplo de producción indirecta). A esto le sigue una fascinante explicación del papel crucial de la preferencia temporal en la vida, antes de dirigir su atención hacia Ludwig von Mises (teoría monetaria y del ciclo económico y el mercado como proceso). Según Spitznagel, Mises fue “quizá el economista más grande de todos los tiempos”.
Como no soy un experto en inversión, no comentaré los capítulos sobre inversión o las alteraciones del autor de la economía austriaca que tratan de llevar a la economía austriaca más cerca de comprender la realidad para el no economista. Sin embargo aplaudo el libro como una visión del proceso de pensamiento de un gran inversor, especialmente uno que tiene una comprensión clara y coherente del proceso de mercado, los peligros de la intervención pública y los beneficios de la economía austriaca.
Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe.
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